Montaje de Pedro Fernández Lema con dos hombres discutiendo en una imagen creada con IA.

Montaje de Pedro Fernández Lema con dos hombres discutiendo en una imagen creada con IA.

Sociedad

Pedro Fernández Lema, agente inmobiliario, indignado: “Lo bochornoso y asqueroso llegó después de ver la vivienda”

Te contamos la increíble historia por la que tuvo que pasar un familiar del agente inmobiliario a la hora de comprar un piso: dinero negro, insultos...

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Adquirir una vivienda es una inversión importante. La más grande que puede realizar una persona o una familia en su vida. Y hay que tener mucho cuidado porque no es oro todo lo que reluce. Porque hay ‘malos de la película’.

Eso es lo que ha intentado mostrar Pedro Fernández Lema, agente inmobiliario, en LinkedIn. “Hace un mes me pasó algo que refleja lo peor del sector inmobiliario”, afirma en la red social.

Y va más allá: “Lo bochornoso y asqueroso llegó después de ver la vivienda”. Te contamos la vivencia negativa del socio fundador de Lema Signature Homes, un aviso a navegantes para futuros compradores.

"Desprecio absoluto al cliente"

Todo arrancó cuando un familiar de Pedro Fernández quiso comprarse una casa en la localidad madrileña de Humanes. Había entregado 3.000 euros en concepto de arras. Todo normal. “Pero lo bochornoso y asqueroso llegó después de ver la vivienda”, remarca.

¿Qué pasó? “El comercial, que además era dueño de la inmobiliaria, llama a mi familiar en plena calle para enseñarle un papel y que lo firmara. Yo me acerco a ver de qué se trataba y resulta que era la contraoferta de los propietarios a la oferta que mi familiar había hecho días antes”, rememora.

Entonces, le pide la nota simple de la vivienda y resulta que no la tenía. Ni se la había dado nunca a su familiar. “Y aquí viene lo surrealista. El ‘profesional’ me arranca de malas maneras el documento, me suelta que tiene gente que paga el precio sin tantos problemas, y que si no aceptábamos, nos devolvía el dinero y hasta luego”.

Pero lo peor estaba por llegar: “Resulta que el piso era de una herencia. La mujer que lo ocupaba era usufructuaria, y mi familiar no tenía ni idea de esta situación porque la inmobiliaria jamás se lo explicó”.

Fernández Lema lo resume de la siguiente manera: “La actitud fue denigrante, oscura y con un desprecio absoluto hacia el cliente. Y luego nos preguntamos por qué tantos propietarios y compradores desconfían del sector”.

Sin embargo, había todavía más. La nota simple la consiguieron a los dos días. Y, como el experto dice, “estalla la bomba. La vivienda es de protección oficial. La agencia ni se había molestado en revisarla”.

¿La respuesta? Que no sabían nada. Que iban a hablar con los vendedores. Y, mientras, el familiar, pidiendo financiación. “Y entonces llega lo peor. Nos dicen que la operación sólo se puede cerrar en 220.000 euros, cuando el módulo de la Comunidad de Madrid marca 206.000 euros”, especifica.

Fruto de esta situación, la ‘ocurrencia’ del comercial es que los 14.000 euros de diferencia los paguen en negro, en efectivo. “Y si no nos interesaba, que no pasaba nada. Nos devolvían la señal y a venderlo a otro”, recuerda Fernández Lema. Porque, dentro de su chulería, les dijeron que “compradores les sobran”.

¿Qué pasó después? Pues que, en su oficina, aquello se desmadró: “El tipo estaba fuera de sí. Nervioso, sin saber por dónde salir. Cortando la conversación a gritos. Levantándome la mano, insultándome. Echándonos de la oficina como si fuéramos delincuentes”.

Según Pedro Fernández, “el único delincuente moral era él porque estaba instando a cometer una ilegalidad. Además, fingía que las arras eran papel mojado, cuando son contrato vinculante. Y encima pretendía salir indemne de su negligencia”.