La Jungla / Social

Detienen a una modelo PlayBoy por fotografiarse desnuda en El Vaticano

En la Jungla. La belga Marisa Papen y su fotógrafo, Jesse Walker, pasaron diez horas retenidos tras ser detenidos por fotografiarla desnuda en la Plaza de San Pedro.

19 diciembre, 2018 13:51

Marisa Papen no es una extraña a polémica ni a pasar unas horas entre rejas. Hace unos meses causó un importante revuelo por publicar una foto en la que se le veía desnuda cerca del Templo de las Lamentaciones, y ya había sido detenida por posar desnuda en el Templo de Karnak, en Egipto. Ahora ha añadido una más a su currículum tras ser detenida en el Vaticano.

Lo ha explicado ella misma en una entrada en su blog titulada 'En la ciudad de policías e iglesias'. Aprovechó el viaje para realizar una serie de fotos para una marca de gafas de sol y para un proyecto un tanto más personal. En ella ha relatado cómo realizó una serie de desnudos con iconografía religiosa en diferentes puntos de la ciudad eterna. Por ejemplo, la cara que puso el conductor de Uber cuando fue a buscarlos y vio que tenían que meter una enorme cruz en el coche (y lo lograron, por cierto):

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Pero el problema de verdad le llegó cuando quiso hacer otra foto, en la que se le veía a ella, de espaldas, sentada sobre varios libros sagrados, en plena Plaza de San Pedro.

"De golpe aparecieron dos coches de policía que llegaban a toda velocidad hacia nosotros, mientras otros cuatro llegaban corriendo, con la porra me la mano". "Pasaportes, por favor", les gritaban. Jesse Walker, el fotógrafo, no llevaba el pasaporte, lo cual agravó el problema.

Fue entonces cuando los policías se dieron cuenta de que los libros en los que se sentaba desnuda era la biblia, con lo que la situación se puso aún peor. Y cuando los policías parecía que no se podían enfadar más, el fotógrafo tuvo la brillante idea de bromear con ofrecer un billete de 5€ a uno de los policías.

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Hasta ocho policías registraron su piso de Airbnb, encontrando el atrezzo que tenían preparado para esos días, como la enorme cruz, disfraces de sacerdote, sangre falsa, una corona de espinas o unos rosarios. Entre el registro y la visita al juzgado para tomarles las huellas dactilares y fotos, pasaron detenidos unas diez horas. "Nos ofrecieron un espresso. Alucinante, no nos ofrecieron eso en Egipto", comenta.

"Me dije a mí misma: imagina si el Vaticano fuese un lugar que realmente ayudase a la gente. Imagina si todas esas iglesias abrieran sus puertas para la gente necesitada, para alimentarles y darles cobijo. Un lugar de verdadera luz, amor y calor. Me dio asco mirar el suelo y verlo lleno de entradas de museo. Mirar alrededor y ver todas las tiendas vendiendo souvenirs religiosos por cantidades ridículas de dinero. Una industria multimillonaria basada en la mentira, el asesinato y el robo".