Sede de Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, de El Palmar de Troya, Utrera (Sevilla)

Sede de Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, de El Palmar de Troya, Utrera (Sevilla) Fernando Ruso

Grandes Historias SECTAS

El nuevo papado del Palmar comienza con muerte e incendio

El pontificado de Pedro III, el suizo Joseph Odermatt, se ha iniciado de forma convulsa al frente de la cismática congregación, que cumple tres meses bajo un nuevo orden.

7 agosto, 2016 03:08
Pepe Barahona Fernando Ruso

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“Pedro III está literalmente destrozado”, narra el confidente anónimo al otro lado del teléfono. “Le viene ancho el cargo, es mucha responsabilidad y no tiene capacidad. Se le está escapando de las manos”, resume antes de enumerar las complicaciones a las que ha tenido que hacer frente el nuevo Papa de la Iglesia Palmariana en sus tres meses de pontificado.

Una muerte en extrañas circunstancias, un sospechoso incendio, conspiraciones internas y un informe que haría temblar los mismos cimientos de la Catedral han dado la bienvenida al prelado. Las paredes hablan, pese al redoblado hermetismo, y el susurro se reitera. “Esto va a explotar muy pronto”.

La apostasía del Papa Gregorio XVIII por amor y su salida de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz prendió la mecha. La decisión de Ginés Hernández, el nombre civil del antiguo pontífice, se llevó por delante algo más que la fe de los adeptos de la iglesia Palmariana. Desde entonces, la aparente tranquilidad de la que disfrutaban los correligionarios de esta congregación se ha visto enturbiada una y otra vez por sucesos que rara vez son explicados a los fieles.

En poco más de diez días, los setenta y poco religiosos de la orden han vivido tres hitos que todavía se comenta intramuros. El primero acaeció pasadas las dos de la mañana del pasado 7 de julio. El teléfono sonó en el parque de Bomberos de Utrera (Sevilla). Había fuego en el archivo de la Catedral Basílica de Nuestra Madre del Palmar Coronada. Rápido, los 31 frailes y 41 monjas fueron desalojados de sus celdas, situadas en la planta superior de la zona en la que se produjo el incendio.

Las llamas y el intenso humo dificultaron el trabajo de los bomberos, que necesitaron el apoyo de otras dotaciones de municipios sevillanos aledaños como Los Palacios o Lebrija , además de efectivos de la Policía Local, Guardia Civil y hasta una decena de voluntarios de Protección Civil. Las labores de extinción se prorrogaron hasta pasadas las nueve de la mañana.

“Se oyó una explosión en la zona en la que viven los frailes”, relata uno de los testigos. Rápido, los religiosos se apuraron para saber qué ocurría, pero cuando detectaron el fuego, las llamas ya se habían expandido del archivo a la biblioteca y la imprenta. “En la zona se guardan las publicaciones que se reparten a los fieles, no hay papeles importantes”, detalla la fuente anónima. Sin embargo, las dependencias en las que se produjo el incendio están a escasos metros de la zona en la que se custodian los imponentes pasos de Semana Santa, de altísimo valor, con los palios plateados y los mantos profusamente bordados en hilo de oro.

Pero el desastre pudo ser mayor. “No hay plan de evacuación”, cuentan con preocupación tras el hilo telefónico. “Los extintores están caducados y las zonas de las habitaciones están cerradas, y las llaves sólo las tienen algunas personas”, describe. “Menos mal que actuaron rápido porque se podría estar hablando de muertos”, confirma.

Quien habla, que pide preservar su identidad, conoce a la perfección la organización, que muchos tildan de secta. No descarta que el fuego hubiese sido intencionado. “Con las llamas se pueden ir las sospechas”, esgrime. Se refiere, aunque veladamente, al intercambio de acusaciones que en los últimos meses se han proferido el papa apóstata Gregorio XVIII y el actual pontífice Pedro III.

Pedro III, el padre Eliseo María, durante la Semana Santa de 2012.

Pedro III, el padre Eliseo María, durante la Semana Santa de 2012.

En su primera encíclica, publicada en español, inglés y alemán el 2 de mayo, Pedro III, el suizo Joseph Odermatt o padre Eliseo María –su nombre secular–, explicaba a sus fieles que dos días después de la “fuga” del expapa se descubrió el robo de varias joyas pertenecientes al Cristo, la Virgen, San José y Santa Teresa de Ávila. “Un sacrilegio”, al cometerse el hurto en terreno sagrado.

Además, la misiva atribuye a Ginés María una fortuna personal que supera los dos millones de euros. Tesis que contrasta con lo esgrimido anteriormente por el que fuera Gregorio XVIII, que mantiene que se fue de la orden con mil euros en efectivo y un coche, un BMW X6, blanco y matriculado en 2013, conocido como el papamóvil.

PRIMERA ENCÍCLICA DE PEDRO III

La misiva que Eliseo María dirigió a los fieles un mes después de su autoproclamación como Pedro III aporta la única versión oficial que ha superado los grandes muros de hormigón que delimitan la iglesia Palmariana, situada en El Palmar de Troya, una entidad local autónoma del municipio sevillano de Utrera. En ella se explica que antes de apostatar, Gregorio XVIII pasó meses sin oficiar misa y que tras conocer a una monja expalmariana “loca” salió de la orden para vivir “en concubinato”, sin estar casados, con ella.

El texto es prolijo en la descripción que el nuevo pontífice hace del anterior. “Disfrutó del lujo y era extremadamente vano, siempre pretendiendo altos cargos y siendo codicioso en exceso”, define Pedro III, que tilda de “insoportable” la vida para los religiosos en la era de su antecesor. “No creía a nadie más que a sí mismo”, detalla. “Es un apóstata, un hombre maldito, una bestia”, puntualiza. La enumeración de adjetivos prosigue. “Tirano”, “fumador empedernido” o “personaje vicioso” que será “el receptor de la ira de Dios” por los pecados y sacrilegios que cometió.

Mientras que Ginés Hernández, “uno de los peores papas de la historia de la iglesia”, prepara su boda con su prometida, Nieves Triviño –una exreligiosa de la orden–, Pedro III pide a sus fieles esforzarse para restituir el buen nombre de la iglesia Palmariana. Y llama a sus fieles a aumentar el número de vocaciones. “Ahora los conventos son lugares de paz, amor y hermandad”, detalla.

El lema de Gregorio XVIII, Receptor Christi, contrasta con el de su predecesor, De Gloria Ecclesiae, en lo que se entiende como un giro en el gobierno de la Iglesia Palmariana. Así se atisba en las ocho páginas firmadas por Pedro III y en las que se recupera la prohibición de fumar, sin riesgo de excomunión para los simples fieles, o se suprime la guardia papal, creada por una veintena de correligionarios de Gregorio XVIII llegados de Austria, Irlanda o Alemania que vestían boinas rojas, trajes militares y que, de forma simbólica, se encargaban de la seguridad del Papa. El propio Ginés Hernández llevaba el anillo hecho ex profeso para los miembros de este cuerpo en la entrevista que EL ESPAÑOL realizó junto a su prometida en Monachil, un pueblecito a las laderas de Sierra Nevada donde ambos conviven.

UNA CORONACIÓN DISCRETA

La primera encíclica ya apuntaba a una fecha clave para los palmarianos: el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen para los cristianos, y día de la patrona de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, Nuestra Madre del Palmar. Ese día fue el elegido para la coronación oficial de Pedro III, coincidiendo con una de las cuatro peregrinaciones oficiales: el 12 de octubre, día del Pilar; Semana Santa, 1 de enero, y el mencionado 16 de julio.

Al evento estaban convocados todos los fieles del mundo. Se estima que existen alrededor de mil repartidos por países de Europa, Latinoamérica y Norteamérica. Los participantes en la ceremonia recibirían la indulgencia plenaria. Pero pocos fueron los que acompañaron a Pedro III en tal insigne fecha.

Sólo los fieles podían acceder a la ceremonia en la que cuatro vicegenerales le imponen la tiara papal. Fue temprano, a las diez de la mañana. Ni siquiera los devotos pudieron fotografiar el momento en el que el nuevo Papa recorre las naves de la catedral sentado en su silla gestatoria y es vitoreado por su rebaño. El hermetismo sigue férreo en la Iglesia Palmariana tras la abdicación de Gregorio XVIII.

“Pedro III está a la expectativa”, reconocen las fuentes con las que contacta el reportero. “Hay muchos de dentro [de la iglesia Palmariana] que no están de acuerdo con lo que se está haciendo porque están viendo que están pasando cosas que no son normales”, añade nuestro confidente, que niega que el nuevo pontífice esté dulcificando las estrictas normas que muchos le atribuyen a Gregorio XVIII.

La televisión, la radio, Internet... toda comunicación con el exterior está prohibida. En tiempos de Gregorio XVIII, así como en los de sus antecesores, se permitía el acceso a la basílica en tiempos de oración. Siempre con un atuendo acorde a la norma palmariana: camisa abotonada hasta el último botón del cuello, pantalones (prohibido vaqueros) y zapatos de vestir para ellos; velo y falda hasta los tobillos para ellas. Ahora no. Un vigilante de seguridad y varias cámaras custodian el acceso, permitido sólo a los fieles, que ingresan en el recinto en sus propios coches y en unas furgonetas blancas propiedad de la orden tapándose el rostro.

LA EXTRAÑA MUERTE DEL PADRE TOBÍAS

El padre Tobías ha muerto a los 49 años.

El padre Tobías ha muerto a los 49 años.

El aparente tono conciliador del Pedro III sigue sin gustar a muchos de los religiosos que todavía siguen en el Palmar. Una de las medidas más discutidas, al menos en secreto y sin el conocimiento de los jerarcas, es el perdón a antiguos palmarianos que fueron en su día excomulgados, un castigo que en el caso de los fieles de la orden implica decir adiós a sus familiares. Bajo ningún concepto los seguidores de la iglesia Palmariana deben tener contacto con los apóstatas, lo que lleva a familias rotas y a situaciones perplejas.

El perdón llegó para el padre Tobías a los 49 años, después de 22 fuera de la orden. El irlandés Keith Hyland, su verdadero nombre, abandonó la iglesia Palmariana denunciando abusos sexuales de sus superiores. Un incidente que nunca superó.

“Eran chavales alegres, fuertes, en la flor de la vida; y de golpe y porrazo empezaron a sentirse tristes y melancólicos”, detalla uno de los fieles que los conoció bien. En el año 1995 varios jóvenes abandonaron la orden, muchos de ellos con tratamiento psiquiátrico. “No todos tienen la fortaleza para responder a los abusos”, argumenta el confidente. Detrás de las presuntas coacciones sexuales estaría Manuel Alonso Corral, Pedro II, papa de los palmarianos entre los años 2005 y 2011, fecha en la que muere de cáncer y es sustituido por Gregorio XVIII, el papa enamorado.

Pedro II, papa de los palmarianos entre 2005 y 2011.

Pedro II, papa de los palmarianos entre 2005 y 2011.

El padre Tobías dejó la orden en 1995 y se marchó a Dublín. Allí fue recibido por su padre, un hombre discreto que toleraba la devoción de su mujer, Jéssica, a la iglesia Palmariana. Ella, por orden del Papa Gregorio XVII [el primero de los papas del Palmar, Clemente Domínguez, conocido como la Vóltio en las zonas de ambiente de Sevilla por trabajar en Sevillana de Electricidad], tenía prohibido relacionarse con su hijo. Así las cosas, la familia construyó una vivienda anexa a la casa en la que vivían para que el padre pudiese atender al hijo apóstata. Allí vivió hasta el pasado 12 de julio.

“Él estaba mal, tenía esquizofrenia, todavía me pregunto por qué Pedro III lo hizo volver al Palmar”, se cuestiona el informador. Sus padres llegaron desde Irlanda hasta el Lentisco, como se conoce entre la comunidad a la iglesia. Y justo el día después de la coronación del nuevo prelado, el padre Tobías cayó fulminado al suelo. Un paro cardíaco, dijeron.

“El día de la coronación tropezó y cayó al suelo, pero de ahí a morirse…”, cuestiona. La tesis no convence a la familia. La madre Serapia, exreligiosa de la corporación y hermana carnal del fallecido, ha pedido que se esclarezcan las causas de la muerte. Pero las exequias del padre Tobías ya han sido hechas y él está enterrado en la cripta de la Catedral palmariana.

La cripta central de la Iglesia palmariana.

La cripta central de la Iglesia palmariana.

“No tiene mucho que hacer”, explica el confidente. “Cuando entra en la orden se nombra a unos albaceas en caso de fallecimiento. Siempre son los mismos: el padre Eliseo, Pedro III, y el padre Benjamín, el número dos”, detalla. Al padre Tobías “lo atendió el fraile médico de la comunidad, pero no lo llevaron al hospital”, añade. Los padres ya habían salido hacia Irlanda. Tuvieron que volver para el entierro.

“Fue el médico, hicieron el certificado de defunción y el 19 se enterró con el permiso del juez de Utrera”, asegura. Para hacerlo en la cripta, donde han tomado tierra más de 200 fieles de la orden, se necesita un certificado de embalsamamiento, que se consigue tras inyectarle un producto al finado. “Antes era formol, pero se prohibió”, añade. “Además, las normas de Sanidad obligan a enterrarlo en un ataúd de zinc sellado”, amplía. “Nadie sabe por qué murió. Tampoco por qué volvió”. 

“ESTO VA A ESTALLAR”

La muerte del padre Tobías no ha hecho más que acrecentar la desconfianza en la supuesta deriva que está tomando la orden. “Al padre Eliseo María [Pedro III] le viene grande el cargo”, repiten. Y muchos empiezan a posicionarse ante “la gran guerra” que se va a desencadenar “en breve”. “Ya explotará todo, y será en septiembre”.

El interlocutor menciona a los “niños de la Virgen”, los menores de la iglesia Palmariana que investiga la Fiscalía como ya publicó EL ESPAÑOL. También a un antiguo grupo de apóstatas, una escisión de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz que tras la salida de Gregorio XVIII ha empezado a mover sus hilos. “Ya tienen a alguien infiltrado dentro de la congregación”, desvela. “Uno de los últimos perdonados”, matiza.

Foto: Fernando Ruso.

Foto: Fernando Ruso.

Sobre la mesa, la amenaza velada del papa apóstata Gregorio XVIII. Ginés Hernández se llevó en su salida a Monachil una valiosa documentación tras toda una vida vinculada a la jerarquía de la iglesia Palmariana. En un disco duro cifrado, que conserva con escrupuloso cuidado, se incluyen las cuentas de la congregación y demás detalles sobre el devenir de la orden desde su creación. También curiosidades morbosas, como fotografías que documentan los hitos principales de los Carmelitas de la Santa Faz. También un informe en el que lleva años trabajando y que provocó su agnosia. “Yo quiero pasar página, no tengo nada en contra del Palmar”, repite el antiguo religioso.

“Esto va a estallar”, insiste el confidente. “Hay mucha gente preocupada por lo que está pasando dentro, por las personas que viven en los conventos, por las monjas y los frailes, que son gente de avanzada edad”, apuntan. “Los que viven bajo la orden no tienen posesiones materiales, todo es de la iglesia Palmariana”, detalla. Hay ancianos que no tienen nada y hay grupos preparados para atenderlos en caso de que la situación dé un giro inesperado. “Esto es sólo el prólogo de una gran guerra”.