Cuando éramos niños la hazaña de este día pasaba por pegarle a alguien un monigote en la espalda

Cuando éramos niños la hazaña de este día pasaba por pegarle a alguien un monigote en la espalda

La Jungla / Social

Las dos inocentadas del día que seguro que han llegado a tu WhatsApp

En la Jungla. Podría haber mucha más variedad, pero no. Este día de los Santos Inocentes acaba con las mismas dos bromas virales que nos han llegado a todos nuestros móviles decenas de veces.

28 diciembre, 2017 20:58

Las inocentadas ya no son lo mismo desde que vivimos en un mundo en permanente conexión. Si cuando éramos niños tildábamos de proeza aquello de colgarle un monigote en la espalda al más pardillo de la pandilla, hoy lo más original que se nos ocurre es hacer una lista de difusión con un mensaje que previamente hayamos copiado y pegado.

En días como hoy, los mismos textos y las mismas fotos, enviadas a cada segundo por miles de usuarios diferentes, nos unen. Y esa unión reside en varios aspectos fundamentales. La primera vez que nos llega uno de esos mensajes nos hace gracia, la segunda quizás lo compartamos sin pereza, pero a la tercera ya queremos que llegue de una vez el 29 de diciembre. Y a la décima estamos ya a punto del colapso.

Las dos bromas que reinaron en WhatsApp

Casi finalizando el día, nos aventuramos a asegurar que has recibido estas dos inocentadas en tu teléfono. Una de ellas, la más madrugadora, te avisaba de que te habían eliminado de alguno de esos grupos -amados y odiados a partes iguales-, de tu WhatsApp.

Cuando la incredulidad -o la alegría, que todo puede ser-, se apoderaba de ti, deslizabas la pantalla para comprobar que no, que habías sido víctima de una inocentada, emplazándote a copiar y pegar la bromita y soltarla en todos los grupos. Conviene aclarar que esta no es una inocentada que se pueda repetir: si ya la han mandado al grupo, descártala, por favor.

El segundo de los chascarrillos virales de este 28 de diciembre era una foto de una pierna vendada. O sea, que abres el chat que tienes con tu hija, por ejemplo, y te encuentras la imagen, así, de buena mañana, para que te siente bien el desayuno.

Total, que al final decides abrirla para calibrar mejor qué ha podido pasar, y es ahí cuando te encuentras que -¡oh, no!-, has vuelto a caer: eres un inocente.

Y pasa un poco lo mismo que con la anterior, que cuando ya te la han mandado, no cuela.