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Ciencia

PubPeer, el 'forocoches' de científicos anónimos que desenmascara impostores y puede tumbar a un Nobel

Denuncias que han surgido desde esta web especializada han acabado con artículos científicos retirados de las revistas más prestigiosas.

31 octubre, 2022 03:04

En septiembre de 2019, la revista Nature retiró un premio que le había otorgado al famoso biólogo molecular Carlos López Otín dos años antes. Nueve artículos suyos habían sido retractados, esto es, retirados después de que se denunciaran algunas presuntas irregularidades en los mismos que hacían que no se alcazaran los estándares necesarios de una publicación científica.

A mediados de este año, la misma revista admitió estar investigando los trabajos de otro investigador, el neurocientífico Sylvain Lesné, por sospechas de manipulación de imágenes de sus resultados. Nature emitió una 'expresión de preocupación' (un paso previo a la retractación) sobre cuatro artículos suyos, que fundamentan la principal teoría sobre el mecanismo de acción del alzhéimer, una vía en la que se han invertido cientos de millones de euros sin apenas beneficios clínicos en casi 20 años.

Más recientemente, el genetista Gregg Semenza saltaba a la palestra tras ver cómo 17 de sus estudios eran objeto de retractación, correcciones o expresiones de preocupación. Aunque estas revisiones forman parte del avance de la ciencia no es para nada habitual reunir tantas; menos aún si quien las recibe es un premio Nobel: Semenza recibió el galardón en la categoría de medicina o fisiología en 2019.

Estos tres casos de prominentes investigadores caídos en desgracia comparten una característica esencial: las sospechas sobre su trabajo comenzaron en una web poco conocida pero cada vez más temida: PubPeer.

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El mecanismo de esta web es el habitual de un foro de internet: usuarios identificados con pseudónimos escriben posts que creen de interés para la propia comunidad. Como un ForoCoches de la ciencia. Y, al igual que la famosa web española, todo el mundo puede leer pero el acceso está restringido. En el caso de PubPeer, para entrar tienes que tener al menos un artículo científico publicado en una revista con cierto grado de relevancia (indexada: que figure en bases de datos como Scopus o Web Of Science, referencias en el mundo científico).

Imagenes manipuladas

El fin de PubPeer es comentar artículos científicos, tanto para bien como para mal, pero su fama viene por las sospechas que levantan sus usuarios sobre elementos de los artículos de otros que no están del todo claros. Puede tratarse de despistes, de errores o, en el peor de los casos, de manipulación y mala praxis.

"Una cosa es que tú mejores una imagen, algo que está a la orden del día, para que se observe mejor lo que quieres mostrar, y otra cosa es que esconda una mentira", explica Raúl Rivas, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca. Desde la llegada de las herramientas de edición digital, es habitual ver 'retoques' en las imágenes científicas. "Es distinto falsificar una foto que mejorar la calidad o darle intensidad a una banda que no se ve".

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¿Por qué las imágenes son cruciales? Muchas técnicas utilizadas en el laboratorio para detectar la presencia o ausencia de determinadas proteínas (indicadores, por ejemplo, del efecto de un fármaco) muestran tiras de papel con determinados grados de tinción. Una gran parte de las imágenes que hacen arquear las cejas a los usuarios de PubPeer es que algunas tiras parecen duplicadas, levantando sospechas sobre si ha habido manipulación de los resultados. Normalmente, los usuarios levantan la liebre y, si las imágenes sospechosas van más allá de la casualidad, las revistas en que aparecieron los artículos inician una investigación más profunda.

El Premio Nobel Gregg Semenza.

El Premio Nobel Gregg Semenza. Johns Hopkins Medicine

La fama de PubPeer no es nueva. Fundada en 2012 por el neurocientifico Brandon Stell, investigador del Centro Nacional de la Investigación Científica francés, y otros dos compañeros anónimos (se les conoce como George y Richard Smith), en menos de un año ya lograba que se revisaran artículos como uno de Shoukhrat Mitalipov en Cell –una de las grandes publicaciones sobre investigaciones biomédicas– donde afirmaba haber clonado células madre.

Las denuncias también llegaron rápido: en 2014, el investigador del cáncer Fazluz Sarkar denunció a PubPeer por difamación, afirmando que las denuncias anónimas le habían hecho perder su trabajo. La denuncia fue desestimada, por cierto, pero explica muy bien la polémica que hay en torno a esta web: ¿cómo de legítimo es que personas anónimas destrocen un trabajo publicado con nombre y apellidos?

El precio de dar la cara

Un caso español puede explicar esto. En 2016, Susana González, prometedora científica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), fue despedida de la institución sin dar muchas explicaciones. Después se conoció que un artículo suyo publicado en Nature Communications había sido retractado por presentar imágenes duplicadas y hacerlas pasar como de experimentos distintos.

Las sospechas comenzaron en PubPeer pero quien dio un paso adelante para informar al centro puso sus nombres y apellidos: Antonio Herrera Merchán había realizado la tesis doctoral con González y estaba familiarizado con su trabajo. Por eso, al notar demasiados parecidos entre las imágenes del artículo y otras que le había visto anteriormente en congresos, acudió al foro para corroborar sus sospechas, tras lo cual se decidió a informar a la institución. El resultado: Herrera, que tenía una prometedora carrera investigadora, trabaja como profesor de secundaria de Biología y Geología.

"En mi experiencia personal, no conocía esta plataforma hasta mi segundo año como posdoc: nunca antes, en mi etapa predoctoral, había recibido formación ni tampoco ningún compañero predoc o posdoc me había comentado nada de este tipo de webs", comenta a EL ESPAÑOL. "Solo me hizo mención un investigador principal cuando le hablé sobre alguna imagen que me había parecido haber visto duplicada" en un congreso.

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"En este mundo de la investigación tan endogámico y cerrado, donde todos conocen a todos y tanto depende tu futuro de los demás, identificarte con tu nombre te cerraría puertas para seguir con tu carrera", afirma Herrera. "Yo soy un ejemplo evidente. Así que el anonimato puede protegerte de esas represalias que sufren aquellas personas que deciden denunciar estos casos de mala praxis".

Abusos desde la sombra

Ese anonimato tiene su contraparte. Todos los investigadores consultados por este medio sostienen que la libertad de lanzar sospechas sobre el trabajo de otros sin dar nombre y apellidos puede dar lugar a campañas de acoso injustificadas. Los científicos, después de todo, también son humanos.

"Los científicos en un campo son como los habitantes de un pueblo", reflexiona José Luis Jiménez, investigador de la Universidad de Colorado. En su campo, la química de aerosoles, "tal vez somos dos mil en el mundo, como un pueblo no muy grande".

Susana González.

Susana González. CNIC

Entre esas dos mil personas, con el paso de los años, "se van formando algunas enemistades, como en otros campos de la actividad humana". Jiménez afirma que ha visto casos de abuso desde el anonimato con herramientas similares a PubPeer, por lo que cree importante que el sitio "vigile y evite que hay campañas organizadas para atacar a ciertos científicos sin razón".

Raúl Rivas, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, expone una cuestión menos mundana. "Cuando hay un conflicto de interés hay que notificarlo: no es que esa persona sea amiga o enemiga, sino que a lo mejor se trata de una publicación relacionada con algo que tú estás haciendo".

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Es algo que en la revisión tradicional, normalmente, se tiene en cuenta. Porque todo lo publicado por revistas científicas ha sido sometido previamente a revisión por expertos independientes. El 'éxito' de PubPeer pone en la picota uno de los puntales de la ciencia del último siglo: la garantía de que todo lo que está publicado cumple con los estándares exigidos por la comunidad científica.

"En teoría, todos esos papers han pasado una revisión por pares: casi siempre son dos revisores pero muchas veces hay tres o cuatro, además del editor", explica Raúl Rivas, que es, a su vez, revisor de trabajos para distintas revistas.

La revisión es un trabajo que realizan experimentados científicos del mismo campo que los autores de los artículos. Ser revisor implica prestigio porque se trata de una actividad cada vez más demandada pero que no está remunerada.

"Me llegan cerca de 20 manuscritos para revisar cada semana", apunta Rafael Toledo, catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia. "Si los aceptara todos y le dedicara el tiempo necesario a cada uno, no me quedaría tiempo para mi trabajo".

José Luis Jiménez.

José Luis Jiménez.

Internet y la llegada de revistas de acceso abierto –que no cobran por la suscripción– ha agravado este problema. El fin de la limitación del papel ha permitido incluir una mayor cantidad de artículos, que necesitan a su vez un número cada vez mayor de revisores. Pero la cantidad de expertos de cada área no ha crecido de la misma manera.

"Esto tiene dos consecuencias: una, se termina rechazando muchas revisiones, por lo que finalmente [los artículos] son revisados por científicos menos preparados; y dos, se dedica mucho menos tiempo a cada revisión, lo que redunda en una menor calidad de la misma".

Con todo, los científicos consultados por EL ESPAÑOL no creen que el modelo PubPeer, en el que una comunidad revisa un artículo a posteriori y de forma anónima, sea el futuro de la ciencia. "El sistema tradicional debe ser revisado", sostiene Toledo, que propone incentivar la labor de los revisores "no necesariamente pagando". Por ejemplo, permitiéndoles publicar gratuitamente en las revistas de acceso abierto, que no cobran por el acceso pero sí por la publicación de artículos.

Además, el parasitólogo sugiere publicar los artículos en una plataforma a la que tengan acceso revisores designados que puedan debatir sobre el manuscrito "y alcanzaran una decisión consensuada".

Un modelo de éxito

Raúl Rivas también habla de pagar a los revisores pero advierte de que esto puede provocar que muchos quieran sacarse un sobresueldo aumentando el número de revisiones en detrimento de la calidad de la revisión. "A lo mejor una editorial puede limitar las revisiones de un autor a una al mes", sugiere.

José Luis Jiménez explica un modelo de éxito en su campo. "Publicamos mucho en revistas que ya permiten poner comentarios de cualquiera dentro de la revista antes de que el artículo sea aceptado. Y los autores están obligados a contestar. Todos los materiales de la revisión por pares son abiertos". Por tanto, para él, "algo como PubPeer es bastante superfluo y veo que no hay casi ningún artículo de mi campo habitual".

Antonio Herrera cree que la solución puede pasar por crear una oficina de integridad científica "con capacidad sancionadora en caso de confirmación de mala praxis por parte de un investigador". Hay ejemplos de ello, como la Office of Research Integrity en Estados Unidos, pero en España no existe nada similar.

Si existiera, se informara a los investigadores jóvenes y a los principales sobre esta oficina "y las consecuencias de realizar mala praxis, con retiradas de fondos y convocatorias públicas", Herrera cree que "más de uno se pensaría en realizar estos actos y, por tanto, las revisiones, webs como PubPeer y RetractionWatch [dedicada a dar a conocer los artículos retractados y sus causas] seguirían existiendo, pero los casos serían muchos menos".

Esto puede implicar una mayor burocracia en un entorno ahogado por la misma, "pero eso no es excusa para cometer estos actos, taparlos y silenciarlos, y expulsar a los denunciantes".