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Gripe en España

El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont a su llegada al aeropuerto de Copenhague.

El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont a su llegada al aeropuerto de Copenhague. Efe

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La gripe de la temporada 2017–2018 está siendo tremenda. En septiembre, el doctor Enrique de la Morena nos decía:

-Nosotros aconsejamos que se vacune toda la población, ya que más vale prevenir que curar. Toda persona que trabaja en oficinas, talleres, hoteles, funcionarios públicos, universitarios, etc., deben vacunarse. Además, los pediatras están aconsejando que se vacunen también los niños.

Hace pocos días escuché al gran doctor recomendar una segunda vacuna en este mes de enero, con el fin de prevenir los extensos males que está causando la gripe. Nuestro hijo, al igual que otros treinta, acudió una noche de sábado a urgencias hospitalarias. El virus se centró en el estómago. La fiebre alta y la resistente a los antitérmicos se unió a un cuadro de vómitos. Hasta que no eres progenitor desconoces cuán grande es el dolor de la calentura de un niño.

El médico suele recetar antibiótico, además de regular la dosis de otros brebajes destinados a bajar la temperatura corporal. Se insiste mucho en completar el tratamiento hasta el final.

Una parte de la sociedad catalana ha sido inoculada con el veneno del separatismo y odio al resto de comunidades, ciudadanos y provincias. Idioma, bandera, alta representación del Estado, representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son el blanco de sus iras.

Esa labor se fue introduciendo en el sistema educativo: la imposibilidad de educar a los niños en un idioma diferente al catalán, junto con una distorsión de la historia de España y una invención de Cataluña muy reciente en el tiempo, frente a los siglos que lleva todo nuestro país unido, junto y en perfecta sintonía. Han tardado años, no muchos en comparación, para conseguir el apoyo de varios cientos de miles de personas en perfecta connivencia. Han sido “transversales”, palabra muy en boga, cuyo significado es conseguir adeptos de cualquier rama ideológica: izquierdas, muy radicales, derechas, muy proclives al nacionalismo; pero, ojo, del centro no hay.

Después del golpe de Estado producido en el Parlamento Catalán, el Gobierno de España aplicó el artículo 155 de la Constitución Española de 1978, tras la aprobación en el Senado. Acertado, sí; a medias, también. El presidente del Gobierno anunció la disolución del Parlamento de aquella Comunidad Autónoma junto con la convocatoria de elecciones a los 55 días. 55 nada más y nada menos.

El Gobierno pretendía desmontar toda la estructura política y social de apoyo a la República Catalana -firmada en el Parlament por 72 parlamentarios el día 10 de octubre de 2017- en tiempo récord. El movimiento ciudadano contra esa independencia tuvo mayor agilidad. No se ha pretendido nunca en nuestra democracia prohibir ideologías, si bien es muy complicado admitir la legalidad de formaciones cuando su principal fin es destruir el orden constitucional vigente. Es más, destinan dineros procedentes de las subvenciones y éstas de impuestos, para llevar a cabo sus fines.

La Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo actuaron por competencia contra personas golpistas, llegando a todos los ex consejeros. ¿A todos? No, hubo 5 de ellos, con su expresidente Puigdemont, como principal cobarde, que buscaron escapar de la acción de la Justicia en Bruselas (Bélgica):

-El Capitán Araña embarca a todo el mundo -al talego- y el se va de España.

Las elecciones no han solucionado nada. Los partidos y agrupaciones electorales siguen manteniendo todos los propósitos de la independencia y del candidato huido como un cagueta. Sus partidarios, a fin de ser identificados, se han colocado un lazo amarillo, tanto en la solapa, como en edificios, casas y, cómo no, campos de fútbol. Apoyar a un prófugo de la Justicia ¿es moralmente sostenible en una democracia?

Entrevistas en televisiones públicas y privadas, medios de prensa de papel y digital, corretear libre y mofarse del Reino de España en la Unión Europea, ¿es normal? ¡Menuda mierda de proyecto uropeo!

España, nuestro hermoso país, precisa de un buen antibiótico que nos proteja de “personajes” de baja estopa; esos individuos que anticipan su anhelo de poder frente a la igualdad del resto de ciudadanos, sus derechos y deberes recogidos en la Constitución.

La inutilidad de los 55 días ha quedado reflejada por los lazos en pecheras de sinvergüenzas. El vigor de los españoles se ve en los discursos de S.M. Rey de España Felipe VI, en las manifestaciones de los ciudadanos y en la presencia de la bandera de nuestro hermoso país en balcones de domicilios privados.

La gripe a medio curar deja un poso de mocos en los pulmones. Si se corta y no finaliza el tratamiento, antes que después, volverá a resurgir el malestar general, indisposición y fiebre. Esa afección mal curada o de manera defectuosa provocará la fortaleza mayor del virus, llegando incluso a originar una peligrosa neumonía, que a ciertas edades puede derivar en un problema de salud, donde esté en riesgo la propia vida del humano.