
Una enfermera de la Unidad del Sueño del Hospital de Palencia prepara a una paciente para una polisomnografía Efe
El misterio de por qué nos hace falta dormir: una nueva teoría abre la puerta a "disminuir los efectos de la privación de sueño"
La nueva hipótesis da importancia a la sustancia blanca del cerebro, fundamental para transmitir los impulsos nerviosos de forma eficiente.
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¿Por qué nos pasamos un tercio de nuestra vida apagados, en stand-by? Si hay campos de la biología humana cuyo conocimiento ha evolucionado enormemente en el último siglo, el sueño parece estar todavía en las mismas capas nebulosas con las que nos envuelve cada noche.
Porque a pesar de todos los experimentos y todas las hipótesis, todavía no hay una respuesta sólida a la pregunta de por qué dormimos. Aunque el sueño parece algo universal, en realidad no lo es tanto: algunos mamíferos no tienen una fase REM (en la que ocurren los sueños), otros pueden estar en privación del sueño durante semanas sin consecuencias, incluso hay seres que hibernan o reducen su actividad sin que estén en un estado durmiente como el humano.
En un artículo de 2013, el psiquiatra y neurobiólogo de la Universidad de California en Los Angeles Jerome M. Siegel se preguntaba si todos los animales duermen y desmontaba mitos sobre la universalidad del sueño.
Por ejemplo, para subrayar la importancia vital de esta función biológica, se ha puesto siempre de ejemplo un experimento con ratas a las que la privación del sueño les causaba la muerte, pero "la pérdida del sueño no ha mostrado que cause mortalidad en estudios bien controlados sobre otras especies de vertebrados". ¿Cómo es posible que algo tan vital en unas especies sea casi accesoria en otras?
Javier Puertas, vicedecano de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Valencia y miembro de la Sociedad Española del Sueño, recuerda que hay una relación inversa entre el tamaño del animal y la cantidad de sueño que requiere.
"Si los seres humanos dormimos durante un tercio del día, los grandes mamíferos duermen menos, pero los animales pequeños pueden pasar la mitad de su tiempo durmiendo".
Pero, ¿por qué los humanos dormimos ocho horas? "No hay una respuesta exacta, los hay que con seis horas duermen lo que necesitan, otros requieren nueve… Tiene que ver con los ciclos de luz y oscuridad, pero estos no lo explican del todo. Además, no dormimos lo mismo de recién nacidos que con 70 años".
En la última década se ha avanzado mucho en los mecanismos bioquímicos y fisiológicos del sueño, así como en la repercusión que tiene su carencia a nivel cognitivo, emocional o físico.
"Una de las teorías que más terreno ha ganado en los últimos años es que el cerebro, durante la noche, es capaz de favorecer los mecanismos de limpieza y eliminación de sustancias tóxicas, algo que se da durante el día pero que es más eficaz mientras dormimos".
Se ha demostrado que un acúmulo de sustancias que no se eliminan de forma adecuada se asociaba con la presencia de proteínas tau y beta-amiloide en el cerebro, relacionadas con el desarrollo de demencia.
La clave está en la sustancia blanca
Unos investigadores han dado un paso más planteando una nueva hipótesis en relación al sueño. Esta no tendría que ver tanto con la limpieza como con cargar las pilas y, además, serviría para explicar por qué unas personas (y animales) necesitan dormir más que otras, abriendo la puerta al diseño de fármacos o intervenciones que disminuyan los efectos de la privación del sueño.
Se basan en un componente poco glamouroso del cerebro, la mielina. Se trata de una sustancia grasa que forma una capa protectora alrededor de las fibras nerviosas, que permite que los mensajes nerviosos se transmitan rápidamente a través del cuerpo.
Si las neuronas forman la conocida como materia gris del cerebro, a la mielina se le llama sustancia blanca.
Hasta recientemente se pensaba que esta capa tenía una función pasiva, pero en los últimos años se le ha ido dando un rol importante en la producción de las unidades de energía del cuerpo humano: las moléculas de adenosín trifosfato o ATP.
Tres autores, Alessandro Maria Morelli, de la Universidad de Genoa (Italia); Ann Saada, de la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel), y Felix Scholkmann, de la de Zurich (Suiza), han planteado que, durante el sueño, la sustancia blanca actúa como una batería que se va recargando de protones durante el sueño y los convierte en ATP en la vigilia.
Estas baterías ofrecerían la energía suficiente para mejorar la transmisión de los impulsos nerviosos a lo largo del día. Una vez la mielina se descarga, la transmisión de impulsos no sería tan eficaz y el cerebro necesitaría otra vez de un sueño reparador para volver a cargarse.
La explicación del sueño como una forma de recargar las pilas no es nueva. Sí lo es, sin embargo, el mecanismo planteado. Anteriormente, se había propuesto que fuera otra molécula, el glucógeno, el que ejerciera esa función energética, pero esta solo está presente en cantidades mínimas en el cerebro.
Además, los autores destacan que los cálculos de su planteamiento concuerdan con la necesidad de ocho horas de sueño en los humanos.
Para Javier Puertas, el trabajo "introduce un concepto muy interesante", y es que relaciona la cantidad de sustancia blanca cerebral con la necesidad de sueño de la persona. Cuanta más sustancia blanca, menos horas de sueño necesita. Esto explicaría por qué unas personas necesitan dormir más que otras.
"El estudio dirige la atención de los hallazgos a que la sustancia blanca del cerebro no solo tiene ese papel de transmitir rápidamente los impulsos nerviosos, sino que también funciona como reservorio de energía. Las reservas energéticas de ATP durante la noche serían consumidas por el día".
El cerebro necesita una gran cantidad de energía para funcionar, muy superior a la que le corresponde por tamaño. "Los impulsos nerviosos son cargas eléctricas que entran y salen constantemente de las neuronas, necesitan un consumo energético elevado y su correcto funcionamiento depende de las capas de mielina. A medida que estamos sin dormir, se va agotando esa despensa y hace que disminuya o altere la eficiencia del impulso nervioso".
Esta es una buena aportación pero, con todo, no es capaz de explicar plenamente el fenómeno del sueño. "El fenómeno del sueño es mucho más complejo", apunta Puertas, "porque hay otros factores que están afectando al metabolismo de las neuronas y las células nerviosas, como factores hormonales, la disponibilidad de nutrientes, otros estímulos atencionales, etc."
Aunque el avance es importante, pues hasta ahora "solo intuíamos los efectos de los mecanismos moleculares y bioquímicos, pero conocíamos esos mismos mecanismos". Con todo, "cada puerta que se abre genera más preguntas que respuestas. Ahora podemos especular por qué hay personas que necesitan más o menos horas de sueño, pero también por qué algunas responden mejor o peor a los fármacos para el sueño, diseñar nuevos fármacos para optimizar el proceso o, incluso, disminuir los efectos de la privación del sueño".