Cotizar poco durante la vida laboral puede afectar la pensión futura.

Cotizar poco durante la vida laboral puede afectar la pensión futura.

Sociedad

Julia García, viuda y jubilada: "Podría haber tenido una vejez mejor de haberlo pensado mucho antes"

En España, la vejez suele estar marcada por la trayectoria laboral, y el caso de Julia demuestra cómo puede influir negativamente.

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Envejecer en España no es igual para todos: el modo en que se vive esta etapa suele estar ligado, de forma silenciosa pero constante, a las decisiones tomadas durante la vida laboral.

Mientras algunas personas mayores disfrutan de una jubilación tranquila y sin sobresaltos, otras se enfrentan a cada fin de mes como una pequeña batalla.

El acceso a una pensión digna no siempre depende solo del esfuerzo, sino también de haber conocido, comprendido y aprovechado los mecanismos del sistema.

Julia: un problema generacional

Julia García, de 81 años, es viuda y vive sola en un modesto piso del barrio de Carabanchel, en Madrid.

Cobra una pensión de viudedad de 850 euros mensuales. Le alcanza para lo básico, pero sin margen. “Cuando llega el día que cobro, lo que entra, sale”, explica.

La suya es una historia común en su generación: mujeres que trabajaron toda su vida, pero sin contratos, sin cotización y sin herramientas para prever que todo eso pasaría factura con el tiempo. “Podría haber tenido una vejez mejor de haberlo pensado antes”, afirma.

Julia empezó a trabajar como modista desde muy joven. Durante años cosía desde casa, por encargo, mientras cuidaba de sus dos hijos. Luego, pasó por varios talleres, la mayoría pequeños, donde los contratos eran una excepción.

“Firmar un contrato no me importaba. Lo importante era que me pagaran algo”, recuerda. Como muchas mujeres de su época, trabajó sin cotizar durante décadas.

No fue hasta los últimos años de su vida laboral cuando consiguió un empleo más estable con contrato, pero ya era tarde para acumular los años necesarios que le dieran derecho a una pensión contributiva suficiente.

“Yo no pensaba en cotizar. Sólo quería trabajar, cobrar y seguir adelante”, reconoce. A su edad, esa decisión pesa. “No pensaba que cada año sin asegurarme no me servía de nada”, relata.

Hoy depende exclusivamente de su pensión de viudedad. “No me falta un plato de comida, pero no puedo darme ningún capricho. Sólo rezo porque todo vaya bien”, cuenta.

Unos datos alarmantes

Según los últimos datos del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, más del 40% de las pensiones contributivas en España están por debajo de los 1.000 euros.

Las mujeres son mayoría en ese grupo, debido a trayectorias laborales fragmentadas, empleos informales o dedicación a los cuidados no remunerados. En muchos casos, la información sobre el sistema de pensiones llegaba tarde o simplemente no llegaba.

Pese a todo, Julia no se queja. Se organiza con listas, va al mercado con la calculadora mental en marcha y estira cada euro al máximo. Sus hijos la ayudan cuando pueden, aunque ella intenta evitarlo. “No quiero ser una carga. Bastante tienen con sus propios problemas”. Y añade: “Me las apaño, pero vivo justa”.

Ahora, Julia quiere que su experiencia sirva como advertencia. “A los jóvenes les diría que piensen en el futuro desde el primer día que trabajan”.

Julia lo tiene claro: la clave está en pensar a largo plazo. Su experiencia demuestra que la falta de previsión pasa factura, y que confiar solo en el sistema puede no ser suficiente.

Su consejo va directo a los jóvenes: empezar a ahorrar y planificar desde el primer sueldo no es una opción, es una necesidad si se quiere llegar a la jubilación con estabilidad.