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De una cebolla a un amor sin límites en blanco y violeta

18 febrero, 2019 21:33

Entrar en la casa de Benita Monzón Prado (Velliza, 6 de febrero de 1940) es entrar en un auténtico museo del Real Valladolid. El escudo que tiene en la fachada de su domicilio es solo un preludio de lo que hay en el interior. Cuadros, fotografías, bufandas y camisetas, muchas camisetas de jugadores tan importantes en la historia del Pucela como Víctor Fernández, Juan Carlos o Quevedo, entre otros.

“Todas las camisetas son regaladas. Tengo 30 y 27 bufandas. La que más ilusión me hizo recibir fue la de Víctor. Le quiero mucho y le conozco desde hace muchos años. Es muy buena persona y me llevo muy bien con él. También con otros exjugadores del Pucela como Pedro López, Sisi o Juan Carlos”, nos confiesa Benita.

Esta fiel seguidora del Pucela cumplió el pasado 6 de febrero 79 años. Incluso Ronaldo, gracias a un tuit mencionado de la Federación de Peñas se acordó de ella en un día tan especial y fueron decenas los aficionados del club pucelano los que a través de las redes también la agasajaron con preciosos mensajes.

Una cebolla, el origen de todo

“A los 19 años vine a Valladolid. Fui a por un cacho de cebolla para mi tía y me encontré al que iba a ser mi marido. Me enamoré de él nada más verle. Me invitó al fútbol, por aquel entonces y hace 60 años, para ir al estadio que estaba al lado de la Plaza de Toros. Ahí comenzó mi historia de amor con el Real Valladolid”, asegura la de Velliza.

Parece sacado de una película pero es real, en un amor que dura ya ni más ni menos que 50 años, asevera, mientras pasan a su lado sus nietos Daniella y Leo, hijos de su hija Carmen, que siguen atentos las palabras de su abuela, que contesta con el recuerdo en la mano y los ojos vidriosos.

La ternura que emana nuestra entrevistada se deja ver por los cuatro costados. No en vano, como hemos apuntado, fueron muchos los que se acordaron de ella el día de su cumpleaños. Carlos Suárez, expresidente del Pucela, y hombre con el que guarda una excelente relación, le hizo un homenaje “cuando alcanzó 50 años de socia”, en otro día que como nos confiesa la protagonista, “nunca olvidará”.

La cara y la cruz

“Por el Pucela soy capaz de matar a cualquiera (una manera de hablar). Cuando gana me vuelvo loca y cuando pierde lloro, no me importa decirlo ni me da vergüenza”, añade, antes de asegurar que uno de los recuerdos más bonitos que guarda es el del ascenso del 22 de abril de 2007, con esa victoria por 0-2 en Tenerife y los goles de Manchev y su querido Víctor.

Nuestra entrevistada nos confiesa que a la celebración de este último ascenso “no pudo acudir por estar con alergia” y, en contraposición, no duda en afirmar que los peores momentos que pasa con la camisola blanquivioleta son “cuando el equipo pierde” en “todas y cada una de las derrotas”.

Benita también tiene opinión sobre el controvertido VAR, ese que no se dejó ver por Barcelona para revisar el polémico penalti de Míchel sobre Piqué pero que anuló el gol de Óscar Plano ante el Levante en un momento crucial del choque hace unas semanas. “Estoy harta de que nos roben los partidos. El VAR es una bobada”, afirma.

Objetivo: la salvación

“Vamos a tener que sufrir y es el momento de ello. Todos queremos conseguir la salvación”, asegura Benita. Ese es el deseo y objetivo de afición, jugadores y cuerpo técnico del Real Valladolid. Mirar la tabla clasificatoria asusta pero el choque ante el Real Betis puede ser una buena piedra de toque para que el equipo vuelva a creer.

Esta fiel aficionada del Pucela “ve bien” la llegada a la presidencia de Ronaldo y valora “positivamente” los proyectos que el brasileño tiene en mente aunque no apoyaría “un cambio en el nombre del estadio” por el valor que tiene su nombre actual.

Benita inculca un amor puro y leal por la escuadra blanquivioleta a sus nietos a los que dice que “siempre hay que ser del Pucela en las buenas y en las malas” aunque el equipo “esté en Primera o en Segunda”. Carisma y razón no le faltan para que Daniella y Leo, la escuchen con atención y aumenten, con su corta edad, el amor por un equipo que sigue enganchando tras el ascenso como no lo hacía en años anteriores.