
El neurólogo Mario de la Piedra Walter. EL ESPAÑOL
Mario de la Piedra, neurólogo: "Tomar una caña con los amigos es salud mental, siempre que sea con moderación"
"Hay cerebros incapacitados para la vida social que son un prodigio en cálculo o música" / "Los artistas no son grandiosos por su enfermedad, sino a pesar de ella"/ "Tener una mente curiosa y una vida social crea reservas de neuronas contra el alzhéimer"
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Jorge Luis Borges publicó en 1942 Funes el memorioso, un relato sobre un joven que alcanzaba la memoria perfecta pero terminaba incapacitado para la vida, porque recordar cada nimio detalle lo paralizaba. 25 años después Alexander Luria, padre de la neuropsicología, describía un 'Funes' real. Su nombre era Shereshevski y había tenido entre otros oficios el de periodista, porque no necesitaba tomar ni una nota para transcribir con fidelidad. Pero su hipermemoria también le causaba sinestesia: oír los frenos del tranvía le inundaba la boca de sabor a metal.
De otro sinestésico, Kandisky, a un epiléptico, Dostoievski, el neurólogo Mario de la Piedra Walter (Ciudad de México, 1991) recorre en Mentes Geniales la historia de los trastornos y el arte. Un camino indisociable de la tradición de Sigmund Freud. "Hoy le criticamos en cierto modo por su falta de empirismo, pero sus ideas fueron una revolución", explica. "Que hubiera un mundo mental inconsciente, que el deseo sexual fuera parte de nuestra psique... Viena era la capital cultural de Europa en ese momento, y permeó a los artistas como Oskar Kokoschka y Gustav Klimt. Nacería el expresionismo, que inspiraría en Francia el surrealismo...".
¿En ese momento surge la idea del arte y el trastorno mental entrelazados? La expresión del subconsciente en la pintura también fue tachada de 'arte degenerado'.
Sí, hoy hablaríamos de neurodivergencia. Hay que desterrar la idea de que existe un cerebro 'normal': la variabilidad está en todos nosotros. Por supuesto, salirse de la escala es lo que calificamos como enfermedades o trastornos mentales. Pero las barreras no están tan claras. Lo que considero más importante es entender que una neurodivergencia no siempre es un trastorno. Solo lo es cuando te incapacita en el contexto social. Pensemos en el 'sindrome savant', las 'islas de genialidad'. Son personas con una discapacidad psicomotriz muy importante, muchas veces no se pueden valer por sí mismos, pero son completamente prodigiosos en áreas como la música, la memoria o el cálculo.
¿Entendemos los principios físicos de estas neurodivergencias? El cerebro está segmentado en dos hemisferios para dividir y priorizar información, pero en el savant, las conexiones se entremezclan.
Así es. El cerebro es fascinante, posee 100.000.000 neuronas, más que estrellas en nuestra galaxia. Se divide en dos hemisferios para integrar y facilitar los procesos. Pero la gente con una neurodiversidad procesa el mundo de manera distinta. A nosotros nos resulta fácil cambiar el foco de atención, pero para ellos todas las cosas pueden ser igual de importantes y eso les dificulta priorizar. Cuando nacemos tenemos muchísimas más conexiones que de adultos. Al crecer, vamos podando lo que no usamos para procesar de forma mucho más eficiente. En estos síndromes, creemos que el cerebro sigue hiperconectado, y hace que puedan enfocarse en ciertas cosas de manera prodigiosa o entender el mundo de forma holística.
¿Saber esto abre la puerta a terapias que puedan aliviar, por ejemplo, los síntomas del TEA?
Sí. Hoy en día ya se puede determinar tempranamente si un niño puede caer dentro del espectro autista, y lo que buscan las terapias es mantenerlo integrado a la vez que se saca provecho de esta forma distinta de procesar la realidad. Lo explico en el libro con el caso de Andy Warhol, que probablemente era un TEA. Socialmente podía tener bastantes problemas, pero usó estos rasgos para explorar su arte y volverse un personaje icónico.
¿La idea de que todos somos un poco neurodivergentes no incita al fenómeno del 'autodiagnóstico', muy en boga en redes sociales?
Nuestro conocimiento de la medicina no va a ser el mismo dentro de 50 o 100 años. Antes había una enfermedad llamada neurastenia, hoy lo llamamos burnout. El concepto evoluciona en parte por el componente social. Las redes sociales visibilizan mucho. Gente que antes hubiera dicho: "bueno, es que me olvido de muchas cosas", puede darse cuenta de que padece un trastorno de déficit de atención. Pero es muy importante consultarlo con un profesional. De lo contrario, uno puede refugiarse en este autodiagnóstico y autolimitarse, decir "yo soy así, y no lo puedo cambiar".

El neurólogo Mario de la Piedra Walter durante la conversación. EL ESPAÑOL
¿Se ha romantizado demasiado la locura en el arte? ¿Como si fuera un ingrediente de la genialidad y olvidando el drama humano?
Sí, y es algo que se ha dado siempre en la historia. Aristóteles ya decía que 'no existe una mente genial sin un grano de locura'. Nos gustan las biografías trágicas, creemos que el artista debe sufrir por su arte. Pero es alguien que trabaja como cualquier otra persona mientras expresa su sensibilidad. Estas personas no fueron grandiosas por su enfermedad, sino a pesar de ella. Supieron utilizar y trasformar estos trastornos como material para hacer su obra.
Otro aspecto es el de la genética. Varios de los hermanos Van Gogh sufrieron gravísimos trastornos, pero nos enfocamos en la genialidad de Vincent.
Sí. A veces olvidamos que la genialidad es lo excepcional. Hay que pensar que el 10% de la población sufre algún tipo de trastorno mental. Hoy en día, la mayoría de los artistas no los sufren. Pero lo que sí es cierto es que se ha visto cierta influencia en la gente con predisposición hereditaria de bipolaridad o trastorno obsesivo-compulsivo, que tienen una carga genética importante. Esto se ve en neurotransmisores como la dopamina, que impulsa la búsqueda de recompensas, de experiencias nuevas, de curiosidad... y también a ciertas formas de creatividad.
Esta carga genética, sin embargo, está mediada por el ambiente: los traumas que se puedan sufrir y que desencadenan el trastorno.
En el libro lo abordo al tratar de las tres escritoras más importantes en lengua inglesa del siglo XX: Virginia Woolf, Sylvia Plath y Anne Sexton. Las tres suicidaron. Hay un componente neurobiológico en la depresión que tiene que ver con la neuroinflamación, pero también un componente cultural. Ellas fueron víctimas de abuso y de una sociedad heteropatriarcal que desgraciadamente no ha cambiado. El mismo término de histeria viene de ísteros, el útero. Se consideraba 'la enfermedad de las mujeres'. Y no fueron abusos solo en vida. Ted Hughes, marido de Plath, quemó todos los libros en los que ella relataba el maltrato a la que le sometía.

El neurólogo Mario de la Piedra Walter durante la conversación. EL ESPAÑOL
Es obligado mencionar a Frida Kahlo: el trauma físico que la deja marcada para siempre es el accidente de autobús.
El tema de Frida Kahlo me parece fascinante. Si ella no hubiera tenido el accidente, no hubiera sido artista. Ella quería estudiar medicina. Postrada en una cama durante meses, empezó a pintar y experimentar el modo de manejar el dolor a través del arte. En su carrera, tuvo que hacer frente al machismo, a verse relegada por su marido Diego Rivera. Pero aprendió a sobreponerse. Vivió la depresión, el estrés, pero también tenía un amor ferviente por la vida, y eso lo muestra en su arte. Es inherentemente humano, el arte nos define desde el paleolítico y ayuda a expresar lo inexpresable. A mí me preocupa mucho que se ponga en duda la utilidad del arte.
¿El hecho de volvernos una sociedad volcada en la pantalla, de abandonar el trazo y la hoja escrita, afecta a nuestra capacidad cognitiva?
Se han venido haciendo estudios desde la llegada del ebook, y se ha visto que la lectura digital altera el ciclo del sueño, cambia nuestra forma de consolidar memorias, nos lleva a integrar y consolidar menos información... Los libros son algo físico, necesitamos tocarlos y olerlos, son cosas que generan conexiones neuronales que activan nuevas áreas y consolidan el recuerdo. Vamos hacia un cambio, pero hay que entender que el ser humano siempre ha estado cambiando. Seguiremos evolucionando y no puedo decir si para bien o para mal. Tenemos que usar la tecnología como un propulsor: nos ayudará a hacer más cosas, pero tenemos que resolver muchos problemas primero.
Ahora tenemos el debate del arte por AI. ¿Nos resulta tan incómodo porque instintivamente lo reconocemos como inhumano?
El arte mediado por inteligencia artificial es descriptivo: tú metes un prompt y te da lo que quieres ver. El arte humano es expresivo: creamos para entender nuestro proceso y nuestras emociones.

El neurólogo Mario de la Piedra Walter. EL ESPAÑOL
La memoria es un motivo de preocupación por el auge del alzhéimer. ¿Podemos formarnos una 'reserva cognitiva' que ayude a contrarrestarlo?
Cada vez hay más casos de demencia porque cada vez vivimos más. Y antes creíamos que solo se generaban nuevas neuronas hasta la adolescencia, y se acabó. Hoy sabemos que hay cierta capacidad regenerativa. Si uno mantiene una mente curiosa y tiene un ambiente social rico, seguirá creando nuevas conexiones que servirán como amortiguador frente a los síntomas neurodegenerativos. Alguien aislado y con síntomas de depresión va a agotar sus reservas mucho antes. En caso de dignóstico positivo, tenemos tratamientos farmacológicos que aumentan los niveles de glutamato, y eso aumenta la cognición. También hay que recordar que el alzhéimer es una enfermedad crónica, que transita por 10 y hasta 15 años. Hay que aceptarlo, pero tampoco asumir que la vida se acaba.
¿Cómo se relaciona el ambiente y la alimentación inflamatoria actual con el riesgo de ansiedad y depresión que mencionaba?
Cuando coges la gripe, no solo te encuentras mal, estás triste y no quieres salir de casa. Eso se debe a que la inflamación también afecta al cerebro. Si incluimos factores como los abusos sociales o el estrés, nuestro cuerpo genera cortisol, generando mucha más inflamación en un círculo vicioso. Hay que entende que somos un organismo compuesto por muchos otros organismos. Nuestra estabilidad depende de lo que consumimos, de nuestro descanso, del ejercicio aeróbico... Yo era escéptico con la meditación y el yoga, pero hemos visto en neurobiología que reducen los niveles de estrés e inflamación. Y hay problemas sociales a tratar: hiperconsumo, hiperproductividad, hipermaterialismo... Hay que salirse de esta narrativa.
¿Y qué medidas podemos tomar en el día a día para fomentar un ambiente neurosaludable?
Es una pregunta muy interesante. Yo creo que lo primero es entender que somos animales gregarios, que nos necesitamos los unos a los otros. Las presiones económicas vienen de la ideología individualista. Lo estamos viendo en el mundo: los nacionalismos resurgen, se cometen aberraciones contra el otro, contra el inmigrante... Hay que recuperar la palabra empatía, que viene de pathos, de entender el padecimiento del otro. Hay que revalorizar muchas cosas. ¿A qué damos valor, a las 10 horas que estamos trabajando o a esa caña con los amigos, al momento con nuestos padres?
¿La caña con los amigos es entonces salud mental?
¡Bueno, siempre que no cometamos excesos, la caña con los amigos es salud mental, sin duda alguna!