Eduardo Casanova, posando para EL ESPAÑOL.

Eduardo Casanova, posando para EL ESPAÑOL. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

Reportajes

Eduardo Casanova: "Soy más amigo de Satán, la Iglesia ha hecho muchísimo daño a la hora de silenciar el VIH"

"El mayor número de personas con VIH son mujeres heterosexuales. A muchas mujeres les diagnostican VIH porque sus maridos se van con mujeres prostituidas" // "Ser actor es una profesión muy complicada, donde se requiere mucho talento, y yo no me considero que tenga ese talento".

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Eduardo Casanova (Madrid, 1991) no deja indiferente a nadie. Para muchos es odiado, para otros muchos, querido. Es buen anfitrión y lo demuestra al abrir las puertas de su pequeño adosado a las afueras de Madrid, donde recibe a EL ESPAÑOL. En la planta baja alberga una especie de despacho-museo donde exhibe una gran colección de logros profesionales, esos que una parte del público patrio denosta, a pesar de contar con el prestigioso respaldo de los certámenes de cine internacionales.

Durante el encuentro, queremos entender el porqué del odio que recae sobre su figura. Él asegura que ese desprecio proviene de otro mundo, el de las redes sociales, “al que no hay que prestar mucha atención”. Desde luego, Eduardo es esquivo y a la vez peleón. Está predispuesto para responder al ataque, pero se equivoca de enemigo. Intuye amenaza en nuestras preguntas cuando sólo hay curiosidad genuina por descubrir por qué le persigue una turba que lo acusa de que su cine, por falta de calidad, no debería recibir subvenciones.

Eduardo asegura haber sido siempre director de cine. Lejos queda ya aquel personaje que interpretó siendo niño en la mítica serie Aída, donde, sin quererlo, marcó una impronta en visibilizar la homosexualidad en la televisión española. A pesar de ello, dice nunca haberse sentido actor, una profesión que requiere un talento que él cree no tener. Lo suyo es dirigir, aunque moleste a muchos. Su obra, grotesca y bella a partes iguales, a ratos provocativa en lo visual, hace uso de una estética cuyo sello no puede ser otro que el suyo propio. Ahí radica gran parte de su talento.

El director Eduardo Casanova.

El director Eduardo Casanova. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

Ahora presenta su último proyecto, Silencio (estrenada el pasado 1 de diciembre en Movistar plus), una serie vampírica donde mezcla fantasía con una realidad oculta: la de las personas que sufren en silencio el sida, una enfermedad que, a día de hoy y a pesar de los avances médicos, sigue siendo tabú. “La Iglesia ha hecho muchísimo daño a la hora de silenciar esta enfermedad. Por eso, yo soy más amigo de Satán”, expresa. Eduardo Casanova es único.

Pregunta.– ¿Por qué en Silencio decide abordar el estigma que hay alrededor del VIH?

Respuesta.– Bueno, el proyecto nace de una propuesta que me hace la ONG Apoyo Positivo, la cual está dedicada a la visibilización y concienciación del VIH. Entonces, yo considero que es un buen momento para hablar de forma diferente sobre la pandemia del VIH y del sida. Todos tenemos en el imaginario películas como Philadelphia o 120 pulsaciones por minuto en las que se retrata esta enfermedad desde una óptica pasada. Y creo que es importante contarlo desde la problemática actual. Si no, nos quedamos con una narrativa añeja en la que se enfoca esta enfermedad siempre desde la tristeza, lo cual genera un pensamiento colectivo no evolutivo.

P.– ¿Y cómo puede la comedia aportar esa lucidez necesaria sobre el tema y cómo ayuda a desestigmatizar esta enfermedad?

R.– En Silencio la comedia no banaliza ni frivoliza ni le resta importancia a la problemática de la pandemia del VIH. La realidad es que el 76% de las personas con VIH no son visibles y lo sufren en silencio; sin embargo, cabe destacar que no toda su vida es horrible. Son humanos y humanas y tienen una vida lo más normal posible. A pesar de que, por ejemplo, a la hora de viajar tengan que esconder su medicación ya que hay países en los que no está permitido ser seropositivo. Por tanto, y a pesar de ser un tema duro, entendí que la mejor forma de concienciar sobre este tema era a través de la comedia. Creo que para concienciar con efectividad hay que entretener al espectador.

P.– ¿Y por qué decide abordar el tema desde la fantasía y esta estética vampírica?

R.– Bueno, mi forma de expresarme va muy de la mano de la estética. Mi cine es muy estético, y esa es mi forma de hacerlo.

P.– ¿Y por qué vampiras y no vampiros? ¿Quería establecer una analogía con las mujeres, las grandes olvidadas, que padecen VIH en silencio?

R.– Sí, las mujeres siempre han sido las más silenciadas en todo, y a todos y a todas nos atraviesa la misoginia y el patriarcado; pero con respecto al VIH las mujeres han sido silenciadas mucho más aún. A la hora de documentarme, tuve en cuenta una frase de una campaña que dice: "No conozco a ninguna lesbiana con sida, ahora ya conoces a una". Y es que el VIH parece que siempre ha sido una enfermedad de hombres homosexuales, cuando no es así.

Y, partiendo de esa idea, me di cuenta de que las vampiras también han sido otras grandes silenciadas en la ficción, con lo cual, creo que enlazaba muy bien el hecho de escoger a vampiras para hablar sobre mujeres que padecen VIH. Las vampiras no existen en la vida real, pero si existieran me interesaría entenderlas desde ese punto de vista de que son monstruas a las que no les puede dar la luz y, además, son culpadas de transmitir la peste negra en el siglo XIV. Así que creo que ese paralelismo servía para contar esta historia.

P.– ¿Y por qué, a diferencia de otras enfermedades, el sida sigue siendo un tema tabú?

R.– Porque no hay educación sexual respecto a esto. La medicina ha hecho su trabajo, que es conseguir que la vida de una persona con VIH sea completamente normal, donde puedes tener sexo con tu pareja si tienes una relación cerrada y eres indetectable. Y no tienen efectos secundarios, y su longevidad es como la de una persona no enferma. Es decir, a nivel médico ha avanzado mucho, lo que no ha avanzado tanto es en lo social. Hasta 2023 las personas con VIH no podían portar armas en España. Y hace sólo tres meses se aprobó que las personas seropositivas pudieran donar órganos a otras personas seropositivas. Así que imagínate las personas con VIH que habrán muerto por no poder recibir un trasplante.

P.– ¿Ha conocido a alguien de su entorno que haya sufrido ese silencio que arrastra esta enfermedad?

R.– Sí, sobre todo a raíz de empezar a trabajar con Apoyo Positivo en este proyecto. De hecho, en Silencio aparece la historia de María José Fuster en el personaje que interpreta María León. Ella es una mujer heterosexual que consumió drogas en los 80 y le detectaron sida. Y ella es una referente ahora en este campo. Yo también soy gay y, aunque el VIH no es monopolio de la homosexualidad, siempre te encuentras con relatos de gente que lo ha padecido y te lo cuenta a posteriori. Y ahí te das cuenta de lo que han tenido que sufrir en silencio hasta el punto de no contárselo ni a su mejor amigo. No me parece justo.

Eduardo Casanova, durante una entrevista con EL ESPAÑOL.

Eduardo Casanova, durante una entrevista con EL ESPAÑOL. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

P.– ¿Cree que el estigma sobre el sida siempre va de la mano de la homofobia?

R.– No, cuidado con eso. La homofobia juega un papel fundamental, pero desde la ignorancia de la enfermedad. Porque el mayor número de personas con VIH son mujeres heterosexuales. A muchas mujeres les diagnostican VIH porque sus maridos se van con mujeres prostituidas.

P.– ¿Y qué papel juega la Iglesia a la hora de ocultar y estigmatizar la enfermedad? En ese caso, la homofobia sí que sale a relucir.

R.– Bueno, la iglesia nombró al VIH en sus inicios como una bendición divina para acabar con la homosexualidad. Así que la culpa cristiana y la institución de la Iglesia ha hecho muchísimo daño. Aunque luego hay muchas personas creyentes que sí rebaten esto que dijo la iglesia en su momento.

P.– ¿Cree que ha habido una cierta apertura por parte de la institución eclesiástica, sobre todo a raíz del mandato del último papa, donde se entiende la homosexualidad de otra manera?

R.– Yo con la iglesia prefiero no meterme... Pero sí que te voy a decir que soy mucho más amigo de Satán.

P.– Antes ha citado algunas películas en las que se trata la problemática del VIH desde un prisma derrotista y triste. A raíz de esto, hace poco declaró que tras ver estas películas muchas personas homosexuales empezaron a “follar con miedo”. ¿Alguna vez ha tenido eso en su cabeza a la hora de mantener relaciones sexuales?

R.– Sí, claro. ¿Tú eres una persona LGBT?

P.– No.

R.– ¿Y tienes amigos LGBT?

P.– Sí, claro.

R.– Pues pregúntale a ellos. Y te van a decir que todas las personas homosexuales hemos tenido eso en la cabeza a la hora de tener sexo.

P.– ¿Y hasta qué punto eso le ha llegado a influir a la hora de decidir mantener una relación sexual?

R.– Pues he de decir que las personas homosexuales llevamos ventaja sobre las personas heterosexuales ya que este tipo de narrativas sobre el miedo a contagiarnos ha hecho que nos protejamos mucho más. Para una persona heterosexual parece que su único miedo es el de quedarse embarazada. Y para los hombres ya ni te cuento, para ellos las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) son de otro mundo, parece.

P.– Por desgracia, es más común de lo que parece.

R.– Yo he tenido ladillas y sífilis. Pero me faltan muchas para completar mi colección (bromea).

P.– Hablando sobre su carrera. En una entrevista dijo que, a pesar de haber obtenido un amplio reconocimiento por su personaje en la mítica serie Aída, no se consideraba actor, ya que no se sentía a la altura. ¿Por qué?

R.– Ser actor es una profesión muy complicada, donde se requiere mucho talento, y yo no me considero que tenga ese talento. Es como ponerme una chapa de una profesión que no me pertenece. Y he trabajado como actor y lo he hecho lo mejor que he sabido. También era muy pequeño, tenía 12 años, y las responsabilidades eran menores. Yo siempre fui director de cine.

P.– ¿De dónde nace esa inquietud por querer dirigir?

R.– Hay veces que no sabes de dónde nace. No te voy a preguntar, porque es de mala educación, de dónde nace tu interés por ser periodista. Hay profesiones que son vocacionales. Y creo que en mi caso tiene que ver con la necesidad de querer comunicar y contar cosas diferentes.

Eduardo Casanova.

Eduardo Casanova. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

P.– ¿Se siente orgulloso de lo que ese personaje le aportó?

R.– Sí, claro. Súper orgulloso. Si tuviese que elegir un personaje que me catapultase a la fama sería Fidel, que fue el primer niño gay de la televisión española. Y fue en consonancia con lo que yo soy a día de hoy. Ahí no era consciente todavía de la visibilidad al colectivo LGTB que estaba haciendo, yo hacía lo que me decían, pero luego sí que fui consciente.

P.– ¿Fueron muy exigentes aquellas jornadas de rodaje para un niño que acababa de empezar?

R.– Sí, eran muchas horas de rodaje, y había otra legislación. Ahora se controla mucho más cuando hay un menor en un rodaje. Pero yo decidí actuar y lo iba a hacer sí o sí. Y a mí me vino muy bien estar en un plató de rodaje antes que en un colegio. Aprendí mucho más, desde luego.

P.– A pesar de todo lo positivo que le aportó, ¿recibió algún ataque homófobo por la calle a raíz de hacerse conocido por ese personaje?

R.– La verdad es que por la calle nunca he recibido insultos. Me siento muy querido. Llevo muchos años siendo conocido y la gente me quiere mogollón.

P.– ¿Le costó que lo tomaran en serio como director de cine después de venir de hacer una serie televisiva como actor?

R.– Me sabe mal decírtelo, pero tampoco. Yo empecé a dirigir a los 11 años haciendo cortos. Y pasaban más desapercibidos porque los cortometrajes siempre pasan desapercibidos. Sin embargo, a pesar de ello, todos han tenido un recorrido increíble. Y mi primera película la produjo Álex de la Iglesia y se estrenó en la Berlinale. Entonces, no fue eso de: "ah, ¿pero que este chaval dirige?".

P.– En alguna ocasión ha dicho que, antes de Silencio, su obra era “pedante”. ¿Qué identifica hoy como pedantería en sus obras anteriores?

R.– Sí, bueno, creo que hacía como un tipo de cine más rebuscado, más denso, menos comprometido con el entretenimiento. Aunque siempre he pretendido entretener. Pero esta serie marca un final. Yo, de todas formas, a veces tiendo a ser pedante, pero no lo siento tanto ahora.

P.– Lo que sí prevalece siempre en su cine es esa estética que conjuga la belleza con lo grotesco. Eso le ha llevado, en ocasiones, a que el público no pueda evitar "taparse los ojos", según dijo usted en una entrevista. ¿Lo hace conscientemente para provocar esa contradicción o rechazo en el espectador?

R.– La verdad es que rechazo no busco.

P.– Bueno, un impacto.

R.– Me gusta mucho el arte plástico y que eso genere emociones. Pero no busco que cierren los ojos. Si dedicándome al cine buscara que la gente cerrara los ojos estaría bastante fastidiado.

P.– Al margen de ese impacto por la estética de su cine, ha sufrido el odio y el desprecio hacia sus trabajos, sobre todo a través de redes sociales, ¿por qué?

R.– No lo sé, porque yo no vivo en las redes sociales. Las redes son un mundo aparte. Muchísima gente se ha ido de Twitter. Y en el mundo real, Silencio ha sido estrenada en Locarno, uno de los festivales de mayor prestigio internacional, y ha recibido unas críticas increíbles. Y una plataforma tan respetable como Movistar ha seleccionado Silencio y está siendo una de las series más vistas. Y bueno, yo te invito a que nos demos un paseo por la calle ahora y vas a ver cómo recibo muestras de cariño. No sé si es que la gente pueda ser muy falsa o no, pero vamos, no creo. La gente me quiere. Habrá gente a la que le gustaré más o menos, eso es lógico. Pero a lo que sucede en redes sociales hay que prestarle poca atención.

El actor y director Eduardo Casanova.

El actor y director Eduardo Casanova. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

P.– Pero más allá de que a alguien le pueda gustar más o menos, hay un denominador común en esas críticas y es que casi siempre van enfocadas a que su cine, por falta de calidad, no debería recibir subvenciones. ¿Qué opina de esto?

R.– Hay críticas que hacen los críticos de cine, y estamos recibiendo unas críticas muy buenas, y luego están las críticas que son las que tú dices. Yo no decido cómo funciona la producción de las películas. Yo no soy productor y no he legislado cómo se financian las cosas. Yo hago mi trabajo, escribo un guion y se lo mando a un productor o productora y, si le gusta, lo produce. Y después me asignan un sueldo.

P.– ¿Pero está a favor de las subvenciones para poder sacar adelante los proyectos?

R.– Creo que es importante que España tenga la capacidad de demostrar su arte a todo el mundo. Y este es uno de los motivos por los que se reciben este tipo de ayudas: para mostrar la marca España fuera de nuestras fronteras. Y generar economía. Y hay subvenciones para los partidos políticos, para la tauromaquia, para todo…

P.– Sin embargo, es algo que mucha gente no entiende. Gran parte de las críticas que ha recibido vinieron a raíz de que en la gala de los Goya usted pidiera "más subvenciones y más dinero" para el cine español. ¿Por qué eso no se entiende?

R.– ¿Me estás haciendo una entrevista para hacer sangre y sacar titulares?

P.– Para nada, simplemente le estoy preguntando por la polémica que hay alrededor de la cuestión de las subvenciones en el cine y sobre los ataques directos que usted recibe por ese tema.

R.– Pero tú sabes que van a salir esos titulares.

P.– Saldrán los que me cuente. Y usted es libre de contar y opinar lo que considere acerca de este tema.

R.– Pero tú sabes lo que va a salir.

P.– Yo lo que sé es que simplemente intento entender por qué ese odio hacia las subvenciones que recibe el cine español, en general, y el odio que recibe usted, en particular. Estas preguntas se las hago a usted al igual que se las hago a Antonio de la Torre o a cualquier otro actor o director que entreviste.

R.– Pero la gente no se comporta con Antonio de la Torre igual que se comportan conmigo.

P.– Pues justo eso es lo que quiero entender.

R.– Pues tendrás que preguntarle a la gente. Puedes hacer una especie de flashmob con mogollón de gente y les preguntas a todos.

P.– Sería increíble, la verdad. Pero como no puedo hacer eso le quiero preguntar a usted de dónde piensa que nacen esas críticas.

(Eduardo guarda silencio)

P.– ¿Cree que las críticas que recibe están sesgadas por un corte ideológico? ¿Existe un fascismo encubierto en esos ataques?

(Eduardo vuelve a guardar silencio)

Eduardo Casanova, presentando su nuevo trabajo, 'Silencio'.

Eduardo Casanova, presentando su nuevo trabajo, 'Silencio'. Cristina Villarino EL ESPAÑOL

P.– ¿Y qué le gustaría que el público entendiera mejor de usted o de su obra?

R.– Que la disfruten, que para eso está. Y creo que se lo pueden pasar muy bien. Además, está comprobado, la gente se mea de la risa en las salas cuando ha visto la serie.

P.– Para acabar, hábleme de sus próximos proyectos.

R.– Pues me encantaría que hubiese segunda temporada de Silencio. Yo ya la tengo escrita y no depende de mí que se haga. Si de mí dependiera ya la estaría rodando. Además, el público la pide, a la gente se le queda corta la primera temporada.

P.– Y vuelve, en formato largometraje, Aída. Se llama Aída y vuelta y estará disponible en cines el 30 de enero de 2026.

R.– Yo no la he visto todavía, pero he hecho la película y he leído el guion y es una película maravillosa, sobre todo porque está dirigida por uno de los grandes autores que tenemos en este país, que es Paco León, y aparte que es una película muy pedida por el público.