Fundación César Manrique.

Fundación César Manrique. E.E.

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Fundación César Manrique, el legado artístico de Lanzarote: dos casas-museo entre lava y palmeras para entender la isla

El artista que cambió la isla dejó dos hogares convertidos en museo: la Casa del Volcán (Tahíche) y la Casa del Palmeral (Haría). Visitar ambas en un mismo día es un viaje por el ideario arte‑naturaleza que hizo única a Lanzarote en España.

Redacción | EL ESPAÑOL
Lanzarote
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César Manrique (Arrecife, 1919‑1992) no solo pintó paisajes: los habitó. Su manera de mirar la geología volcánica, la arquitectura popular y la luz atlántica transformó la isla y redefinió el turismo en Canarias. Hoy, dos de las casas donde vivió se pueden recorrer.

En Tahíche está la llamada Casa del Volcán, sede de la Fundación César Manrique. Manrique la proyectó a su regreso de Nueva York, cuando decidió instalarse definitivamente en su tierra. La levantó sobre una colada solidificada de las erupciones de 1730‑1736. Lava y vida, pared con pared.

Arriba, la vivienda dialoga con la arquitectura tradicional lanzaroteña: volúmenes blancos, patios, carpintería sobria. Abre ventanales generosos y lucernarios modernos que inundan de luz unas estancias pensadas para mirar el paisaje sin invadirlo. La escala doméstica sigue intacta.

Debajo llega la sorpresa. Cinco burbujas volcánicas naturales, conectadas por túneles excavados en la lava, se transforman en salones, rincones de descanso y espacios casi surrealistas. Piscina, pequeña zona de baile, horno, barbacoa y vegetación exuberante conviven sobre basalto negro.

El recorrido concluye en el antiguo estudio del artista, hoy sala expositiva de su pintura. Quedan pinceles en el imaginario: materia, gesto, color y aquella frase que resumía su estética emocional del paisaje: «Trato de ser la mano libre que forma a la geología».

Los jardines exteriores refuerzan el contraste: ceniza volcánica, muros cortavientos, cactus, esculturas y un mural vibrante que estalla de color contra el negro. Aquí se entiende el principio manriquiano de arte‑naturaleza / naturaleza‑arte mejor que en cualquier libro.

La Casa del Volcán (Tahíche): arte excavado en lava

La sede de la Fundación abre todos los días de 10:00 a 17:30 (taquilla hasta 17:00; desalojo 17:20). Cierra el 1 de enero. Dirección: Taro de Tahíche, C/ Jorge Luis Borges, 16. Entrada: 10 € (adultos) y 3 € niños 7‑12 años.

Quienes quieran visitar también la casa de Haría pueden ahorrar con la entrada combinada: 17 € (adultos) y 4 € niños. Conviene planificar: recorrer Tahíche con calma lleva tiempo; suma traslados y Haría para evitar prisas de última hora.

La Casa del Palmeral (Haría): el lado íntimo de Manrique

Al norte de la isla, en medio de un palmeral que parece un espejismo verde, se encuentra la segunda vivienda visitable. Manrique rehabilitó aquí, a partir de 1986, una antigua casa de labranza en ruinas. Quería silencio, tierra y luz tamizada por hojas.

La intervención respeta la arquitectura rural lanzaroteña pero introduce confort y mirada moderna: proporciones cuidadas, materiales nobles, blancos luminosos y estancias abiertas a patios vivos. El resultado es íntimo, habitable, casi secreto.

El visitante accede a través de dos patios que funcionan como antesala sensorial. Dentro se conserva mobiliario original, objetos cotidianos, piezas artesanales y hallazgos que el artista elevó a categoría estética. La casa revela al Manrique humano.

El taller, separado de la zona residencial, permanece montado como lo dejó el día de su muerte en 1992: pigmentos, caballetes, dibujos, cuadros inacabados. Es un momento de parada obligada; aquí late el pulso diario del creador.

La exuberancia vegetal —interior y exterior— suaviza la luz y envuelve al visitante en un microclima de calma. Palmas, macetas, sombras y piedra conviven en un discurso de escala humana tras la monumentalidad volcánica de Tahíche.

La Casa‑Museo de Haría abre todos los días de 10:30 a 17:30 (taquilla hasta 17:00; desalojo 17:20) y cierra también el 1 de enero. Dirección: C/ Elvira Sánchez, 30, Haría. Entrada: 10 € adultos; 3 € niños 7‑12 años (o incluida en el combinado).

Cómo organizar la visita en un día

Si dispones de una sola jornada, empieza temprano en Tahíche (abre antes) y calcula al menos 90 minutos para disfrutar de la casa y los jardines sin correr. Después conduce hacia Haría; la ruta es parte del viaje, con paisajes volcánicos y miradores naturales.

Llega antes de media tarde: la Casa‑Museo cierra a las 17:30 y merece mínimo una hora, más si quieres detenerte en el taller. Recuerda que el último acceso efectivo depende del cierre de taquilla (17:00) y del desalojo progresivo.

Ambos espacios son parcialmente accesibles para personas con movilidad reducida debido a la configuración original de las casas y la geología del terreno. Consulta en taquilla para recorridos adaptados y puntos de apoyo.

Fotografía sí, pero con respeto a las indicaciones del personal y sin flash donde se indique. No se permite el uso de trípodes sin autorización previa. Mantén las piezas y elementos originales fuera del contacto directo.

Manrique en contexto

Formado en la Academia de San Fernando, Manrique pasó por Madrid y luego por Nueva York en los sesenta, donde respiró expresionismo abstracto, pop, nueva escultura y arte cinético. Regresó cargado de referencias que filtró a través de la lava de su isla.

Desde mediados de esa década impulsó en Lanzarote un programa pionero de intervenciones paisajísticas con vocación pública y turística: Jameos del Agua, Mirador del Río, Jardín de Cactus, Timanfaya… Obras que demostraron que el desarrollo podía dialogar con la naturaleza en lugar de devorarla.

Visitar la Fundación en Tahíche y la Casa‑Museo de Haría es, en realidad, entrar en la cocina de esa visión. Dos casas, dos paisajes, un mismo artista que quiso que la belleza fuera cotidiana.

Al salir, la isla se ve distinta. Esa es, quizá, la mayor obra de César Manrique.