Casado y Mañueco, la campaña electoral en la que todo sale mal

Casado y Mañueco, la campaña electoral en la que todo sale mal Fernando Garea

Política ELECCIONES 13-F

Casado y Mañueco ante su hora decisiva: el margen se estrecha tras la campaña en la que todo les salía mal

Las encuestas han reflejado una caída de las expectativas del PP desde la convocatoria electoral en Castilla y León, entre traspiés de su estrategia.

12 febrero, 2022 04:20

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La idea sonaba bien en la cabeza de Alfonso Fernández Mañueco el 20 de diciembre cuando decidió convocar elecciones anticipadas en Castilla y León por primera vez en la historia constitucional. Se trataba de liberarse de Ciudadanos, su socio de coalición, y buscar los 200.000 votos y 13 escaños del partido que encabeza Francisco Igea.

Se buscaba también actuar lo más rápido posible para que el conglomerado de partidos localistas identificados como “la España vaciada” no tuviera tiempo de organizarse y presentarse de forma articulada a unas elecciones. Aparentemente nada podía salir mal y, de hecho, los primeros estudios demoscópicos del PP apuntaban resultados muy próximos a la mayoría absoluta, como para poder gobernar en solitario y con comodidad.

Desde hace meses también sonaba muy bien la idea en la cabeza de Pablo Casado y en las de los miembros de su equipo y sus asesores. Las elecciones en Castilla y León podrían ser la continuidad del triunfo de mayo en Madrid que impulsó al PP en todas las encuestas nacionales frente a Pedro Sánchez; sería un paso más para empujar a Ciudadanos hacia la irrelevancia y ocupar su espacio electoral y, de paso, reforzar su poder territorial y demostrar a Isabel Díaz Ayuso que, en realidad, lo suyo en la Comunidad de Madrid no tiene tanto mérito, porque la marca del partido está por encima de los candidatos.

Además, buscaban subirse a la ola del llamado efecto “rally round the flag”, según el cual en situaciones de crisis los ciudadanos tienden a apoyar a quien gestiona. Con ese efecto, en todas las elecciones que se han celebrado en España desde el inicio de la pandemia ha ganado el que la ha gestionado, con la única excepción de Cataluña, donde influyen otros matices y factores.

Así estaba planeado, pero al llevar el plan a la práctica todo lo que podía salir mal en la precampaña y la campaña electoral del PP ha salido mal. Casado y Mañueco afrontan su hora decisiva con un margen que se ha ido estrechando. Es posible que el PP supere la barrera de los 33 escaños y pueda gobernar en solitario, pero a estas alturas quedaría para siempre la idea de que lo logró a pesar de cómo ha ido la campaña electoral.

“Ha sido la peor campaña electoral de la historia”, asegura sobre el PP un experto en encuestas. El antecedente más próximo es el de la campaña del socialista Ángel Gabilondo en las autonómicas de mayo en la Comunidad de Madrid.

Caída sostenida

No sólo porque todos los sondeos coinciden en mostrar una caída sostenida de la lista de Mañueco desde que anunció la convocatoria electoral, sino porque la cara de los dirigentes del PP y los sucesivos giros reflejan el temor de los populares por una expectativa que se desinfla.

En gran parte la política y especialmente la actividad electoral, consiste en la gestión de las expectativas y el PP es víctima de esa expectativa creada por ellos mismos. Curiosamente, el PSOE ganó en 2019 aunque no pudo gobernar, pero partía en esta campaña de una expectativa tan baja que no existe la impresión de derrota, aunque Mañueco mantenga la Presidencia de la Junta.

De inicio, el principal problema del PP en campaña ha sido el de cumplir el primer trámite que exige la decisión de anticipar unas elecciones: justificar la necesidad de llevar a los electores a las urnas.

Mañueco habló de una supuesta moción de censura contra él, pero en realidad dos días antes Igea se había pronunciado a favor de una coalición electoral entre PP y Ciudadanos para el futuro y el PSOE no podía presentar antes del mes de marzo.

Otro elemento importante es que es la primera vez que en Castilla y León no coinciden elecciones autonómicas y municipales y, en un territorio con población tan dispersa, la capacidad de movilización de los ayuntamientos es notable. Solo al final de la campaña el PP ha lanzado planes específicos para lograr esa movilización en pequeños municipios, precisamente los lugares donde tienen más implantación.

El PP se encontró de inicio el regalo de la polémica sobre las declaraciones del ministro Alberto Garzón y se lanzó para intentar centrar la campaña en la ganadería, mientras el PSOE tardaba una semana en entrar en la polémica.

Casado entró de lleno con actos rodeado de ganado que terminaron por ser memes. Miembros del PP admiten que dieron impresión de actos improvisados, que incluyeron frases poco afortunadas del líder del PP como aquella de: “Muchas veces no había agua y teníais que beber vino”.

Elecciones nacionales

El líder del PP se ha volcado tanto que a veces ha parecido ser él el candidato y, de hecho, ha convertido las elecciones en comicios de alcance nacional.

Como revulsivo, el PP decidió llevar a la campaña a José María Aznar. Intervino en un acto y sus frases fueron interpretadas como duras críticas a Casado, tanto que el propio expresidente del Gobierno tuvo que aclarar luego que no se refería al actual líder del partido. Fue otro gol en propia puerta.

Se vivió también el episodio de la convalidación en el Congreso del decreto de la reforma laboral. Primero, la decisión tajante de Casado para oponerse a la reforma fue, como mínimo, controvertida dentro del PP y respecto a hipotéticos apoyos del principal partido de la oposición, como los empresarios. Hasta Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander se pronunció a favor de la reforma laboral acordada con sindicatos y empresarios.

Todo empeoró cuando el diputado y miembro del aparato del PP Ángel Casero erró en su voto cuando el Gobierno estaba a punto de perder la votación de convalidación y al borde del abismo de una sonora derrota parlamentaria. El error de Casero llevó al PP y a su líder a lanzarse contra la presidenta del Congreso, con la acusación de “pucherazo”.

Luego el PP omitió lo de “error informático” y acaba la campaña recurriendo al Tribunal Constitucional, pese al demoledor informe de los letrados de las Cortes y los informáticos de la Cámara.

Dirigentes del PP entienden que la dureza del discurso durante la campaña puede haber terminado por engordar a Vox, porque el elector prefiere el original a la copia. Por eso, según las encuestas, la ultraderecha tiene opciones de pasar de un único escaño a un mínimo de una decena que le atribuyen todas las encuestas, a pesar de que se presenta con un candidato desconocido, reclutado en el último momento.

En el tramo final de campaña, Mañueco recurrió a Isabel Díaz Ayuso para que interviniera en más actos de los previstos inicialmente. El actual presidente de la Junta y cabeza de lista del PP llevaba toda la campaña evitando hablar de Vox y de eludiendo las referencias a un posible pacto con la ultraderecha y Ayuso salió del guion para explicar claramente que no ve problemas en pactar con el partido que lidera Santiago Abascal. Esa ambigüedad sobre Vox provoca también algunas dudas en el PP y, de hecho, mantiene un vivo debate entre sus filas.