Un montaje con un policía nacional portando una escopeta SPS-350 adaptada para disparar proyectiles de goma y dos imágenes de armas incautadas por la Guardia Civil.

Un montaje con un policía nacional portando una escopeta SPS-350 adaptada para disparar proyectiles de goma y dos imágenes de armas incautadas por la Guardia Civil.

Reportajes

Escopetas de los 80 y escasez de armas largas y blindados; la Policía de Marlaska a la cola de Europa: "El narco va por delante"

Efectivos de la Policía Nacional consultados por EL ESPAÑOL sostienen que "necesitan una mayor inversión" que les dote de más recursos para poder contrarrestar "la reciente militarización" del crimen organizado.

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En un momento en el que el crimen organizado mejora sus recursos con fusiles de asalto y armamento de guerra, en las galerías de tiro de la Policía Nacional los agentes solo pueden hacer prácticas de tiro cada tres meses con un máximo de 25 cartuchos cada uno.

Frente a los rifles automáticos Kalashnikov con cargadores de 30 balas que se han convertido en un elemento habitual en los armeros de los narcos, muchos agentes siguen llevando a cabo labores de seguridad ciudadana con escopetas de corredera SPS 350 de los años 80 y 90, con capacidad para solo cinco cartuchos que ni siquiera pueden dispararse de forma automática.

Esta es la realidad que describen fuentes policiales especializadas a EL ESPAÑOL, que lamentan la limitación del presupuesto de que disponen para dotarse de equipamiento, lo que les impide a veces acceder a todos los recursos que necesitan.

Un efectivo de la UIP sostiene una escopeta antidisturbios.

Un efectivo de la UIP sostiene una escopeta antidisturbios. E. E.

Mientras el Ministerio del Interior, liderado por Fernando Grande Marlaska, exhibe concursos y renovaciones de material como prueba de modernización, una parte importante de la tropa y de los sindicatos policiales describe una realidad mucho menos brillante: pistolas correctas pero elegidas por precio, carencias en chalecos y medios complementarios y un adversario, el narco, cada vez más profesionalizado y mejor armado.

El caso más reciente es la adjudicación de la nueva pistola para la Policía Nacional, la Springfield Armory Echelon, que llega para sustituir o complementar a la veterana Heckler & Koch USP Compact de 9 mm.

El concurso, según denuncian sindicatos y especialistas en armamento, se habría decidido en favor de la oferta más barata pese a que los informes técnicos internos situaban a otras opciones –como la HK SFP9por delante en fiabilidad, ergonomía y seguridad.

El mensaje que trasladan agentes de base y delegados sindicales es que no se trata de que la nueva pistola sea "un arma mala" en sí, sino de que se ha perdido una oportunidad de oro para dotar a los policías de una herramienta de primer nivel en un contexto de amenazas crecientes.

Un equipamiento polémico

Sobre el papel, España no parte de una mala posición. Policía Nacional cuenta con una pistola moderna, de un fabricante reconocido, y el catálogo se completa con subfusiles, fusiles de asalto y escopetas en determinadas unidades y servicios.

El problema, según coinciden fuentes consultadas, está en la coherencia del conjunto: pistola, arma larga, chaleco, vehículo y entrenamiento. En demasiados destinos, la realidad es que el patrullero sale a la calle con una pistola 9 mm, un cargador de repuesto y un chaleco cuya protección está pensada para amenazas muy por debajo de las que se encuentran en los focos del narcotráfico.

En esos escenarios calientes –Campo de Gibraltar, litoral andaluz, ciertas zonas de Galicia o el Levante– el relato se repite: narcolanchas más rápidas que las patrulleras, guarderías protegidas con fusiles de asalto tipo Kalashnikov, munición de guerra capaz de perforar motores y chalecos, presencia de granadas de mano y un uso sistemático de armas largas frente a patrullas que en muchos casos siguen dependiendo casi exclusivamente de la pistola reglamentaria.

Una de las patrulleras de la Guardia Civil debajo de una narcolancha.

Una de las patrulleras de la Guardia Civil debajo de una narcolancha. Cedida

Portavoces policiales han llegado a hablar de "militarización del narco" y de una sensación creciente de desprotección entre los agentes de primera línea.

De hecho, ante esta situación, sindicatos como JUPOL han llegado a pedir que el Campo de Gibraltar sea declarado 'zona de especial singularidad' para que se ofrezca una serie de mejoras a los agentes que presten servicio en la zona.

A este tipo de situaciones se suman carencias de material que, aunque más prosaicas, tienen un impacto directo en la seguridad diaria: chalecos antitrauma que no llegan para todos, placas caducadas sin recambio, fundas de arma insuficientes hasta el punto de que alumnos de la Escuela Nacional de Policía han tenido que improvisar soluciones para entrenar, y retrasos en la renovación de equipos de protección individual.

Desde los sindicatos se habla de "parches" y de una política de compras a tirones, guiada por la urgencia presupuestaria más que por una planificación estratégica a medio plazo.

La comparación con los países de Europa Occidental no deja a España en una posición catastrófica, pero sí dibuja ciertos matices incómodos.

Francia lleva años inmersa en un proceso de modernización acelerada de sus fuerzas armadas y de seguridad, con la adquisición masiva de pistolas Glock 17 para militares y gendarmes y con un fuerte despliegue de fusiles de asalto y chalecos de alta protección tras la oleada de atentados yihadistas.

Italia mantiene un parque de pistolas de servicio moderno (Glock, Beretta y otros modelos de 9 mm) y una cultura de actualización continua del armamento tanto policial como civil. Portugal, aunque con fuerzas más pequeñas, opera con un catálogo alineado con los estándares OTAN y de la UE, tanto en armas cortas como largas.

Desde dentro, muchos agentes españoles matizan: "No vamos peor armados que un policía francés o italiano en lo básico", vienen a decir, "pero ellos han adaptado mejor su equipo a las amenazas que priorizan".

Imagen cedida por la Policía Nacional del fusil de asalto usado por el sicario belga menor de edad detenido por asesinar a un hombre en Fuengirola en diciembre de 2024.

Imagen cedida por la Policía Nacional del fusil de asalto usado por el sicario belga menor de edad detenido por asesinar a un hombre en Fuengirola en diciembre de 2024. CNP.

Incluso hay fuentes que señalan diferencias con los cuerpos autonómicos. Un agente de Policía Nacional explica que es especialmente significativo comparar sus chalecos con los de la Ertzaintza: "Simplemente una funda de repuesto de un chaleco antitrauma de los suyos supera los 400 euros, mientras que las nuestras están en unos 190".

La sensación extendida es que en España se ha avanzado en la modernización de la pistola, pero no al mismo ritmo en armas largas, protección balística, medios marítimos y aéreos o vehículos capaces de soportar impactos de alta potencia. En la práctica, en un escenario de narcotráfico con fusiles de asalto y munición perforante, el equilibrio se rompe a favor del delito.

Solo algunas unidades especializadas disponen de recursos a la altura. Pero para labores de seguridad ciudadana, en caso de situaciones de emergencia, los policías pueden verse muy comprometidos. "Hace años, los agentes llevaban tanto esta escopeta como el subfusil Z90. Pero este último fue dado de baja del servicio en las comisarías", amplían las citadas fuentes.

"Seguir haciendo seguridad ciudadana únicamente con una escopeta de corredera es estar absolutamente desactualizado, aunque para proyectiles de goma pueden hacer su función. Al menos en los últimos años se han comprado unos cuantos subfusiles Scorpion, pero creemos que se deberían comprar más".

El narco "va por delante"

Las organizaciones profesionales y los sindicatos policiales se han convertido en el altavoz de este malestar. En sus comunicados y comparecencias, se quejan de que "el narco va varios pasos por delante" mientras ellos siguen saliendo de servicio con medios pensados para una delincuencia menos sofisticada.

Desde 2021, las plataformas oficiales de Policía Nacional hacen pública la obtención de numerosas armas de fuego: 150 unidades de HK 417, 400 subfusiles 9 mm Parabellum, 1.250 de los referidos CZ Scorpion...

Sin embargo, las citadas entidades denuncian precisamente que los concursos públicos de armamento acaban priorizando la oferta más barata y que se ignoran, o al menos se relativizan, los informes técnicos de los especialistas de Armamento y Tiro.

Y advierten de que no basta con cambiar de pistola si no se aborda en paralelo el déficit de entrenamiento, de munición para practicar, de chalecos adecuados y de armas largas disponibles para las patrullas que se juegan la vida en el asfalto o en el mar.

Incautación de armas el pasado mes de junio en las provincias de Murcia y Alicante.

Incautación de armas el pasado mes de junio en las provincias de Murcia y Alicante. Guardia Civil

"Para pasar de pedir 1.000 unidades de un modelo de pistola a encargar 2.000, el único cambio que hay que hacer es darle a otra tecla cuando se hace el expediente. El problema viene en el presupuesto del que se dispone y en los plazos", detalla un agente.

"Los pedidos suelen tardar ocho, nueve meses en llegar, si todo va bien. Los más urgentes tardan entre cuatro y cinco meses en materializarse, porque muchas veces hay que fabricar los materiales desde cero, como es el caso de las 6.000 pistolas que se acaban de pedir, que vienen de Estados Unidos".

En privado, muchos efectivos resumen la situación con una fórmula que encaja con lo que ya estamos acostumbrados a escuchar: las armas que llevan "no están del todo mal", pero el "enemigo" —los narcotraficantes— ha dado un salto profesional que las deja cortas en demasiadas ocasiones.

El resultado es un clima en el que conviven la resignación y la frustración: saben que llevan una pistola aceptable, pero también que el narco que les espera al otro lado puede disponer de un arsenal muy superior, y que la Administración sigue mirándose demasiado en el espejo del presupuesto y demasiado poco en el de la realidad de la calle.