Jóvenes en el concierto ofrecido por Hakuna Group en el Auditorio Miguel Ríos.
Mensaje conciliador lleno de esperanza
El pasado domingo, cuarto y último domingo de Adviento, nos deja a las puertas de la Navidad. Es un momento de pausa, de mirar hacia dentro, de preparar el corazón para el nacimiento de Jesús y lo que ello representa para la comunidad cristiana. Nos reconforta encontrarnos con una noticia que invita a la esperanza y que analiza IP. Nova en su artículo "La izquierda, desconcertada con el auge de la fe": contra todo pronóstico, la fe está floreciendo de nuevo en España, impulsada por una juventud que busca sentido, libre y sin ataduras de ninguna clase.
A veces, el ruido político y las discusiones entre líderes —como los roces recientes entre el Gobierno y la Iglesia— nos distraen de lo importante. Pero la realidad social que describe el artículo va mucho más allá de las siglas y de los votos. Nos habla de un movimiento de fondo, sereno y alegre, que está conectando con lo más profundo del ser humano.
Los datos del CIS son reveladores y rompen con los viejos estereotipos. El porcentaje de creyentes entre los 18 y 24 años ha subido casi al 40%. Lejos de ser una juventud pasiva, estamos ante una generación madura, comprometida y responsable.
Estos chicos y chicas no se conforman con lo superficial. En un mundo globalista, a veces demasiado rápido y materialista, están buscando respuestas verdaderas. Encuentran en el mensaje cristiano algo que no ofrece el consumo ni las ideologías cerradas: una llamada al amor universal, al compromiso con el otro y a una trascendencia que llena de verdad. Es un despertar espiritual que no va "contra" nadie, sino "a favor" de la dignidad humana.
Esta vuelta a los valores tiene un reflejo precioso en la solidaridad. La Iglesia ha batido su récord en la Declaración de la Renta, superando los 429 millones de euros gracias a casi 8 millones de personas.
Esto demuestra que el mensaje católico es, ante todo, servicio. Marcar la X, sin excluir otras opciones, es un gesto que une a personas de distintas sensibilidades políticas bajo un mismo fin: ayudar a los más vulnerables, sostener a Cáritas y apoyar a quienes más lo necesitan, en tiempos tan convulsos y de confrontación. Es la prueba de que la caridad cristiana es un punto de encuentro, un lugar donde las diferencias se diluyen para poner a la persona en el centro.
La fe también se está notando en la cultura, y se vive con naturalidad y alegría. Fenómenos como Hakuna, que llenan estadios y plazas, nos recuerdan que creer no es algo triste ni antiguo. El concierto en la Puerta del Sol es una muestra de esa vitalidad.
Ver a miles de jóvenes cantando en el centro de Madrid es una invitación a todos, sin excepción. Como recordaba estos días el líder de la oposición, el Sr. Núñez Feijóo, celebrar la Navidad y vivir la fe es algo de lo que nadie tiene que esconderse, pero tampoco es algo excluyente. El pesebre está abierto para todos.
En estas vísperas de la Natividad, el artículo de I. P. Nova nos sirve para reflexionar sobre lo esencial. Mientras la política a veces divide o se sorprende ante lo que no puede controlar, el mensaje de Jesús sigue siendo el mismo: paz y buena voluntad.
La vuelta de los jóvenes a la fe nos dice que el corazón humano sigue teniendo sed de infinito. Más allá del debate político, lo que celebramos esta semana es el AMOR con mayúsculas, ese que nace en un portal para todos: para los de izquierda, para los de derecha, para los que creen y para los que dudan. Esa es la verdadera revolución de la Navidad: una esperanza que no deja a nadie fuera.
¡Feliz Navidad!