Rinaldo Nazzaro, líder mundial del grupo terrorista 'The Base', la 'Al Qaeda' neonazi.

Rinaldo Nazzaro, líder mundial del grupo terrorista 'The Base', la 'Al Qaeda' neonazi. E.E.

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Habla Nazzaro, el exanalista del FBI que lidera desde Rusia la 'Al-Qaeda' neonazi: "Los 3 españoles detenidos son presos políticos"

El líder de 'The Base' dice a EL ESPAÑOL que "no ordenó" atacar a los neonazis castellonenses detenidos por la Policía. La Justicia sí establece vínculos.

Más información: Un exanalista del FBI en Rusia, el 'líder' mundial del grupo neonazi cazado en Castellón: eran fans de Unabomber y tenían armas

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"Yo no ordené a los individuos arrestados en España que llevaran a cabo ataques", ha asegurado desde Rusia a EL ESPAÑOL el norteamericano Rinaldo Nazzaro, líder mundial de The Base.

Habla en exclusiva con este diario en relación con la operación de la Policía Nacional que hace poco más de una semana condujo al desmantelamiento de una célula española de la que se tiene por la organización neonazi más violenta y extremista del planeta. El fundador de la que igualmente se conoce como la Al Qaeda blanca nunca había hablado hasta la fecha con un medio de comunicación occidental.

Los tres presuntos miembros del grupúsculo valencianoDavid Dionis Gandía, de 24 años, J.E.L., de 22 años, y D.A.F., de 48 años, todos residentes en la provincia de Castellón— estaban siendo monitorizados desde hacía varios meses, pero la intervención se precipitó cuando se comprobó que habían comenzado a hacer acopio de armamento.

Una imagen inédita de algunos componentes de la célula española de 'The Base'.

Una imagen inédita de algunos componentes de la célula española de 'The Base'. E.E.

El inspector que dirigió el operativo aseguró la pasada semana que, a tenor de la información recabada durante sus pesquisas, no existían dudas de que el líder del grupo "estaba en contacto permanente con el responsable mundial, le reportaba todos sus movimientos y recibía directrices". Parecía solo cuestión de tiempo que se decidieran a ejecutar un atentado sangriento.

Que Rinaldo Nazzaro diera o no instrucciones directas precisas sobre los objetivos contra los que debían atentar es en cierto modo irrelevante. Lo espeluznante aquí es que, como otros miembros de The Base, habían sido reclutados y aceptados en la organización porque estaban preparados para acelerar el derrumbe del sistema.

Querían hacerlo mediante sabotajes y asesinatos y sembrando el caos deliberado con el objeto de precipitar una guerra racial. Esa es precisamente la razón por la que se les conoce como “aceleracionistas”.

“Los aceleracionistas entendemos que la política electoral es un callejón sin salida”, dice el líder de The Base. “Para que la revolución sea posible, una nación debe ser sometida a un grado suficiente de disturbios civiles. Por lo tanto, damos la bienvenida a cualquier cosa que erosione la autoridad y legitimidad del gobierno. Los rasgos de carácter fundamentales que buscamos en los solicitantes son madurez, autosuficiencia y militancia ideológica. Sin embargo, estas características deben traducirse en última instancia en una disposición a tomar acción en la vida real, aunque por el momento se limite solo al entrenamiento. Además, la experiencia militar es altamente deseable”.

Sus puntos de vista sobre lo ocurrido desnudan una paradoja insoslayable: el mismo gobierno que justificó la invasión de Ucrania como una operación de “desnazificación” se ha convertido en el principal anfitrión y protector global de algunos de los nazis más peligrosos del mundo.

Les ofrece refugio, infraestructuras y proyección internacional desde su territorio, la Federación de Rusia. En reciprocidad, los nazis no solo se identifican con el proyecto ruso, sino que a menudo se entrenan militarmente en el país de Putin.

Como era de esperar, el líder de The Base ha respaldado a los tres imputados neonazis de Castellón, devotos de Hitler y del Unabomber. “Esos hombres (los tres españoles) son prisioneros políticos”, asegura. “Su único crimen es preocuparse por el bienestar de los europeos nativos que están siendo sistemáticamente reemplazados por extranjeros raciales. Tienen mi respeto y apoyo moral”.

Uno de los miembros de 'The Base' detenidos este lunes por la Policía Nacional.

Uno de los miembros de 'The Base' detenidos este lunes por la Policía Nacional. Policía Nacional

Lo cierto es que la lista de presuntos crímenes que se imputa a Dionis (el único que de momento está en prisión) y a los otros dos supuestos miembros de la franquicia española de la red va significativamente más allá de lo que Nazzaro menciona como “único crimen”.

Entre otras cosas, el juez Antonio Piña, instructor del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, les imputa delitos de pertenencia a organización criminal, captación, adoctrinamiento y adiestramiento terrorista, así como tenencia ilícita de armas y explosivos.

El auto de prisión provisional para David Dionis Gandía, emitido el 27 de noviembre de 2025, detalla que este presunto líder de la célula castellonense mantenía contacto directo con Rinaldo Nazzaro, acumulaba armamento (incluidas armas blancas y de gas con balas de acero), realizaba entrenamientos tácticos y difundía propaganda supremacista para reclutar militantes, todo ello con fines de desestabilización violenta. Y eso no lo niega ni Nazzaro.

“Yo no me dedico a adoctrinar ideológicamente a hombres jóvenes, ni a radicalizar a la gente en general”, dice. “The Base solo acepta solicitantes que ya están radicalizados. Es un requisito previo para unirse. Así que ciertamente no empujé a nadie (en España) hacia el extremismo. En cambio, el propósito de The Base es ofrecer a estos individuos un camino práctico para actualizar sus ideales en el mundo real. De ahí que nuestros lemas sean "¡Aprende, entrena, lucha!" y "¡Salva tu raza, únete a The Base!".

¿Cómo detectó la policía española la presencia de esa célula castellonense de The Base? A decir verdad, el primero en tomar las riendas de la investigación (posteriormente derivada tras su judicialización a la Policía Nacional) fue el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), quien a su vez se activó al principio de la mano de los norteamericanos.

Nazzaro, del FBI a Rusia

Nazzaro nació en Nueva Jersey a mediados de los 70 y trabajó como analista y contratista para el FBI, el Departamento de Defensa y el Departamento de Seguridad Nacional. Tomó parte en proyectos de inteligencia y contraterrorismo ligados a Irak y Afganistán.

Su conocimiento interno de las operaciones antiterroristas estadounidenses y su posterior traición lo han convertido en un objetivo prioritario para los norteamericanos. El FBI mantiene una vigilancia estrecha sobre sus actividades desde que en 2018 se mudó con su esposa rusa y sus hijos a San Petersburgo, el mismo año en que empezó a promocionar The Base bajo el alias "Norman Spear".

Y fue precisamente el FBI quien alertó a las agencias europeas de la presencia de células de The Base en varios países como España.

Desde la impunidad que brinda la Federación de Rusia, Nazzaro no tiene inconveniente en admitir a EL ESPAÑOL que el objetivo de su organización es destruir el orden establecido mediante la violencia, lo que ayuda a perfilar, no solo al personaje, sino la naturaleza de las organizaciones ultraviolentas que están surgiendo al amparo de Rusia.

“En general, la desestabilización es beneficiosa porque debilita la autoridad gubernamental”, sostiene. “Pero la inestabilidad no es suficiente para establecer una Patria Blanca. Lo que también se requiere es fácil acceso a armas de fuego y un territorio nacional contiguo relativamente grande que contenga una región considerable con terreno silvestre accidentado. Solo dos naciones tradicionalmente blancas poseen actualmente todos estos prerrequisitos necesarios: Ucrania y Estados Unidos. La inestabilidad en otros lugares, como Canadá o la Unión Europea, solo ayuda en la medida en que puede radicalizar a la población, lo cual puede crear reclutas para The Base”.

Centro de entrenamiento paramilitar de 'The Base', en Roma.

Centro de entrenamiento paramilitar de 'The Base', en Roma.

Desde Rusia, y aprovechando tanto la infraestructura digital como las facilidades financieras del país, Nazzaro ha coordinado durante años la red internacional de campos de entrenamiento, seminarios paramilitares y procesos de reclutamiento de The Base, operando sobre todo a través de canales cifrados y plataformas en la sombra.

Informes de medios y centros de investigación especializados en extremismo coinciden en que ese “exilio” en Rusia no ha supuesto en absoluto una retirada, sino la consolidación de un santuario operativo desde el que seguir dirigiendo y expandiendo la organización con un riesgo mínimo de ser extraditado o detenido. A pesar de la tupida red de circunstancias que arropan su condición de agente ruso, él niega cualquier vínculo formal con el Kremlin.

“Nadie me invitó a mudarme a Rusia”, dice. “Fue una decisión personal que tomé por mi cuenta. Mi esposa es ciudadana rusa, al igual que mis hijos, lo que me califica para el estatus de residencia permanente. No he establecido una relación con ninguna estructura estatal u organizaciones semioficiales en Rusia. El problema es que no puedo refutar algo que nunca ocurrió realmente o que no existe. Por ejemplo, la ridícula sugerencia de que soy un espía ruso. No es más que especulación e insinuaciones. La carga de la prueba recae en mis acusadores, no en mí para refutarla. Entonces, ¿dónde está la prueba? No la hay”.

Se equivoca. Hay un dato que, como mínimo, desafía el relato de un simple exiliado político: en 2025, canales asociados a The Base llegaron a prometer pagos en criptomonedas a quien ejecutara ataques y asesinatos selectivos contra objetivos ucranianos, señalando infraestructuras, mandos militares y responsables políticos del país invadido como blancos legítimos.

No hace falta ser analista de inteligencia para advertir que, cuando un grupo neonazi radicado en Rusia incentiva a golpear a Ucrania en plena guerra, su línea de acción se superpone de forma casi milimétrica con la estrategia de desgaste que persigue Moscú.

El "objetivo final" de Nazzaro

Aunque él se sienta “difamado”, su cómoda seguridad en territorio ruso, el uso preferente de plataformas y servicios del ecosistema digital del país y la capacidad para movilizar fondos y recompensas desde su refugio de San Petersburgo alimentan la sospecha de que The Base forma parte del arsenal híbrido con el que Moscú proyecta inestabilidad más allá de sus fronteras.

Su ideario es delirante. “Mi objetivo final, incluso antes de mudarme a Rusia, siempre ha sido establecer una patria exclusiva para personas de sangre europea”, afirma. “Hoy, la situación en Ucrania presenta una oportunidad única para potencialmente lograr este objetivo. No creo que el gobierno ruso comparta esta aspiración. Nuestro objetivo en Ucrania es establecer una Patria Blanca independiente en el Óblast de Zakarpatia como refugio internacional para personas de sangre europea en todo el mundo. Estaríamos muy satisfechos si el gobierno ucraniano nos cediera este territorio voluntaria y pacíficamente. Pero se niega a hacerlo, lo que no deja a The Base otro recurso que usar la coerción”.

El líder mundial de la organización aceleracionista neonazi The Base, Rinaldo Nazzaro.

El líder mundial de la organización aceleracionista neonazi The Base, Rinaldo Nazzaro. E.E.

The Base y su fundador están oficialmente catalogados como organización y líder terroristas por múltiples gobiernos y agencias de inteligencia occidentales. En Estados Unidos, el FBI incluye al grupo en sus bases de datos de amenazas extremistas de inspiración racista y lo considera una de las principales ramas del terrorismo doméstico de ultraderecha.

“Es obvio que los gobiernos occidentales me consideran un objetivo de alto valor”, apostilla Nazzaro. “Por lo tanto, no solo sería estúpido e imprudente por mi parte viajar a Estados Unidos o Europa, también sería muy irresponsable como líder. Vivo en un exilio autoimpuesto (en Rusia) para seguir siendo eficaz, lo cual no es infrecuente entre líderes insurgentes”.

'The Base' y Al Qaeda

En Canadá, The Base fue declarada organización terrorista en 2021, equiparándola legalmente al Estado Islámico y Al Qaeda. El asunto es interesante porque Al Qaeda significa, literalmente, “The base” o “La base”, lo cual no es una coincidencia. Aunque Nazzaro nunca ha explicado públicamente en detalle el proceso de bautismo de su grupo, es obvio que la elección del nombre busca evocar deliberadamente la marca global del terrorismo yihadista, apropiándose de su aura de organización matriz para construir una “Al Qaeda blanca” que sirva como nodo de entrenamiento, coordinación y referencia ideológica para una constelación de células neonazis.

En términos operativos, esta analogía no se limita al nombre: investigadores han documentado que The Base estudia manuales y técnicas de Al Qaeda, y que adopta una estructura en red basada en pequeñas células semiautónomas, pensada para resistir golpes policiales y asegurar la continuidad de la organización.

“En primer lugar, es un concepto erróneo común que The Base pretende operar como una red de células descentralizadas”, apunta. “Sí, es cierto que dependemos de este método operativo, pero solo porque actualmente estamos obligados a hacerlo por necesidades tácticas. Nuestro objetivo estratégico a largo plazo es lograr algo similar a lo que Al Qaeda e ISIS lograron en Siria, es decir, formar una insurgencia armada organizada para tomar y mantener territorio, y establecer una Patria Blanca que controlemos y gobernemos”.

“En Estados Unidos, un grupo terrorista doméstico no es una entidad ilegal en sí misma”, prosigue. “Lo que es ilegal son los crímenes específicos que sus miembros cometen individualmente. Personalmente, no he violado ninguna ley en mi país natal, que yo sepa. No obstante, el FBI me vigila muy de cerca”.

Los neonazis suecos Anton Thulin y Viktor Melin, en el campamento de formación militar ruso Partizan de San Petersburgo, gestionado por el Movimiento Imperial Ruso.

Los neonazis suecos Anton Thulin y Viktor Melin, en el campamento de formación militar ruso Partizan de San Petersburgo, gestionado por el Movimiento Imperial Ruso.

Hasta la fecha, las células de The Base han estado más asociadas a complots frustrados, planes embrionarios y actos de violencia de baja intensidad que a un gran atentado consumado al estilo yihadista, pero el historial es cualquier cosa menos inocuo. En Estados Unidos, miembros del grupo han sido vinculados con pintadas antisemitas coordinadas contra sinagogas, preparativos para ataques armados en una manifestación en Virginia y planes para descarrilar trenes o envenenar sistemas de agua, operaciones que fueron abortadas a tiempo por el FBI, pero que revelan una voluntad clara de pasar de la retórica a la acción.

En el mundo anglosajón y Europa continental, las derivas han seguido un patrón parecido: en Canadá y Reino Unido, varios militantes de The Base han sido condenados por delitos de terrorismo, tenencia de armas y preparación de atentados, mientras que en distintos países europeos (incluida España) se han desarticulado células en fase de acopio de armas, entrenamiento paramilitar y selección de objetivos, sin llegar —por ahora— a materializar un atentado mortal atribuible directamente a la organización.

Las filas rusas de los ultras españoles

La historia de Nazzaro y The Base encaja, casi a la perfección, en un patrón mucho más amplio: el de una Rusia convertida en santuario de extremistas que sueñan con incendiar las democracias occidentales mientras se benefician de la protección, explícita o tácita, del Kremlin.

En paralelo a la construcción de su “Al Qaeda blanca”, Moscú ha tejido en la última década una red de alianzas, complicidades y guiños con partidos ultras europeos —incluida la extrema derecha española— a los que financia, amplifica mediáticamente o utiliza como arietes políticos contra la UE, la OTAN y el propio concepto de democracia liberal.

No se trata solo de una afinidad ideológica abstracta, sino de una estrategia concertada de guerra híbrida en la que conviven hackers, canales de desinformación, oligarcas con maletines y agitadores neofascistas presentados como “patriotas” que combaten al decadente Occidente globalista.

Varios miembros del Movimiento Imperial Ruso, durante una visita a España, posando junto a la bandera falangista y una imagen de José Antonio.

Varios miembros del Movimiento Imperial Ruso, durante una visita a España, posando junto a la bandera falangista y una imagen de José Antonio.

En ese contexto, figuras como Nazzaro dejan de ser anomalías para convertirse en piezas de un engranaje mayor donde convergen los intereses del aparato ruso y los de la internacional ultra, hoy reforzada por una especie de pinza geopolítica: desde fuera, el Kremlin impulsa y protege a estos movimientos; desde dentro, el presidente estadounidense Donald Trump legitima y envalentona a extremistas que socavan los mismos consensos democráticos que Moscú trata de erosionar.

Hace ahora casi dos años, EL ESPAÑOL dio a conocer en España la presencia y las conexiones de Ilya Schevchuk, cuadro del Movimiento Imperial Ruso (MIR) residente en Barcelona, con dirigentes de la ultraderecha nacional, en particular con La Falange y Democracia Nacional. Aquella investigación desveló que el hombre al que la Casa Blanca acabaría señalando como terrorista internacional había participado en actos públicos en Madrid junto al entonces jefe falangista Manuel Andrino Lobo y otros líderes ultras, reclamando una “nueva Reconquista” en un discurso trufado de mensajes racistas, antisemitas y abiertamente imperialistas.

Este diario trazó además el itinerario de otros referentes de la galaxia ultranacionalista rusa —como Denis Gariyev, instructor de campamentos paramilitares en San Petersburgo y aliado del Kremlin en la guerra de Ucrania— y documentó sus vínculos con activistas españoles y de otros países europeos que confraternizaban y coordinaban agendas políticas comunes.

Juntos, esos trabajos dibujaban un mapa inquietante: mientras Moscú proyectaba influencia sobre la extrema derecha europea a través de organizaciones pantalla como el MIR, un sector del ultranacionalismo español abría de par en par la puerta a esa injerencia, dispuesto a asumir el papel de sucursal ideológica y operativa de la Rusia de Putin.

Ahora sabemos que esos mismos circuitos que conectan al Movimiento Imperial Ruso con falangistas y neonazis españoles enlazan, de forma indirecta, con The Base a través de los aceleracionistas de la ya extinta Atomwaffen. El MIR ha convertido sus instalaciones paramilitares de San Petersburgo —en particular el programa de entrenamiento “Partizan”, impartido en al menos dos campos a las afueras de la ciudad— en una escuela de guerra para militantes ultras de media Europa, con módulos de tiro, combate urbano, explosivos, orientación y tácticas de insurgencia.