En unas convocatorias forzosamente descontextualizadas -era fácil dejar la en ese momento anacrónica denominación de Fogueres en Nadal- las cenas de hermandad que se desarrollaron el pasado fin de semana levantaron un ejercicio foguerer hasta ahora mortecino. Es cierto que se podían haber activado en navidades otras iniciativas para ello -lo apuntamos en esta misma tribuna- pero en este caso cabría señalar aquello de que "más vale tarde que nunca".

Cuando apenas nos encontramos a tres semanas de esas fallas que siempre -salvo el pasado septiembre- han aparecido como el preludio de nuestras fiestas, una mezcla de incertidumbre y esperanza se enseñorea en la gran familia de la fiesta. Existe una sensación generalizada -esta vez segura- de que en junio habrá hogueras, pero ¿Hasta qué límite?

Partiendo de la intuición de que vamos a volver a vivirlas prácticamente como hasta 2019, lo cierto es que hasta el momento no observo entusiasmo. Hay una insólita sensación de aletargamiento. De incertidumbre incluso, que ahora se encontraría por completo disipada si el pasado otoño se hubiera dado libertad a aquellas comisiones que quería trasladar las hogueras 2921 a la calle, normalizando su presencia.

No hay posibilidad de vuelta atrás, pero el paso de los días ya deja señales consistentes de esa poco matizada modificación en el calendario del ejercicio 2022/2023. Por un lado, los anuncios de diversas firmas de indumentaria rogando a las comisiones que cuanto antes hagan sus encargos de trajes o incluso bandas, puesto que en el verano les va a resultar imposible atender los habituales encargos con tiempo.

Y esa misma circunstancia se está produciendo en no pocas hogueras, a las cuales les ha pillado con el pie cambiado tener que prever y comprometer el relevo de sus representantes femeninas prácticamente antes de celebrar en junio nuestras fechas centrales. Una cosa es iniciar con fuerza los prolegómenos de les Fogueres 2022, y otra iniciar atropelladamente el ejercicio siguiente ¿Era necesario?

Es más, existen rumores fundados de que conscientes que la plaza de toros puede resultar un lugar inadecuado para realizar las elecciones de la bellea del foc en noviembre, se está barajando por parte de la Federación estrenar un nuevo marco, que antes se ensayará con motivo del cercano Concurso Artístico: la Ciudad de la Luz. Es más. Me consta de foguerers que sea en uno u otro marco, no asistirán al mismo en unas fechas totalmente fuera de lógica. Seré uno de ellos. Lo reitero ¿Era necesario esto?

Sin embargo, en este cúmulo de anomalías de la que aún desconocemos su auténtico alcance, no sería justo omitir detalles que apelan a la esperanza. Uno de ellos fue anunciado en la reciente asamblea; el considerable aumento de la subvención municipal a las distintas comisiones. Creo que se trata de una más que loable apuesta. Una señal de sensibilidad por parte del Ayuntamiento de Alicante, para insuflar garantías en la continuidad de nuestro Sant Joan, en un contexto en el que parece la incertidumbre no nos deja del todo.

Sería valioso que ese aumento en el presupuesto general a la Festa sirviera del mismo modo para reforzar algunos actos de la misma que en los últimos años aparecían bastante descuidados, como la Entrada del Pregón -muy escasa en presencia musical- o el Desfile Folklórico Internacional, bastante por debajo del prestigio alcanzado en periodos precedentes. Es la hora de reforzar esas carencias. A tiempo estamos.