El presidente de ERC, Oriol Junqueras, este jueves en la sede del partido.

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, este jueves en la sede del partido. Kike Rincón Europa Press

Política CRISIS EN ERC

Marta Rovira negociará desde Suiza la investidura de Illa para que Junqueras no asuma el coste político

El presidente de ERC se librará de ser quien firme el pacto para hacer presidente de la Generalitat al líder del PSC.

17 mayo, 2024 02:58

Hasta este lunes, en que Pere Aragonès anunció su retirada de la "primera fila política", se hablaba de una "bicefalia" en Esquerra Republicana, porque el president (ahora en funciones) compartía el liderazgo con Oriol Junqueras, presidente del partido. Pero la realidad es que la dirección de ERC era una "santísima trinidad". Así se conoce en la sede de la calle Calàbria al trío que formaban ambos con Marta Rovira.

Fugada de la Justicia española en Suiza desde marzo de 2018, Rovira será quien, a partir del 10 de junio, comandará las negociaciones de Esquerra con el PSC para la investidura del candidato del PSC, Salvador Illa. No otra cosa cabe augurar como consecuencia de los movimientos en ERC desde "la noche del desplome", por los resultados electorales del pasado 12-M.

El congreso del partido en el que Junqueras quiere ser entronizado "con el aval de la militancia", según fuentes de su entorno, se convoca para el 30 de noviembre. Y esa fecha hace imposible imaginar que Esquerra esté contemplando una repetición electoral.

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Hay dos razones que sostienen esa conclusión. Primera: Esquerra no puede concurrir a las urnas con su reestructuración (o renovación) sin cerrar. Y segunda: no se arriesgaría a propiciar elecciones sin un candidato conocido, y Aragonès ya se ha retirado; Junqueras no podría por su inhabilitación, como ya informó este diario; y Rovira, menos aún, porque a su procesamiento por el procés se le añadió el pasado noviembre la imputación por terrorismo en el caso Tsunami.

Junqueras se quedará hasta el 10 de junio, sólo un día después de las europeas. Tiene todo el sentido por cuestiones internas, pues así no descabeza al partido en plena contienda electoral. "¿Quién haría los mítines, si no [con el president de salida y la secretaria general en Suiza]?", apunta una fuente interna. 

Pero esta salida en diferido también la facilitan circunstancias externas: como también informó EL ESPAÑOL, Pedro Sánchez no quiere interferencias, y tanto el PSC como la portavoz del Gobierno ya han avisado de que mientras haya "una campaña en marcha" no se debe esperar que se negocie nada.

Desde ese momento, será Rovira quien se quede al frente de la estructura política de Esquerra. "Ella es la que manda de verdad, la que marca la estrategia y la que lideró la negociación para la investidura de Sánchez", añade otro dirigente.

Sin firma de Junqueras

Y ahora, repetirá, en este interregno de Esquerra, en el que se espera mayor dureza dialéctica del partido, que se lame las heridas de la "desconexión" entre su acción de govern y su mensaje con el electorado, que les ha ido dando la espalda de manera creciente desde las municipales de 2023 a las autonómicas de hace cinco días, pasando por el 23-J.

Además, que sea Rovira la que negocie con los socialistas desde Suiza tiene dos efectos más: por un lado, los republicanos podrán explotar el victimismo. La secretaria general del partido "es una persona de convicciones firmes y tiene una extrema conciencia de pertenencia" al proyecto.

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En ese sentido, tiene un carácter equiparable al de Carles Puigdemont en Junts. Y comparte con él ese concepto del "exilio" provocado por "la represión del Estado contra el independentismo democrático".

El segundo efecto es que, consiga o no su objetivo de irse el 10-J y regresar el 30-N, Junqueras no será nunca responsable de la investidura de Illa.

Él dejará de ser presidente de ERC el 10 de junio, y se irá de gira por las agrupaciones locales de la formación "a escuchar" y a explicarse. Cualquier decisión que tome la Ejecutiva, más allá de que parece inevitable facilitar el Govern socialista, será sin su firma

Y además, su vuelta al liderazgo del partido coincidirá con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2025. "Y es más fácil ejercer el poder de los siete votos de Esquerra en el Congreso, sin los que no le saldrían las cuentas a Sánchez, que en el Parlament, donde Illa tendría varias sumas posibles".

Las 72 horas tras el 12-M

Cuando la noche del 12-M, Aragonès admitió los "malos resultados" hizo dos cosas más. Primero, fijó que ERC se iría a la "oposición", para trasladarle al PSC la presión de lo que pueda pasar y, sobre todo, a Junts. Si no hay Govern y se tiene que volver a votar a mediados de octubre, que sea por ellos. Y segundo, anunció que "es el momento de asumir responsabilidades individuales y colectivas".

Las individuales las asumió él mismo, con el anuncio de su retirada. Las colectivas iban por Junqueras y Rovira, porque la 'santísima trinidad' lo era de derecho, pero no de hecho: a su salida de la cárcel, el presidente de ERC se encontró un partido que funcionaba sin él, y le costó tomar las riendas.

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Junqueras no tomó decisiones para la coalición de gobierno con Junts en 2021, ni se le dio voz para la elección de los consellers, tampoco se le hizo partícipe de lo que negociaba en la Mesa de Diálogo con el Gobierno de Sánchez: ni los indultos, ni la derogación de la sedición, ni la reforma de la malversación...  De hecho, la amnistía a cambio de la investidura la llevó Rovira.

En realidad, no fue hasta enero de este año que el supuesto líder de ERC halló el modo de dejar claro quién mandaba.

El Consell Nacional de Esquerra en el que Junqueras "ungió como candidato" al president de la Generalitat para que optara a la reelección, pudo parecer un paso atrás, pero fue justo lo opuesto.

De un solo golpe, Junqueras logró conjurar la división interna y se empezó a poner al frente, porque además tomó decisiones de inmediato. Hubo un terremoto de destituciones en el partido por orden del presidente que fueron respondidos por nombramientos y ascensos en el Govern por parte del president.

'Un Sánchez' o 'un Felipe' 

Por todo lo anterior, explica a sus más cercanos que él no siente que realmente haya presidido el partido estos años. Razón por la que no se siente responsable de ese descalabro que empezó hace un año.

Y así, tras dejar un día de silencio, por respeto al funeral político de Aragonès, emitió su carta para terminar de tomar el mando. Después, el miércoles acudió a la Ejecutiva con un plan distinto al que se anunció a su salida.

Partiendo de que Rovira quería "regenerar democráticamente" el partido, imponiendo un tope de mandatos (ambos llevan desde 2011 al mando), y de que él quiere seguir, Junqueras propuso seguir al frente del partido, pero convocar un congreso "algunos meses antes" de ese 30-N que finalmente salió. 

Pero las dos almas de los críticos (los más aragonesistas y los alineados con Rovira) se le echaron encima. Y le acusaron de que un congreso antes del verano sería "cerrar la crisis en falso". Porque no habría tiempo para armar una candidatura alternativa. Finalmente, Junqueras aceptó presentar su dimisión y hacerse un Sánchez.

Como el líder del PSOE, cogerá el coche y se recorrerá "el país" para ponerse a la militancia detrás. Y como él, también, se tomará un tiempo de reflexión. Aunque no son lo mismo cinco días y en la Moncloa que cinco meses y en un partido recién expulsado del poder... y dividido.

Otros comparan el movimiento de Junqueras con el del Felipe González en 1979. En mayo de ese año, el líder socialista renunció a la secretaría general tras tumbarle el partido su propuesta de abandonar formalmente el marxismo. Cuatro meses después, en septiembre, el PSOE admitió su tesis y volvió a elegirlo secretario general en un congreso extraordinario.