Libro de autoayuda

Libro de autoayuda

Dichosamente infelices

David del Cerro
Publicada

A nadie le sorprende hoy día ver entre los bestsellers de las estanterías de grandes cadenas de librerías un buen número de libros de autoayuda. Todos ellos parecen ser la panacea, una suerte de bálsamo de fierabrás destinado a extender la dicha y la felicidad plena entre la población. Una población que consume cada vez más benzodiacepinas, que parece estar cada vez más encerrada en sí misma (ensimismada) y a la que la vida se le hace cada vez más cuesta arriba.

El caso es que dichos manuales de "erudición" y auténtica "filosofía" se componen, ante todo, de bastantes obviedades: rechazar las relaciones tóxicas, alimentarse bien, hacer ejercicio, meditar, etc. Generalidades tan sumamente superficiales  y vagas que, sinceramente, dan bastante vergüenza ajena y no lidian con la situación particular de la persona y sus circunstancias.

Si uno está en una situación delicada a nivel emocional, afectivo, psicológico, etc., lo que ha de hacer en primera instancia es ponerse en manos de especialistas y no de cantamañanas, eso es de cajón, pero parece que no está tan claro para algunas personas.

Al hilo de lo comentado anteriormente, resulta paradójico que, en general, en los medios se nos venda la imagen de un mundo "feliz" y justo, cuando lo cierto (y solo hace falta salir a la calle, sobre todo en las grandes ciudades) es que cada vez se observa una mayor pobreza y desigualdad, una mayor cantidad de inseguridad y problemas sociales, una incertidumbre que afecta no solamente a los jóvenes y una especie de desamparo entre la ciudadanía al contemplar cómo, una y otra vez los políticos, entre otros, se salen con la suya siempre, dando igual lo que hagan.

Por tanto, esa idea que también se nos vendió de la meritocracia, del esfuerzo, cada vez es más hueca y vacía, carente de sentido ante una realidad que premia al delincuente, al vago y al estúpido y castiga al honesto, al inteligente y al emprendedor.
Una sociedad, en definitiva, que dista mucho de ser feliz en su conjunto y que, por tanto, también condiciona la felicidad o al menos el bienestar individual y lo intenta compensar o sustituir con parches (entretenimiento, drogas, etc.) es, en mi opinión, una sociedad condenada y que no tiene recorrido como tal.