Varias personas observan un incendio en Orense

Varias personas observan un incendio en Orense Brais Lorenzo Efe

Meteorología

Las emisiones acumuladas en 2025 tras los incendios de agosto ya superan las de los últimos 20 años completos

Los datos del sistema Copernicus indican que el acumulado anual estaba por debajo de la media hasta que hace una semana se disparó.

Más información: Se mantienen 40 incendios activos en toda España: la situación es crítica en Galicia, Extremadura y Castilla y León

M. Domínguez
Publicada

El nivel de partículas contaminantes emitidas a la atmósfera por los incendios que asolan España desde el pasado 11 de agosto han superado, en solo una semana, el máximo de los últimos 23 años.

El sistema de vigilancia por satélite europeo Copernicus ha explicado que, hasta principios de agosto, las emisiones de carbono procedentes de los incendios forestales estaban por debajo de la media estacional a pesar de haber varios focos activos.

Sin embargo, en tan solo una semana, estos niveles se han disparado hasta alcanzar el máximo desde 2003.

La razón es la oleada de megaincendios que ha asolado —y sigue haciéndolo— buena parte de la península ibérica, especialmente en las provincias de Orense, León, Zamora y Cáceres.

Las observaciones de la red española de control de la calidad del aire y del sistema de previsión y seguimientos de Copernicus muestran que la concentración de partículas PM2.5, perjudiciales para la salud, está por encima de las directrices de la OMS en buena parte del país.

Emisiones acumuladas de carbono en España en 2025 y comparativa con años anteriores.

Emisiones acumuladas de carbono en España en 2025 y comparativa con años anteriores.

Esta contaminación no afecta únicamente a las áreas bajo las llamas y circundantes, sino que el humo se ha desplazado cientos de kilómetros, degradando la calidad del aire en amplias zonas de la Península.

De hecho, Copernicus informa de que el humo de estos incendios ha atravesado Francia, Reino Unido y los países escandinavos, sumándose el procedente de los incendios que han tenido lugar al otro lado del Atlántico, en Canadá.

Mark Parrington, científico senior del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus, explica que "el crecimiento de las emisiones totales estimadas, que partía de niveles inferiores a la media, alcanza en solo 7-8 días el total anual más elevado registrado en España" en dos décadas del servicio de incendios de Copernicus.

"La gran cantidad de humo, y especialmente de partículas PM2.5, que se ha liberado a la atmósfera ha provocado un grave deterioro de la calidad del aire a escala local y en zonas más alejadas de la península ibérica y partes de Francia".

Aunque los incendios comenzaron en torno al fin de semana del 9-10 de agosto, la emisión de carbono se mantuvo en niveles medios para la época hasta el día 14, cuando comenzó a dispararse.

Solo en agosto, las llamas han arrasado más de 120.000 hectáreas de monte. Incendios como el de Las Médulas, Chandrexa de Queixa o Jarilla se encuentran entre los mayores de los últimos años.

Además, el fuego declarado en Molezuelas de la Carballeda, en la provincia de Zamora, es considerado, con sus cerca de 40.000 hectáreas quemadas, el mayor desde que hay registros en España, en los años 60.

Con el fin de la ola de calor ha disminuido el riesgo de incendios, que hasta el lunes era extremo, y se espera que su nivel de peligrosidad comience a disminuir.

Con todo, los médicos advierten que las consecuencias en la salud se mantendrán durante las próximas semanas, pues las partículas PM2.5, especialmente perjudiciales, seguirán en suspensión durante un tiempo.

En muchos pueblos y ciudades —no necesariamente cerca de los focos de las llamas— se están notando los efectos del humo, provocando toses e irritación de garganta, entre otras cosas.

De hecho, hay personas que han optado por llevar mascarilla para protegerse del humo.

La doctora Tania Álvaro de Castro, neumóloga del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, advierte que no se trata de una simple molestia pasajera, sino de una exposición peligrosa con consecuencias inmediatas y a medio plazo para la salud, por lo que hay que tomar medidas, en especial la población de riesgo.

Las partículas PM2.5 son responsables de irritación ocular, tos, dolor torácico y sensación de ahogo, además de agravar enfermedades ya existentes.

Las personas más vulnerables son los pacientes crónicos respiratorios o cardiológicos, pero nadie está exento: "Incluso personas sanas pueden notar irritación, ahogo o molestias por el humo. En quienes tienen ya una patología de base, los efectos son mucho más severos".