A pesar de las grandes ganancias, Christina reveló que las comisiones por participar en festivales es sumamente alta.

A pesar de las grandes ganancias, Christina reveló que las comisiones por participar en festivales es sumamente alta.

Sociedad

Christina, dueña de un food truck después de convertirse en mamá: “Creo que es la hora de trabajar para mí, poder emprender”

Christina revela que en un festival, puede llegar a facturar hasta 2.000 euros en un solo día.

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Convertirse en madre fue el punto de inflexión que llevó a Christina a replantearse su futuro laboral. Tras años de trabajar para otros, sintió que había llegado el momento de construir un proyecto propio, uno que le diera libertad y le permitiera conciliar su vida familiar. Así nació la idea de emprender con un food truck junto a su pareja, Joan.

De la maternidad al salto emprendedor

En una plática con el influencer Adrián G. Martin, Christina, y su esposo Joan, cuentan cómo dieron forma a Fresanto, un camión que destaca por la gran fresa que corona su estructura y que ya se ha convertido en su marca más visible. El debut fue en pleno carnaval, un escenario perfecto para comprobar la acogida de su propuesta. Entre música, disfraces y fiesta, el food truck atrajo a decenas de curiosos que pronto se convirtieron en clientes fieles.

La apuesta por lo visual fue clave: la fresa gigante no solo decora, también actúa como imán. “Queríamos que la gente nos encontrara con facilidad, que se identificara con el camión y lo recordara”, cuenta Christina. Más allá de la estética, el proyecto se concibió con una idea clara: ofrecer comida sencilla, fresca y bien servida en un ambiente cercano.

Para sus dueños, cada vaso de fresas con chocolate es también un momento de interacción con el cliente, y ese contacto directo marca la diferencia frente a un bar tradicional. El trato cercano, sumado al carácter innovador del producto, ha sido determinante para el crecimiento de la marca.

Entre la ilusión y los retos del camino

El negocio no estuvo libre de dificultades. Uno de los principales desafíos fue enfrentarse a la burocracia: permisos que tardan en llegar, cánones elevados para acceder a determinados eventos y trámites que consumen tiempo y energía. A eso se suman los imprevistos logísticos, desde el transporte de mercancías hasta la coordinación con proveedores.

Sin embargo, Christina y Joan destacan que la experiencia vale la pena, porque cada obstáculo superado fortalece su proyecto. El sector de los food trucks en España ha experimentado un auge en los últimos años, especialmente en ferias gastronómicas, festivales y celebraciones privadas. Aunque la regulación es exigente y en algunos municipios aún se considera un modelo emergente, cada vez más emprendedores encuentran en esta fórmula una vía de negocio rentable.

En un fin de semana, un food truck puede ingresar lo que un bar fijo necesita semanas para generar. En este contexto, Fresanto se ha convertido en un caso destacado de cómo la creatividad y la persistencia pueden abrirse espacio. Las redes sociales han sido aliadas clave: en Instagram y TikTok, sus publicaciones muestran tanto los vasos como el ambiente en cada evento, logrando fidelizar clientes y atraer nuevos públicos.

Inversión, rentabilidad y visión a futuro

El arranque del proyecto supuso una inversión de alrededor de 35.000 euros, destinados a la compra y personalización del vehículo, además de los permisos iniciales. Aunque la cifra era alta, pronto comprobaron que la apuesta era sostenible. En un solo día de feria o festival, Fresanto puede facturar entre 1.500 y 2.000 euros, alcanzando incluso los 3.000 euros en temporada alta.

Esa capacidad de concentrar ingresos en pocos días es lo que convierte al negocio en una opción “muy rentable”, asegura Christina. Pero más allá de las cifras, para ella lo más valioso ha sido recuperar el control sobre su tiempo y su vida profesional. “Después de ser mamá, entendí que era la hora de trabajar para mí. Emprender no es fácil, pero me permite crecer y sentirme libre”, explica.