Loli y Álex, de la cuchillería Ribadas.

Loli y Álex, de la cuchillería Ribadas. Treintayseis

Comercio

Cuchillería Ribadas: cuando afilar se convierte en un arte y en un modo de vida

Abierto desde hace más de 40 años, es de los pocos negocios de la ciudad que se dedican a afilar todo tipo de cuchillería, además de arreglar paraguas

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En uno de los laterales del edificio del Mercado del Progreso, en Velázquez Moreno 48, se encuentra la cuchillería Ribadas, con más de 40 años a sus espaldas y que hoy regenta la segunda generación de la familia Álvarez.

Tras emigrar de un pequeño pueblo de Ourense del que recibe su nombre la tienda, Ribadas, en el concello de San Xoán de Río, a Francia, José Álvarez y Carmen González regresaron a Galicia siguiendo la estela de sus hermanos. Llegaron a Vigo y, poco después, en el año 82, abrieron esta cuchillería.

Primero se situó en un centro comercial abierto a pocos metros de donde hoy se ubica. Allí comenzó todo, en un pequeño espacio de unos 15 metros cuadrados; tras varios años allí, se trasladaron al número 48, un local de mayor tamaño y que hoy todavía guarda la esencia de la primera vez.

Cuchillería Ribadas

Cuchillería Ribadas Treintayseis

"Podría cambiarla, sí, pero es que me encanta esta tienda. Es que yo aquí me podría echar horas. ¿Para qué cambiarla? Porque al final yo creo que la esencia de la tienda es cómo la montaron ellos". La que habla es Loli, la hija del matrimonio y que ha heredado el negocio tras la jubilación de su padre.

Abdicación y nuevo reinado, también en Ribadas

Tras unos años trabajando con él, en 2014 se consumó el cambio de titularidad. Casualmente, el mismo día que abdicó Juan Carlos I, Loli se convertía en propietaria. "Llevo reinando aquí lo mismo que Felipe en España", dice entre risas. Es la segunda generación de un oficio también heredado, pero que su padre aprendió por circunstancias. "Trabajaba en una sala de despiece en París y le ofrecieron trabajo aquí, pero después la empresa cerró y tuvo que buscarse la vida y al final acabó afilando", explica.

Con ella trabaja Álex, su primo, con los roles bien divididos: ella arregla los paraguas y él afila. Además, Loli también está de cara al público, aunque ambos reconocen que es habitual que le digan que "quieren hablar con el jefe" o que pidan la opinión de Álex. "A mí me pasa también en algunas cosas", reconoce él.

Cuchillería Ribadas.

Cuchillería Ribadas. Treintayseis

Tras tantos años en el oficio, les han llevado a afilar todo tipo de cosas, algunas sorprendentes, como una katana. "Te preguntas para qué quiere afilarla, la verdad, pero le tuvimos que decir que no porque en el taller, por las dimensiones, no podemos", reconoce Loli. A su padre también le llegaron tenedores que no pinchaban o el filo de unos patines para patinar sobre hielo. 

Lo más sorprendente fue cuando un hombre les pidió afilar un machete como los que se usan en el campo. Tras realizar el trabajo, al día siguiente leyeron en la prensa que este mismo cliente lo había usado para amenazar a la gente en la Plaza de América. Lo cierto es que, aunque ellos están acostumbrados, se han encontrado a gente que entra en la tienda con los cuchillos en la mano, algo que asusta. "Siempre les digo que no pueden ir así, aunque sean 10 metros, con los cuchillos en la mano, porque imagínate cruzarte a alguien así", señala Loli.

El arte de afilar

Cuchillería Ribadas.

Cuchillería Ribadas. Treintayseis

Afilar, una tarea nada sencilla, como destaca Álex, que destaca que no es lo mismo afilar un cuchillo que unas tijeras, una sierra o una cuchilla de afeitar. Para todos los utensilios, dispone en el pequeño taller que se esconde tras una puerta detrás del mostrador de varios aparejos diferentes.

Por el momento, internet y Amazon no les ha perjudicado mucho. Su labor manual les da una ventaja sobre la mera venta de un producto. Además, inciden, a la gente también le gusta el trato directo, preguntar o, por ejemplo, probar una goma de una cafetera para ver si se adapta a la suya a la hora de cambiarla.

Además de todo tipo de cuchillería, Ribadas vende "todo lo que puedas tener en una cocina además de cacharros, de cafeteras, ollas, utensilios para cortar, mandolinas...". Pero son expertos en cuchillos, como refrenda Loli cuando empieza a enumerar la cantidad de diferentes tipos con diferentes usos que existen: desde el jamonero hasta el que sirve para cortar cuñas de queso, con doble mango. 

Cuchillería Ribadas.

Cuchillería Ribadas. Treintayseis

Eso sí, los mejores, con precios que pueden rondar los 200 euros, en caso de que se cuiden bien, puede que no sea necesario afilarlos nunca. En los materiales, el mejor es el acero de Damasco. 

También venden navajas, un elemento que se ha convertido en objeto de colección parar muchos. Por la cuchillería pasan muchos turistas que visitan la ciudad y en su itinerario incluyen esta y otras cuchillerías en búsqueda de navajas antiguas que quizás se encuentren en algún rincón del almacén.

Cuchillería Ribadas.

Cuchillería Ribadas. Treintayseis

Durante la entrevista, Loli ha atendido a varios clientes que son "de toda la vida", que le preguntan por su padre, que ya jubilado pasa de vez en cuando por la tienda, pero mucho menos de lo que lo hacía al principio. 

Si habrá tercera generación, no lo saben. Lo cierto es que, de momento, Loli asegura que no se puede quejar, aunque vive "el día a día" en un negocio que ha conocido desde pequeña.