Imagen de archivo de Miguel Anxo Bastos.

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Sociedad

Miguel Anxo, economista: "El sistema de pensiones es como un esquema piramidal y obliga a pagar más por más tiempo"

Aunque el debate sobre pensiones es recurrente, Miguel Anxo advierte: el problema no es su desaparición, sino el acceso a ellas.

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El debate sobre las pensiones vuelve una y otra vez al centro de la conversación pública, especialmente cuando se anuncian cambios en la edad de jubilación o se revisan las proyecciones de sostenibilidad del sistema.

En un contexto de envejecimiento poblacional, baja natalidad y mercado laboral precarizado, muchos se preguntan no solo si seguirán existiendo pensiones en el futuro, sino en qué condiciones se mantendrán.

Uno de los que ha analizado esta cuestión con un enfoque crítico es Miguel Anxo, economista y analista que en recientes declaraciones ha ofrecido una visión descarnada sobre lo que él considera el verdadero problema estructural del sistema.

La jubilación, cada vez más tarde

"Cuando empecé a trabajar, mi contrato era hasta los 65 años, ahora están hablando de 72", expone.

Esta propuesta todavía está rodeada de incertidumbre, pero ilustra claramente hacia dónde se dirige el sistema: trabajar más años para poder sostener una estructura cada vez más presionada.

Estas declaraciones se dieron en el podcast 'Zona Norte', donde Anxo profundizó en su diagnóstico, utilizando una comparación que ha generado controversia entre quienes siguen el debate económico.

"La gente compara las pensiones con un esquema de Ponzi, un sistema piramidal. Yo digo que no es un sistema de Ponzi; está pensado de forma parecida, pero no lo es, porque Ponzi no podía obligar a nadie a comprar su producto", explica.

En los esquemas piramidales, el dinero que reciben los primeros participantes proviene directamente de las aportaciones de los nuevos.

En el sistema público de pensiones, el principio es parecido: quienes trabajan hoy financian las pensiones de los jubilados actuales.

La diferencia, según Anxo, radica en que aquí no se trata de una decisión voluntaria. El Estado tiene la capacidad legal de imponer aportaciones, y también de ampliarlas o alargarlas en el tiempo.

"El sistema de pensiones puede obligar a pagar a todo el mundo más tiempo y más cantidad, y no solo eso, financiarse a través de otro tipo de impuestos", subraya.

Esto añade una capa más al problema: no solo se exige más a los cotizantes actuales, sino que también se empieza a recurrir a impuestos generales para cubrir el déficit del sistema.

Es decir, incluso quienes no cotizan directamente están contribuyendo indirectamente al sostenimiento de las pensiones, lo que cuestiona el equilibrio del sistema fiscal en su conjunto.

A pesar del tono crítico, Anxo no augura un colapso inmediato: "Yo digo que las pensiones de momento se van a pagar. Ahora la cuestión es cuánto se va a cobrar y cuánto tiempo".

Aquí entra en juego la verdadera incertidumbre. El sistema, por ahora, se sostiene. Pero el nivel de las pensiones futuras, la duración de las prestaciones y la edad de acceso son las verdaderas incógnitas.

Un procedimiento ilimitado

"El sistema de pensiones tiene una ventaja, porque puede retrasar prácticamente sin límite el momento de acceder a la prestación", concluye.

Con esta observación, Miguel Anxo sugiere que el gran margen de maniobra del sistema (la posibilidad de seguir retrasando la jubilación) puede ser usado como válvula de escape.

Pero también advierte del riesgo de que esa "ventaja" se convierta en un castigo encubierto para quienes han cotizado toda su vida esperando un retiro digno.