El PSC confía tan poco en que una reforma constitucional dé solución a los problemas territoriales que ya ha preparado cuál debe ser la respuesta a ese fracaso antes incluso de que se juegue ese partido. La organización que dirige Miquel Iceta ya avisa de que propondrá la celebración de un "referéndum a la canadiense", con una ley de claridad que determine bajo qué condiciones Cataluña se podría separar del resto de España.

La digestión de la derrota se le ha atragantado al PSC. Si no, no se entiende que después de haber sido el único partido catalán en perder un escaño en relación al 20-D despache una propuesta tan extemporánea. Más aún cuando el diputado que han perdido los socialistas ha ido a parar a un partido con una nítida idea de España como es el PP.

Al convertir el referéndum a la canadiense y la ley de claridad en las propuestas estrella de su próxima ponencia política, el PSC le hace el trabajo a los separatistas, pues plantea fórmulas legales para legitimar la ruptura de España en lugar de medidas para evitarla.

Allá los socialistas catalanes si quieren seguir bailando la yenka con el denominado derecho a la autodeterminación. En 2012 defendieron la celebración de una consulta, en el programa de 2015 la olvidaron, así que ahora no tiene por qué extrañar que planteen un "reconocimiento claro y limpio de la nación catalana por parte de la sociedad española" o que reclamen una "relación bilateral". 

Al abrir este debate desde una posición marcadamente nacionalista, el PSC da oxígeno a Podemos y enmienda a la dirección federal, que convirtió los referendos de autodeterminación en una línea roja ante cualquier negociación entre partidos. Está claro que, además del desafecto de los electores, el PSOE tiene un problema importante vinculado a la compatibilidad del PSC en su proyecto.