Cargada con su mochila, la escritora Cristina Campos llega a Alicante dentro de la larga promoción que supone ser finalista del Premio Planeta. Y la excelente acogida en las veladas literarias del Maestral acompañan las de su libro, Historias de mujeres casadas. Ahora, avanza a EL ESPAÑOL que ya está trabajando en su continuación, cambiando el punto de vista femenino por el de los hombres.

Las infidelidades que basan su novela no están pensadas para romper parejas en el Día de los Enamorados. "Es un regalo precioso para San Valentín", asegura, "es una novela que defiende el matrimonio, a pesar de que mi protagonista, que lleva quince años casada, se enamora de un hombre que no es su marido". Y en ese camino Campos hace que su personaje "defienda el matrimonio y la familia hasta el final".

En el principio, en cambio, la autora introduce a su protagonista con "el mejor orgasmo de su vida" en manos de su amante para inmediatamente contrastarlo con la vida con su marido e hijo. 

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Pan de limón con semillas de amapola, su anterior libro ya anticipaba el éxito que está recibiendo y, risueña, Campos reconoce que no era el primer título con que había pensado. La idea del cambio de nombre en este caso llegó tras plantear que ya tenía el material escrito y en la editorial no estaban convencidos. Una situación a la que también enfrentará a sus protagonistas en el mismo arranque.

En estos meses Campos destaca que ha descubierto que "soy una mujer muy, muy trabajadora". "Tengo talento –y no pasa nada en decirlo–, pero sobre todo, soy muy tenaz. El secreto de mi éxito es el trabajo". Y otro sería el saber escuchar a quienes se han acercado a ella y le han acabado confesando sus aventuras fuera de la relación de pareja, como por ejemplo sus amistades.

Eso le ha permitido sorprenderse por ejemplo con la reacción de sus lectores masculinos. "A los hombres esta novela les descoloca un poco", asegura. "Vosotros también lo pasáis mal y me doy cuenta a raíz de haberla escrito porque pensaba que el desgarro emocional era fundamentalmente femenino, pero me doy cuenta de que también es masculino". El problema, señala, "¡es que habláis tan poco, cuesta tanto que os sinceréis!".

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Para Campos la diferencia está en que "los hombres tienden a quedarse con la esposa. Sin embargo, nosotras miramos hacia el amante". Todo eso lo piensa aprovechar ahora en su nueva novela, Historias de hombres casados, para la que está trabajando ya con documentación.

Del mismo modo, tiene que ir atendiendo al cortejo que se encargaría de la adaptación audiovisual de este texto. Un proceso en el que aún hay camino por delante: "Hay varias productoras de plataformas interesadas, pero me cuesta mucho tomar la decisión", reconoce. Y una de las razones para ello está en la cantidad de sexo explícito que hay en el libro porque "hay una línea muy fina de pasar de lo íntimo a lo erótico, de lo elegante a lo soez, y que se banalice".