Mujer estirando las sábanas mientras hace la cama.

Mujer estirando las sábanas mientras hace la cama. iStock

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Ni cada dos semanas ni una vez al mes: los expertos aclaran cada cuánto debes cambiar las sábanas

Los expertos revelan con qué frecuencia debes cambiar las sábanas para mantener la higiene y un descanso saludable.

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Dormir en una cama limpia y fresca es fundamental para un buen descanso. Sin embargo, más allá de la comodidad, es importante mantener la ropa de cama en buen estado y cambiarla con la frecuencia adecuada para evitar acumulaciones de suciedad y bacterias.

Dado que las sábanas están en contacto directo con el cuerpo durante varias horas cada noche, su higiene es clave. La frecuencia de cambio dependerá de factores como el hábito de ducha, la transpiración o el nivel de actividad física de cada persona.

Los expertos recomiendan cambiar las sábanas al menos una vez a la semana, especialmente en verano, cuando se suda más. En invierno, este periodo puede extenderse hasta una semana y media debido a la menor sudoración.

Además del cambio regular, es aconsejable airear la cama cada mañana antes de hacerla. Esto ayuda a eliminar la humedad acumulada durante la noche y evita la proliferación de microorganismos que pueden causar alergias o problemas de salud.

Consejos para elegir la ropa de cama

Elegir la ropa de cama adecuada es esencial para un descanso cómodo y reparador. Para ello, es importante considerar aspectos como el material, el tamaño y el mantenimiento de las sábanas y edredones.

Lo primero es definir las preferencias personales, ya que algunas personas prefieren sábanas de algodón frescas y transpirables, mientras que otras optan por tejidos más cálidos, como la franela o el satén. En invierno, algunos eligen edredones pesados, mientras que otros prefieren opciones más ligeras.

El tamaño también es clave. Es fundamental elegir sábanas y fundas que se ajusten bien al colchón para evitar que se deslicen o queden demasiado justas. Antes de comprar, es recomendable medir el colchón para asegurarse de elegir la talla correcta.

En cuanto al material, cada uno ofrece beneficios distintos:

  • Algodón: transpirable, suave y duradero, ideal para cualquier estación.
  • Seda: fresca y delicada, perfecta para pieles sensibles y con propiedades antiarrugas.
  • Lino: altamente transpirable, ideal para climas cálidos y se suaviza con el tiempo.
  • Franela: cálida y acogedora, recomendada para los meses fríos.
  • Satén: lujoso y suave, con un acabado brillante para quienes buscan un toque elegante.

Otro aspecto a considerar es la densidad y número de hilos, ya que una mayor cantidad de hilos suele indicar mayor suavidad y durabilidad. Las sábanas de menor densidad son más transpirables, mientras que las de mayor densidad retienen más calor.

El diseño y color dependen del gusto personal y de la decoración del dormitorio. En verano, es recomendable optar por tonos claros y tejidos ligeros, mientras que en invierno se prefieren colores cálidos y edredones gruesos.

Por último, es importante elegir ropa de cama que sea fácil de lavar y mantener. El algodón es sencillo de limpiar, mientras que la seda requiere cuidados especiales. Si hay alergias en casa, es recomendable optar por materiales hipoalergénicos que eviten la acumulación de ácaros y alérgenos.

Errores comunes al lavar la ropa de cama

Lavar la ropa de cama parece una tarea sencilla, pero cometer ciertos errores puede afectar su durabilidad, suavidad y capacidad de transpiración. Evitar estos fallos ayudará a mantener las sábanas en perfecto estado por más tiempo.

Uno de los errores más comunes es usar demasiados productos de limpieza. Un exceso de detergente o suavizante puede dejar residuos en las fibras, lo que reduce la transpirabilidad del tejido y puede causar irritaciones en la piel.

Otro fallo frecuente es lavar con agua demasiado caliente, especialmente en materiales delicados como la seda o el satén. El calor excesivo puede encoger las fibras y hacer que las sábanas pierdan su suavidad. Lo ideal es seguir las indicaciones de la etiqueta y utilizar agua tibia o fría según el material.

No secar correctamente también es un problema. Dejar las sábanas demasiado tiempo en la secadora puede debilitar las fibras, mientras que guardarlas sin que estén completamente secas puede generar malos olores y moho. Lo mejor es secarlas al aire libre siempre que sea posible.

Otro error habitual es no separar colores y materiales. Lavar ropa de cama clara junto con prendas de color puede provocar manchas o desteñidos. Además, mezclar materiales diferentes puede hacer que unas telas se desgasten más rápido que otras.

Por último, no cambiar las sábanas con suficiente frecuencia también es un fallo común. Aunque parezcan limpias, acumulan sudor, células muertas y bacterias, por lo que deben lavarse al menos una vez por semana, especialmente en épocas de calor.