Antonio, el hijo de los ancianos asesinados en Murcia que mataba gatos, en paradero desconocido

Antonio, el hijo de los ancianos asesinados en Murcia que mataba gatos, en paradero desconocido

Sucesos

Antonio, el hijo de los ancianos asesinados en Murcia que mataba gatos, en paradero desconocido

“No te puedo decir si ha aparecido, si va a aparecer o no va a aparecer”, insiste uno de sus hermanos. "Todo apunta a una muerte violenta”.

15 octubre, 2019 04:15

Dos días después de morir sus padres se desconoce el paradero de Antonio: el pequeño de los tres hijos del matrimonio compuesto por Pedro Pérez y Trinidad Coll, los octogenarios que este domingo fueron hallados sin vida en su casa de Sangonera la Seca. “No sabemos dónde está: no sabemos si es sospechoso o no es sospechoso”, admite uno de los hijos de la pareja y hermano de Antonio Pérez Coll al que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil está tratando de localizar tras el trágico final que sufrieron sus progenitores.

“No te puedo decir si ha aparecido, si va a aparecer o no va a aparecer”, insiste sobre la falta de información que tienen los hermanos sobre el paradero del que antaño fue el pequeño de la casa. Este domingo, el Instituto Armado inspeccionó minuciosamente el inmueble de planta baja donde residía la pareja de ancianos y detectó evidencias de que se había producido una deflagración en una bombona de gas butano.

Inicialmente una de las hipótesis que barajó la Guardia Civil es que la causa de la muerte de Pedro y Trini fue accidental, sin embargo, fuentes próximas a la investigación han confirmado este lunes que tras conocer los resultados de la autopsia practicada al matrimonio “todo apunta a que pudiera ser una muerte violenta”. En concreto, desde la Delegación del Gobierno han confirmado que el matrimonio murió a causa de diversas heridas causadas por un arma blanca.

Se investiga la muerte de un matrimonio en la pedanía murciana de Sangonera la Seca.

Hasta el momento la Guardia Civil ha tomado declaración a dos de los tres hermanos, pero no ha podido hablar con Antonio, de 42 años. “Lo único que sé de mi hermano es que vino por aquí hace cinco años y desapareció”, apunta uno de los hijos del matrimonio cuya muerte ha causado una honda conmoción entre los vecinos de la pedanía murciana de Sangonera la Seca porque eran muy queridos.

-¿No le parece extraño que su familia no sepa nada de Antonio 48 horas después de que se haya producido el fallecimiento de sus padres?

-Ya. Si extraño lo vemos todos.

Antonio siempre fue el que más quebraderos de cabeza causó a sus padres, Trini y Pedro, sobre todo desde que en su vida se cruzó un chico mucho más joven que él y con el que a la postre se acabó casando. “Antonio era una bellísima persona, pero el otro era un chalao y le gustaban mucho los excesos”, subraya desde el anonimato una amiga del matrimonio de octogenarios. “Él era muy trabajador y cuando conoció a ese colgao comenzó a liarla: ese chico era un maníaco”, corrobora otro amigo de la familia Pérez Coll.

Ninguno de estos vecinos de Sangonera la Seca exagera al asegurar que la vida del hijo pequeño de Pedro y Trini se adentró por el mal camino desde que conoció a su novio. Fuentes próximas a la investigación han confirmado a este diario que durante su noviazgo estos dos hombres sumaron antecedentes por delitos “contra la seguridad vial y por robo”.

El amor fue creciendo entre ambos al mismo ritmo que su currículum de peripecias fue engordando y pasando de un perfil alocado a otro delictivo. “En el pueblo practicaban ritos relacionados con la magia negra y el vudú”, afirma un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La práctica de tales ritos fue uno de los primeros disgustos que los novios causaron a Pedro y Trini: un matrimonio de fuertes convicciones religiosas, como miembros de la Cofradía del Corazón de Jesús, y que eran asiduos a misa en la iglesia de San José de la Montaña.

Tiempo después Antonio y su chico protagonizaron otros incidentes mucho más graves que terminaron de causar una tremenda desolación en la casa de la familia Pérez Coll: la Guardia Civil les detuvo como autores de una oleada de incendios provocados en medio centenar de contenedores ubicados en los municipios de Librilla y Las Torres de Cotillas, así como en las pedanías murcianas de Sangonera la Seca y Sangonera la Verde.

Convirtieron un gato en una bola de fuego

“Iban por la calle y le metían fuego al primer contenedor que veían”, cuenta otra vecina de la pedanía murciana. Cada vez que salía la pareja a la calle literalmente se podía decir que ardía Troya porque también quemaron palés de madera y ropa usada, incluso a un gato lo convirtieron en una bola de fuego en plena vía pública después de rociarlo con productos químicos inflamables.

No tuvieron piedad con el felino. Uno de los incendios que provocaron se llevó por delante un turismo que estaba estacionado. La oleada de actos vandálicos que protagonizaron también incluyó la sustracción de cableado de cobre y la colocación de obstáculos en las autovías y carreteras: A-7, A-30, RM-15 y RM-19.

Eran capaces de dejar sobre el asfalto piedras de grandes dimensiones y objetos punzantes. Tan temeraria fue su conducta que causaron daños de diverso alcance a una veintena de vehículos y provocaron una decena de accidentes de tráfico en el término municipal de Murcia.

La alarma social que causaron estos actos vandálicos entre los vecinos de la zona y los conductores obligó a la Guardia Civil a iniciar una investigación que se saldó con la detención de Antonio, que por aquel entonces tenía 36 años, y su pareja, de 26 años. El arresto se produjo cuando fueron sorprendidos en un coche con botellas de amoniaco, lejía, tablas de madera y púas. Les pillaron como se suele decir con las manos en la masa y acabaron en un juzgado de guardia de la capital del Segura.

Le construyeron una casa a la pareja

“Estuvieron una temporada en la cárcel”, subraya apenada esta amiga del matrimonio al recordar el tremendo disgusto que Pedro y Trini se llevaron con su hijo pequeño. Aquella condena fue la confirmación de que de bien poco habían servido todos los esfuerzos que realizó el matrimonio con Antonio, al que le financiaron la Cafetería La Embrujada para ver si la responsabilidad de regentar un negocio le ayudaba a enderezar su agitada vida, que en nada se parecía a la de sus hermanos: uno se acabó convirtiendo en guardia civil y el otro fue contratado en la Base Aérea de Alcantarilla. “La cafetería solo le duró unos años”, apunta esta mujer y vecina de Sangonera la Seca.

Trinidad y su marido Pedro aparecieron sin vida este domingo en su casa.

Trinidad y su marido Pedro aparecieron sin vida este domingo en su casa. E. E.

Antonio tampoco supo enmendar su vida personal ni a través de sus estudios de Formación Profesional en el instituto San Jerónimo (Sanje) de Alcantarilla ni cuando se hizo chófer de camiones como su padre. Sus padres siempre pusieron todo de su parte para encauzar el futuro del tercero de sus vástagos. Otra prueba de ello es el hecho de que, a pesar de sus profundas creencias religiosas, Pedro y Trinidad le abrieron la puerta de su casa a Antonio y a su novio para que se instalasen allí.

Aceptaron su homosexualidad sin ningún prejuicio. “Como la vivienda era muy grande y tenía patio, se gastaron dinero en reformarla para hacerle a los novios una casa a parte: con salón comedor, habitación y cuarto de baño”. Los ancianos entraban por el lateral del inmueble, a través de una puerta metálica situada en la calle Escultor González Moreno, y a los novios les habilitaron una puerta propia que daba a la calle Salzillo. “Trini asistió a la boda de su hijo de madrina”.

Antonio y su chico siguieron viviendo en casa de Pedro y Trini hasta que se produjo una fuerte discusión: “Un día se pelearon porque le estaban pidiendo dinero al matrimonio y no se lo daban”. Los dos hombres estuvieron después dando bandazos por otros municipios y llegaron a instalarse en casa de los padres del marido de Antonio, pero también se acabaron marchando porque era muy complicado convivir con ellos.

Este lunes un equipo de especialistas de la Guardia Civil llegado de Madrid inspeccionó, por segunda vez, palmo a palmo, la casa en cuya habitación de matrimonio aparecieron muertos de forma violenta Pedro y Trini: él yacía sobre la cama, en calzoncillos y con una camiseta interior, y ella estaba tirada en el suelo, vestida solo con un camisón.

La Guardia Civil investiga el caso, que ha quedado bajo secreto de sumario.

La Guardia Civil investiga el caso, que ha quedado bajo secreto de sumario. J. G. B.

El domingo cuando fueron localizados los cadáveres, el salón estaba totalmente revuelto, pero fuentes próximas a la investigación afirman a este diario que “no consta que faltase nada de valor”. Esto añade otro interrogante a la investigación puesto que una de las hipótesis que barajaba la Guardia Civil era que la pareja podría haber muerto en el transcurso de un robo violento, ya que en la última semana se han producido cinco asaltos violentos en casas y negocios hosteleros de Sangonera la Seca.

El hecho de que no se haya detectado en el inmueble la ausencia de nada relevante, unido al dato de que los vecinos de la pedanía aseguran que hace un mes y medio vieron a Antonio por los alrededores de la casa de sus padres, ha motivado el interés de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial por localizar al hijo pequeño del matrimonio fallecido y a su marido. Los investigadores, de momento, han podido constatar que Antonio no ha regresado al Centro de Inserción Social de Sangonera la Verde en el que se encontraba cumpliendo condena por los hechos por los que fue detenido por la Guardia Civil junto a su novio y enviado a la cárcel. "En la actualidad se encontraba disfrutando de un tercer grado, en régimen de semilibertad, pero después de su último permiso no ha vuelto por el Centro de Inserción", tal y como ha confirmado a este diario un funcionario de prisiones.