El ganadero Álvaro Núñez del Cuvillo

El ganadero Álvaro Núñez del Cuvillo

Toros FERIA DE SAN ISIDRO

Núñez del Cuvillo: "La discusión sobre el toreo es absurda. Nadie debate sobre el futuro del teatro"

Entrevista al ganadero.- "El toro es excesivamente previsible" / "La tauromaquia evoluciona en función de los toreros" / "¿El bombo? Bastante difícil es esto como para añadir más azar al azar" / "Creo que Talavante ha perdido la ilusión".

14 mayo, 2019 05:05

Cuando habla, Álvaro Núñez del Cuvillo descorre brevemente los cortinajes que caen sobre parte de la tauromaquia. La industria tiene zonas oscuras para el aficionado, a las que se asoma por el mapa que ofrece el ganadero, viendo por fin lo interesante: ¿en qué piensan los toreros? Núñez del Cuvillo hace de guía por las sombras y se pueden intuir las conversaciones en las mañanas de tentadero, el humo de un cigarrillo, los paquetes blandos de Ducados arrugados y los nombres de los toros buenos saltando por los whiskies on the rocks colocados como nenúfares sobre la extensión acotada de muerte que es una ganadería de figuras. Un torero en el campo debe ser eso: enfermos desahogándose sobre los propietarios, el diván de sus miedos. 

Cuvillo pertenece a una generación que se ha alimentado con los conceptos que prácticamente inventaron sobre la marcha para hablar de las sutilidades que introdujeron en la embestida. 'Colocar la cara', 'empujar' o eso de las teclas, que tanto molesta a los que se cansan pronto de las metáforas. Mantiene el brillo de la pasión patológica que he visto en algunos taurinos contemporáneos, la solera actualizada de los campos del sur. Desgrana la época actual del toreo con la literatura que le pondrán dentro de un siglo, consciente de que el pasado está muy bien contado. Así espanta a los que todavía tienen colgando del pecho a Bastonito o a Paula, aunque después sus toros construyan el puente que no consiguen sus reflexiones. Las paradojas del torismo, el aficionado de siempre: el producto nace de la idea.

O lo construyeran, porque ya no dirige más la ganadería que creó su padre, el hierro que colocó como referencia del campo de pruebas donde evoluciona la bravura. Ahora busca llegar de nuevo en solitario, completar otra vez la carpeta con los nombres de los ídolos acompañados de sus toros. Construye otra ganadería con la intención de criar puertas grandes, prendida la intuición que le ha asomado siempre por el bolsillo de la camisa. Entender el toreo es fácil si se sabe que es imposible. Descuelga el teléfono rápidamente. Los off the record atraviesan la conversación.

Álvaro, junto a su padre Joaquín, cuando los dos dirigían Núñez del Cuvillo

Álvaro, junto a su padre Joaquín, cuando los dos dirigían Núñez del Cuvillo

¿Dónde se ha metido este tiempo? ¿En qué momento está la nueva ganadería?

He estado bastante retirado. Me han ofrecido hablar varias veces, en 6 Toros 6 o Aplausos, pero supongo que hay que saber irse un tiempo. Me tengo que dedicar a mi trabajo y a intentar poner las bases de la nueva ganadería. Estamos ahora mismo metidos en el proceso de selección. También en el de la aportación económica. Compré una finca hace dos años y ahora he comprado otra en Portugal, de riego, como inversión. Montar una ganadería es muy complejo.

Supongo que será muy complicado convertir en realidad la ganadería que uno quiere.

Desde que me casé tenía claro que la ganadería era un tema muy personal. Después de trabajar con mi padre 30 años, quería iniciar un proyecto por separado. Llevo trabajando 16 años en el tema inmobiliario. Sabía los costos de la ganadería. He hecho varias promociones, un suelo grande en Tarifa. Lo vendí a un fondo y no es que me haya hecho millonario, pero me ha dado posibilidades de inversión. La ganadería es una inversión muy grande. Invertir en el campo va ligado a una vida ordenada porque es difícil. Lo conozco bien. Es un valor seguro.

¿Tiene previsto lidiar pronto?

En dos años tendría algunos toros. Este año herré 44 ejemplares, y para esta camada hay cerca de 80 becerros para herrar. Mi idea es tener una ganadería amplia. Creo que las ganaderías amplias son genéticamente más seguras, y también comercialmente. Si te haces una marca, un estilo y un tipo de toro propio, te permite definirla y posicionarla mejor en el mercado. Hay otras ganaderías cortas que son mejores que las que están funcionando y no posicionan porque son desconocidas. El mercado está en una situación muy compleja. Las ganaderías grandes no tienen por qué ser las mejores. Son las más conocidas por los toreros y el público. Eso hace que las pequeñas se asfixien. Pongo un ejemplo. La ganadería de Carlos [Núñez], mi primo, embiste mejor que la de los años 70, cuando lidiaban 30 festejos todos los años. Está lidiando muy poco, es una gran desconocida para muchos toreros y es una ganadería fantástica. Cuando estás fuera del mercado te cuesta más coger la preparación buena de los toros o los gustos del público: quien lidia mucho lo tiene. El que lidia poco va a ciegas. Compites de forma desigual aunque el producto sea fantástico.

¿Con qué toros y vacas está levantando el nuevo proyecto?

Sobre todo con Núñez del Cuvillo, pero cuando se habla de Núñez del Cuvillo hay que hablar de Osborne o Juan Pedro. Luego hay algunos sementales de fuera que cambian la ganadería, como el 31 Cortesano de Daniel Ruiz, dos toros de Santi Domecq o el toro Hermoso de Justo Hernández. La ganadería, para estar en un nivel óptimo, debe buscar lo mejor dentro y fuera. Refrescar con otras ganaderías te da otro impulso.

Entonces, además de estar pendiente de la suya, hay que estarlo del resto.

Hay cinco o seis ganaderías que las sigo como si fueran mis corridas. Al final, puedes encontrar cosas fuera. Hay virtudes que te cuestan mucho encontrarlas o va evolucionando la embestida y te quedas atrás. Hay que estar atento. En el tema ganadero no hay piedad. O funcionas o a casa. Te puedes llamar como quien sea o relacionarte con quien sea, pero tu mejor embajador es el toro en la plaza. Y ahí entran otros factores, como el manejo de los toros, la selección. No es sólo el producto.

Vamos, lo que siempre se ha dicho. Que embista un toro es un milagro.

Es un milagro provocado. El toro de Roca Rey del otro día era una combinación provocada. La preparación de los toros fundamental. Lo primero, la selección, pero la preparación cambia el carácter de los toros. La gente quiere que el toro tenga vida, además de que pueda ser sometido por el torero.

Muchos toreros se cierran en banda con algunas ganaderías.

Es injusto con el trabajo de muchos ganaderos y perjudicial para muchos aficionados, así se limita la tauromaquia. La tauromaquia es mejor cuando hay diferentes estilos. También de toros y de toreros. Lo previsible aburre. Lo hemos visto en la feria de Sevilla. La gente está deseando sorprenderse. Que los toreros elijan siempre las mismas ganaderías provoca que algunas estén en un sitio que no se merecen. Si le dan la oportunidad a otras, ganaría todo el mundo. En el mundo del toro es muy costoso colocarse arriba, pero también aguanta mucho arriba quien llega. Quiero tener un tipo de toro que valga para triunfar al torero pero me obsesiona ir por delante en la sorpresa del público.

Para tener un toro que valga para el triunfo, ¿tienen que entrar en las ganaderías los toreros?

Eso ocurre desde Gallito, el precursor de que el torero modificase la embestida. Los ganaderos vivimos influenciados por los toreros porque en el fondo la tauromaquia evoluciona en función de ellos. Desde el 83 lo veo. Hay toreros que han hecho que los toros evolucionen. Ojeda, por ejemplo. Cuando acortó los espacios necesitábamos más bravura. Luego, Ponce, Espartaco o Jesulín desarrollaron un toreo más pasador, más fácil. José Tomás y Juli pusieron un punto enorme de exigencia, gracias a esos toreros la embestida dio un paso más. La presencia del torero es intrínseca a la labor del ganadero. Es que sólo desde el toreo se desvela la bravura. Lo que haga un toro fuera de las suertes no desvela nada. Sólo cuando se ve sometido. Y unos toreros someten más que otros.

Un ejemplo de esto es Garcigrande, que Juli ha convertido prácticamente en su laboratorio.

Sí, es el laboratorio del Juli, una figura que marca la diferencia con el resto de toreros con esa ganadería. Al toro de Justo le gusta ir muy presionado. Da lo mejor de sí cuando el torero se entrega y lo obliga. Lo estás pasando y es diferente; cuando te metes con él saca un fondo extraordinario, empuja más que los demás. La contrapartida: tiene un embroque peor que Cuvillo. El embroque es sobre los brazos. Debes provocarlo fuerte, y utilizar más el brazo para encauzar la embestida. El toro de Cuvillo es más para torear con las muñecas, se coloca mejor para embestir. Su defecto es que tiene menos empuje. Es que el precursor de todo es el torero. Antes se pensaban que las ferias llevaban gente por sí solas. No los toreros. Con la ausencia de las figuras en Sevilla nos dimos cuenta de que no funcionaba así.

Triunfar depende de que las figuras quieran o no sus toros, tenerlas en cuenta es importante, ¿pero hasta dónde llega su soberanía?

Los ganaderos son personas muy aficionadas. Acaban seleccionando por su criterio, y el criterio del torero, que es quien lo tiene que cuajar. Todo acaba influyendo: hasta tu manera de ser; acabas marcando tu propio carácter en el toro. Las ganaderías seleccionan a contracorriente de la naturaleza. La bravura no se cría: se crea. Hemos creado un animal que cuando se somete hace lo contrario a los demás. El toro bravo ataca. De forma inconsciente pero heroica. Esa bravura en contra de la naturaleza es recesiva. Tu imprimes tu carácter, seleccionas su carácter. Cada ganadería tiene su idiosincrasia, su forma de embestir.

Los empresarios sólo piensan a corto plazo

Entonces, ¿merece la pena poner una ganadería, ese proyecto vital, en las manos de los toreros?

No está en manos de los toreros. La fiesta evoluciona en manos de los toreros, la marcan los toreros. La ganadería está en tus manos. Y cuando hablamos de los toreros hablamos del público. Si no interesa al público, todo se viene abajo. Cuando hablamos de ganaderos, tenemos en cuenta al torero, y cuando hablamos del torero, tenemos en cuenta al público. Hay que ver qué quiere el público. La deriva de los últimos años hacia la exposición es lo que llegaba al público, hasta ahora. El toreo de valor. Y el viernes, en Sevilla, dijo otra cosa. “Queremos que expreséis”. La faena de Aguado fue de pura expresión. La gente enloqueció. Antes, era a ver quién se jugaba más la vida. Hoy hay que torear.

¿Se puede buscar ese toro, por ejemplo, en la ganadería Cuadri?

Depende de lo que Cuadri busque. Se puede evolucionar desde la evolución, por supuesto que sí. El toreo dejó de ser sobre las piernas para ser sobre los brazos. Hoy la gente quiere que los toreros den forma a un toro dominado. Ojo, que mantenga la sensación de fiereza también. La sensación de que nadie es capaz de hacer lo que está haciendo el torero. Claro que hay sitio para Cuadri. Pero hay que tener en cuenta que lo que no evoluciona, aburre. Cada vez que he visto llegar a un torero importante, la tauromaquia ha evolucionado. En la diversidad está la riqueza pero se debe evolucionar.

¿Era 'Arrojado' de indulto? Para mí fue una faena de rabo.

A lo mejor no lo fue, pero la gente vivió sensaciones únicas en ese momento. Todo el mundo se levantaba cada vez que Manzanares cerraba una serie. Si Manzanares no está en estado de gracia, no ocurre el indulto. Hay toros más bravos, cientos. En aquel momento se generó un éxtasis del que participó el toro. Algo tuvo que tener el toro cuando aquello cogió la carrera que cogió.

Siempre me acuerdo de otro toro de aquella tarde, al que Morante le hizo un quite fabuloso. El primero de la corrida, creo. Le tocó a Julio Aparicio.

Sí, el toro Halcón. Ese día era el primero desde 2007 que no lidiábamos en Sevilla. Morante lo redondeó con una verónica. Fue una corrida muy escogida. Entró Halcón porque nos gustaba. Se podría haber lidiado en Bilbao, por ejemplo. Fuimos a asegurar la corrida. Generalmente, soy un obseso de asegurar las tardes. En esos casos, prefiero una corrida mediana que se mueva, que un toro con clase que no puede con el rabo. El toro bravo tiene que tener fuerza.

Parte de San Isidro se ha decidido a través de un bombo, ¿qué le parece?

Me parece fatal. Hemos pagado los ganaderos las consecuencias del pliego y las circunstancias que impiden a la empresa organizar espectáculos no taurinos, que han condicionado la viabilidad de la plaza. El bombo se debe a lo que todos sabemos. No tienen motivos. A Pablo Aguado te lo imaginas con un determinado tipo de toro y a Morante con un tipo de toro. Octavio Chacón, otro tipo de toro. Y a Juli con otro. Bastante han sufrido los toreros, y bastante difícil es el toreo, como para añadirle más azar al azar. El bombo es un despropósito que no durará mucho. Otra cosa es que el resultado sea fenónemo.

Estamos siempre hablando mal del sistema y cuando llega algo diferente, tampoco vale. ¿Qué hay que hacer?

El problema es la vinculación que existe entre las empresas y toreros. Esa es la realidad. La situación de los empresarios ha sido muy difícil, también hay que decirlo. Creo que es clave la renovación de la tauromaquia. Que Ponce siga mucho tiempo, sí, pero debe haber más alternativas para confeccionar los carteles. La ilusión de Pablo Aguado es clave para evolucionar. O Emilio de Justo, un torero con una proyección descomunal.

La regeneración parece obligada, pero algunas figuras están en su mejor momento. Por ejemplo, El Juli. O Ponce, que no se cansa.

Llevas razón con Ponce, cuando más me gusta es ahora. Siempre ha ido a mejor. Ponce sigue siendo necesario. La regeneración no llega, por lo que sea. Ya no tienen la repercusión de antes los triunfos. Álvaro Lorenzo corta tres orejas en Madrid y no le ha servido como debería. Es otro grandioso torero. Lo que sí creo es que cuando hablamos del sistema no hay mucha más alternativa. Es lo que tenemos. Eso sí: cuando sale un torero con fuerza el sistema se adapta.

¿Qué dice del toro que haya toreros con casi 30 años de alternativa? ¿Y algunas reapariciones?

Buena pregunta. El toro... yo creo que es excesivamente previsible.

¿Lo dice de verdad?

De verdad. La ganadería más exigente es la de Justo Hernández, con fondo. El que tiene más años de alternativa la mata y la cuaja. Salen toros exigentes. Ponce triunfó con ella. Es que Ponce o Juli son muy buenos. Tienen mucha capacidad, valor y muchísima afición. Ponce y Juli tienen afición para hacer diez figuras. Los nuevos también pueden ayudar al empresario, porque abaratan los costes de los festejos. Tenemos que pensar que los costes han subido mucho y ha hecho daño. Hay, además, una desproporción entre los toreros y los ganaderos descomunal. Antes, entre los honorarios de un torero y un ganadero no había esa diferencia sideral. Es merecida, seguro. El que mete la gente en la plaza es el torero. Pero pienso que tiene que estar más repartido. La desaparición de la clase media en la tauromaquia es alarmante.

Eso es culpa de la falsa sensación de éxito que se tiene cuando una plaza de provincia congrega figuras y se agota el papel. Parece que se hace por defender la tauromaquia, y las ferias son cada vez más cortas y no tienen sitio otros toreros.

Se diseñan ferias para hacerlas viables y defender la imagen de la tauromaquia. Dos corridas, llenar, es lo que se busca. Tú lo has dicho: crear acontecimientos. Me acuerdo de que Espartaco llenó Jerez. Ojeda, por ejemplo, no lo llenaba. El porcentaje de asistencia en Jerez era menor que ahora, pero había más corridas con tres cuartos de entrada. Ahora con dos se llena la plaza. No hay sitio para el resto. La clase media de ganaderos también ha desaparecido. Es preocupante. Tiene que haber afluentes a los ríos principales. Hay sitios que están acabados. Como Córdoba. Lo de los pueblos de Andalucía es mortal. No se dan novilladas. A Morante lo vi mucho de becerrista por los pueblos. Y la situación es difícil de revertir. Los chavales tienen que torear. Si eres bueno y no toreas, estás vendido. El problema es que los empresarios tienen planes a corto plazo. Es muy preocupante. El futuro de la tauromaquia me preocupa por eso.

La irrupción de Roca Rey ha provocado un terremoto en las plazas de toros. La gente busca verlo.

Viví la eclosión de Jesulín, que socialmente lo supera. Jesulín generó un montón de espectáculos. Mientras Jesulín mataba 160 corridas, Joselito mataba 80, la parte seria, digamos, del toreo. Estamos viendo un torero como Roca Rey que es un hito en la historia del toreo y no rompe los moldes de la tauromaquia, de volver a los pueblos. No se nos puede olvidar. Antes había figuras que iban el sábado de gloria a Priego y el domingo de resurrección estaban en Cabra. La vuelta de las figuras a los pueblos es fundamental. O vuelven las figuras o hay festejos que no se dan.

En Sevilla no se han enterado este año de lo que ha hecho Morante de la Puebla. Al menos, la primera tarde. ¿Por qué cree que ocurre eso?

No lo entiendo. Tienen delante al torero que mejor representa al toreo sevillano. Es el más puro.

El que más valor tiene.

Sin duda. Seguí mucho a Paula, mi padre era partidario, y no he visto a nadie torear con el capote como ha toreado Morante y de muleta, a muy pocos. Es un torero que va en contra de los tiempos. Hace el toreo muy puro y el toro no ayuda mucho, Morante los desbrava. Cuando acaricias la embestida, se emplean mucho más los toros. Tiene una parte buena: Morante no corta orejas y lleva gente a la plaza. No corta orejas y genera ilusión. El toreo estaba mercantilizado. Las corridas se contaba por el número de orejas que lograra cortar cada torero.

Ya, pero la estadística de Puertas Grandes o de Puertas del Príncipe es jodida, respecto a Curro Romero, por ejemplo.

Morante trae un nuevo enfoque a la tauromaquia. Es que de Morante te acuerdas. Se nos había olvidado. Morante no ha cortado orejas en sus mejores faenas. Recuerdo un mano a mano en Valencia, un 9 de octubre, con Juli, que hizo una faena imborrable. Reventó el toreo. Lo del capote en Madrid, creo que cortó sólo una oreja. ¿Cómo se cuantifica eso? Para torear así hay que tener muchísimo valor. Antes de la tarde con El Cid, la de los victorinos, en Sevilla se pegaron un lote de reír pensando que iba a pasar una tarde mala. Luego, no ha habido un torero que haya andado más palante a un toro de Victorino con el capote. Esos toreros tienen capacidad para matar lo que quieran. Torear un toro despacio es muy difícil. Dávila Miura le cortó dos orejas a un toro de Cuvillo. Fui a verlo al hotel. Le dije, ‘vaya cojones tenía el toro, cómo iba, has aguantado tela’. Y me respondió: ‘El rápido lo aguanto. El toro qu se viene despacio me cuesta mucho’. Es lo más difícil. Cuando un toro vuelca la cara y embiste, es lo que más trabajo cuesta.

Tengo la sensación de que Morante no entra dentro del estrecho concepto de normalidad que tienen algunos sevillanos.

Morante es rebelde. Como lo fue Gallito. No se acuerdan en Sevilla mucho de Gallito. Y sí de Belmonte. Morante es un artista de la gente. Morante hace poco por relacionarse. Es un torero muy inteligente, muy profundo, y muy de verdad. Para torear así tienes que serlo. Le anda al toro. Los demás no le andan. Las verónicas de Sevilla fueron de una perfección antológica. Hay que disfrutarlo. El día que no esté Morante lo van valorar más. Yo le daría las gracias.  

¿Ha podido hablar con Talavante después de su retirada?

He hablado un par de veces o tres con él. Tengo una relación buena con los toreros porque no pregunto demasiado. Comprendo sin que me lo digan. Se que está sin hacer nada. Eso es lo que creo.

Estoy decepcionado con el PP: no devolvieron los toros a TVE

¿Sabe qué le pasa?

Talavante es un torero genial. Tiene sus emociones, que a veces le perjudican. Cuando torea porque tiene que torear es un desastre. El toreo es una necesidad. Cuando se convierte en una obligación, se vacía; no tiene nada que decir. Creo que ha perdido la ilusión.

¿Volverá este año?

Mi impresión es que no.

El toro de Sevilla está definido, pero ¿el de Madrid?

Lo que está muy mal definido es el novillo. Las novilladas son vergonzosas. Es innecesario. Son auténticas corridas de toros. No lo entiendo. El toro también es excesivo. Se entiende más: la plaza es muy grande, la gente protesta –no viene de la feria, viene del trabajo–. Habría una feria mejor con 30 o 40 kilos menos por toro. Los toros embisten mejor si son más flexibles. Así, tan gordos, rígidos, son difíciles de redondear. A ver si este año, que hay menos figuras, sirve para bajar al toro. Creo que cuando hay figuras, el toro debe ir por encima. La tablilla va en contra del espectáculo. Pensar que un toro pega cornadas con los kilos es una tontería.

¿Están los encastes minoritarios destinados a desaparecer?

Son necesarios. Hay que exigir que embistan. Nadie apoya para que Victorino y Adolfo lidien. Lidian porque interesa. El mercado no hay que intervenirlo. Hay toros fabulosos. El toro de Saltillo embiste mejor. No tienen que imponerlos por ley. Aunque no quiero espectáculos donde lo mejor sea ver correr a los banderilleros. Rejonear para poner banderillas no tiene mucho sentido. Y hacerlo espectáculo, mucho menos.

A la vez que avanzan los argumentos antitaurinos, en la plaza se ve un ambiente nuevo, hay gente joven. ¿Cómo se explica?

Es paradójico. El animalismo avanza y genera efecto boomerang, hay gente que está cansada de que le impongan algunos gustos. El animalismo es preocupante para la sociedad. Se produce una pérdida de valores humanos. Es contrapuesto al humanismo. El animalismo no conoce límites. El gran problema es el desconocimiento. La sociedad se ha alejado porque ha desaparecido de la televisión. Imagínate si lo de Aguado sale en TVE, se arreglarían parte de los problemas. Nos acordamos del toro Facultades de Espartaco porque salió en la primera. O de la alternativa de Juli. Como votante del Partido Popular estoy decepcionado en ese sentido. Cuando pudieron hacer que los toros volvieran a la televisión, no volvieron a aparecer. Se dio un paso atrás.

¿Cree en la Fundación Toro de Lidia?

Sí, sí. Es un trabajo magistral con todas sus limitaciones económicas. Ya no es gratis ofender en el toreo. La competencia tiene un pulmón económico inmensamente superior a la FTL. Desde chico siempre escuché que hacía falta un estamento que defendiera y agrupara al sector. Pues ya lo tenemos. La imagen que da Victorino a la sociedad es buena. Me siento representado porque representa los mejores valores del toreo.

¿Qué opina de que la defensa de los toros recaiga en Vox?

Me da mucha pena.

¿Por qué?

La tauromaquia no la tiene que defender ningún partido. Muchos socialistas han ido a los toros. La Junta de Andalucía ha apoyado a los toros. Es un paso atrás, que se politice de esta manera. Creo que la culpa la tiene Podemos. Fue el que sacó el tema e hizo posicionarse a la gente. Ciudadanos se ha puesto de perfil, aunque Albert Rivera saliera a hombros con los toreros, y los socialistas ahora se tapan. La discusión sobre la tauromaquia es absurda. Nadie debate sobre el futuro del teatro. Ni de la danza.

¿Tiene sentido la tauromaquia con una lidia incompleta? ¿Aceptaría la no muerte del toro con tal de que superviviera?

No, no. La lidia incompleta sería la muerte de la tauromaquia. El toro bravo como héroe irracional merece la muerte digna que le ofrece la plaza. ¿Alguien ha estado un matadero? El toro vive cuatro años en el campo, muere luchando y exige valor para lidiarlo. Esos es mucho más digno, que se jueguen la vida para matarte, que un puntillazo por la espalda.

¿Cuál ha sido el torero que mejor ha visto en su casa?

José Tomás. Para mí sí.

¿Su cartel definitivo?

Ojeda, José Tomás y Morante.

¿Y la ganadería? ¿Cuvillo?

Depende, hay días que no.

Algunos aficionados piden más protagonismo del tercio de varas. ¿Llevan razón?

Sí, llevan razón. Te lo voy a explicar: hay un desequilibrio entre el tamaño del toro y el caballo. El que menos se juega la vida es un picador. Los que se juegan un poco menos la vida son los picadores, mejor dicho. Se formó la mundial cuando se bajó el tamaño del caballo. Coincidió con la muerte de Montoliú, se dijo que el toro no estaba picado, en fin, hubo mucha polémica. Creo que se pararían mucho menos toros con un mayor equilibrio entre toro y caballo. Se haría mejor la suerte. Esa suerte, ahora, como que sobra. Mentalmente, porque tenemos un toro que se viene arriba, pero al toro le afecta. Han perdido una batalla. Sale del caballo derrotado, y no tenía por qué.

¿Cuál ha sido su mejor toro?

Me apasionó cómo embestía el del natural de Talavante en Sevilla. Gerjoso 194. No es que haya sido el mejor, pero aquella embestida me abrió otra ventana en la ganadería. No lo sé. Hay muchos que recuerdo. Idílico no, fue un toro más a media altura. Mejor Lanudo, de José Tomás en Jerez. Le pega tres con la izquierda... O el toro Esparraguero, un jabonero que toreó Talavante en Zaragoza de manera antológica.

¿Qué puede decir de las figuras del toreo a quienes no las conocemos?

Son personas admirables. Lo que más impresiona es la humildad. Los héroes que son, el miedo que da el toro. Son gente humilde, de lo mejorcito que hay en la sociedad.

¿Mantiene el contacto con alguno?

Mantengo el contacto con muchísimos de ellos. José Tomás, Morante... Me encanta seguir hablando con ellos de toros. Tienen una visión distinta. Su percepción es única. Lo que se ve desde fuera son reflejos de la realidad. Ese diálogo me encanta mantenerlo. Es único. Con José Tomás hablo bastante. Te enriquece.