El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en la UNED.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en la UNED. Europa Press

Universidades privadas

Paz Martín
Publicada

Con nada de lo que ejecuta, dice o piensa este Gobierno estoy de acuerdo. En cambio, coincido con el presidente en lo que se refiere a las universidades privadas.

Tengo pruebas.

He presenciado como alumnos que no alcanzaban la nota de corte para la admisión consiguieron matricularse en la universidad o escuela universitaria privada correspondiente. También sé de concesiones de becas "a la excelencia" luego de aprobar el bachillerato en convocatoria extraordinaria.

Cada curso es más obvio, la ausencia de estrés académico ante la certeza de una plaza reservada de antemano, los numerus clausus no va con ellos. Pueda o no, papá lo paga.

En jornadas de puertas abiertas, he sido recibida por antiguos alumnos del montón, de los que me oyeron decir entre risas y veras "no vais a entrar ni pagando"

Ante tales evidencias, he de suponer que futuros abogados, enfermeras, psicólogos, médicos (¿por qué no?) serán graduados por política de empresas expendedoras de títulos a quien pueda permitírselo. Sería justo que figurase en LinkedIn.

No todo vale. 

Los medios de comunicación en los que me informo, en aras del miniarquismo, defienden afanosos la libre competencia del mercado universitario como alternativa al mal servicio público. Asumiendo que la Universidad pública necesita reformas y que alguna de ellas no facilita las cosas, no veo la solución en el capital privado que con ánimo de lucro se mueve por sus intereses. Máxime sin una auditoría que garantice la excelencia. Inclusive Adam Smith defendió la intervención si fuera necesaria.

No obstante, estos mismos medios, sotto voce, abordan el coste de los mismos, muy por encima de las posibilidades de la mayoría. No son tantas las becas que ofertan ni están justamente repartidas. Además, para mayor inri del oyente que no puede permitírselo, presumen de que los egresados de las privadas encuentran antes trabajo y están mejor remunerados. "Sin esperanza con convencimiento", parafraseando a Ángel González, no pongo en duda que esto sea cierto.

Poco hace la Universidad pública por evitarlo.

El mercadeo de títulos en que se ha convertido la Universidad lo denunció Nuccio Ordine en La utilidad de lo inútil. Nunca se está suficientemente preparado, hay que seguir apoquinando para obtener un nivel medio de inglés (¿después de 15 años de escolarización?) o un máster de posgrado. Así hasta los 30 años. Qué agravio comparativo con planes de estudios en que la licenciatura era más que suficiente.

En todos los casos (pública o privada), vivimos en una sociedad en que el cuadrivium ha desplazado al trivium; en que la técnica se impone a la humanística. Ante este panorama, las "escuelas de capataces" formadoras de maestros, oficiales y aprendices, así como las academias con ínfulas, proliferan.

En estas circunstancias, la Universidad debería ser la reserva de los sabios de la que emana la élite cientítifica que exige el buen gobierno. El lugar de todos y para todos en que sólo los mejores tengan acceso, valga el oxímoron.

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