Opinión

Terror en el puente de Londres

Un tributo floral cerca del Puente de Londres, donde se produjo el atentado.

Un tributo floral cerca del Puente de Londres, donde se produjo el atentado. Reuters

El agua de té se ha teñido con sangre bajo tus pies,

los periódicos me devuelven ecos de aire y dolor,

¡Oh Butlers! bajo tu estampa todas las amapolas luctuosas tienden

un reguero que flota como las guirnaldas del Ganges,

y todos los ríos del mundo mezclan sus aguas junto a ese Támesis tuyo

manando aguas, ¡oh sombras inmensas cantando un claro clamor de luto!,

mientras a ti, mi querido Butlers,

no te queda otra que permanecer erguido

frente a esta corriente de agua universal que es un sollozo unido,

una procesión vaporosa del alma del mundo

rindiendo a tu vera el hondo penar desconsolado

que siempre clama junto a toda tormenta.

Lamento no poder mirarte desde aquella ventana de hotel cuyos demás ojos

abrían sus párpados a la cálida mansedumbre de aquellos días que nos unieron.

¡Oh Butlers Wharf, cuánto me gustaría mirarte desde la lejana ventana del hotel junto al Bridge!

Podríamos verter lágrimas compasivas frente a esa anchura de agua doliente,

podríamos unirnos en el dolor que Inglaterra padece,

sentir que el Támesis no es un brexit entre nosotros.

No una separación para los poetas que somos.


¡ Ah, me duele el dolor inglés!,

este dolor del viejo puente junto al Market.

Esto no es nuevo.

Oíste los lamentos de los caídos como sin duda oíste todos los de la Torre de Londres cuando ella misma era un quejido de pura quejumbre medieval.

Sufriste los bombardeos de los nazis, aquellas rosas negras envenenadas.

Quizás alguien te contó que Napoleón no pudo plantarse frente a ti para imponer su mano en el pecho.

Tampoco lo hizo Felipe II, pero tú entonces quizás no habías nacido.

Solo puedes ofrecernos sangre, sudor y lágrimas.

Quizás Churchill un día paseó junto a ti.

¿Te miró como te miro yo desde el other side?

Dime Butlers de qué color era la pupila de Winston,

ese gigante paquidérmico.

Inglaterra siempre ha sido valiente, un rosa democrática hermosa con espinas que la defienden.

Podría contarte que la isla lleva mil años sin ser invadida.

Pero eso tú ya lo sabes.

Llora conmigo esta tormenta de espinos,

pero no olvides el milenio de una isla aguerrida,

la grandeza parlamentaria de una nación que no capitula,

no olvides el Támesis y el agua que es té pasando tranquila, pero orgullosa, frente a la barbarie.

El poema pertenece al poemario 'Poetry' para Butlers Wharf, que actualmente escribo. Butlers Wharf es un edificio situado en la orilla enfrentada al hotel situado junto al puente de Londres. En mi última visita a Londres, hace pocos meses, mi habitación daba a esa vista frente a Butlers Wharf, el edificio de lo antiguos muelles, con quien empecé a conversar un día...; este poema responde al dolor y a ese diálogo permanente.