Willy Bárcenas.

Willy Bárcenas. David Morales

Reportajes

Willy Bárcenas: "Yo lo pasaba mal con lo que tenía en casa. La música conseguía que me olvidase y que lo supiese llevar"

"La gente que no me conoce y piensa que soy un gilipollas o diga que mi música es una mierda me da igual" // "En la calle sí ha habido alguna cosa de insultos y a mí me importa tres huevos".

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Nos hemos llevado a Guillermo –Willy– Bárcenas a hacerle fotos a una tienda de vinilos detrás de Callao. Era por aquello del atrezo, pero la idea resultó en una compra abultada de varios títulos, desde el de Manolo y Ramón (de los integrantes del Dúo Dinámico cuando se emanciparon de su nombre para explorar otros sonidos) a uno de Judas Priest. Al pasar por caja, al solista de Taburete le han enarcado la ceja: “Es un contraste que no esperaríamos, y menos de alguien como él”. 

Y Guillermo como si nada, como si el comentario no fuera con o contra él. Mirando las portadas con gula melómana. Luego ha contado en esta entrevista que le pasa bastante, lo de tener alguna cosa en la calle por su pasado familiar, pero que no le importa en absoluto. Él está afilando el oficio, que diría Maruja Torres, tomando clases de canto y de piano, aparcando el desmadre por el desmadre (porque ya se lo sabe), subiendo riscos y probando cotas nuevas, en la música y en su vida personal.

Nos lo cuenta todo en dos cafés largos, con partes de conversación tranquilas e introspectivas (herencia de su padre, dice), y otras más propias de un polvorilla: el nervio es el regalito que su madre le ha dejado en las venas. 

Pregunta.– El perro que fuma: ¿risco o poema? Porque he visto que es el nombre de un risco de la Sierra de Gredos...

Respuesta.– La primera persona que lo ve. 

P.– Pero también un poema de Antonio Fernández Molina tiene ese título. 

R.– El nombre en sí viene del risco de Gredos, que es una placa de escalada. A mí me ha dado ahora mucho por la escalada, pero he ido mucho a Gredos a hacer trekking siempre. Y el nombre me llamó muchísimo la atención, El perro que fuma, que también es una cordada de unos alpinistas de hace mucho, unos cuarenta años. Pero luego ese título simboliza muchas más cosas, ¿te lo cuento?

P.– Claro, por favor. 

R.– Creo que todos en mayor o menor medida tenemos un perro que fuma, pero yo especialmente. Es esa limitación que te pones dentro para no hacer las cosas que sabes que te hacen feliz de verdad, y esa lucha continua contra tu naturaleza, contra tu manera de hacer las cosas.

Muchas veces sabes que retirarte a casa es lo más inteligente que puedes hacer, pero siempre hay un estímulo externo o propio que te hace tomar la decisión de quedarte, o tomar esas decisiones que a la larga no son buenas para ti, pero que no puedes remediar. El disco habla de la dualidad entre lo que quieres ser y lo que no puedes dejar de ser. Creo que con los años he ido domando a ese perro, pero sigue pegando sus coletazos, y hay que aprender a vivir con ello.

P.– Vivir en reconciliación permanente. Tengo una amiga psicóloga que me habla de que todos tenemos el eros y el tánatos, el querernos a ratos y desprotegernos otros.

R.– Claro, y la cagas continuamente, y vuelves a pisar la misma piedra, pero es que uno es como es. Pero estoy en esa lucha, y en un momento en el que compenso bastante bien todas las facetas de mi vida. 

P.– Voy a leerle los versos del poema porque, aunque el título no salga de ahí, me parece que va muy en la línea de lo que hablamos: “Un perro está cansado de vivir/ y se entretiene fumándose/ todo lo que se puede fumar/ lo mismo una nube de cerveza/ que una discordia general”.

R.– ¡Qué bueno! La verdad que sí. Va muy acorde. A lo mejor me he reencarnado en este señor. ¡Tiene que ver el poema con todo esto!

Willy Bárcenas.

Willy Bárcenas. David Morales

P.– El primer concierto es el 28 de noviembre de Madrid, y está todo vendido.

R.– Está todo vendido. Además lo anunciamos con ubicación secreta, y todavía no hemos dicho dónde va a ser, pero se agotó en dos o tres minutos. Estamos deseando volver a tocar. Ha sido un año diferente, necesitábamos un parón. Yo personalmente lo necesitaba después de estos 10 años, quería hacer otras cosas y estaba un poco saturado de furgoneta, pruebas de sonido, entrevistas… Pero ese tiempo ya ha pasado y lo que estamos deseando es volver. Y con un show muy diferente, no va a cambiar la energía ni la fiesta, pero creo que sí hay un paso adelante en esta gira en cuanto a sonido e incluso a tradiciones que teníamos. Con ganas de que la gente que lo vea. 

P.– Le he oído decir que, como empresario, le da un millón de vueltas a cada lanzamiento desde el lado del marketing. 

R.– ¿Empresario? 

R.– Bueno, creó su sello discográfico.

R.– Sí, bueno, pero no me considero empresario. 

P.– Me refería a eso, a cómo mira ahora por los detalles mientras que, cuando todo era más libre, en los comienzos, a lo mejor a veces acertaban por intuición. ¿Cómo recuerda aquellos tiempos?

R.– En los inicios es que pasaban cosas que parecían hasta naturales. No le dábamos importancia… Teníamos unas canciones, nos gustaban, las grabábamos… Y gustaron. Pero gustaron muchísimo. Porque la inmensa mayoría cuando se ponía Taburete ya iba con muchos prejuicios, entonces ganarte a la gente cuando ya va con una barrera de no, me parece bastante más complicado. Y nosotros lo conseguimos siendo nosotros mismos, siendo un grupo de amigos y sin darle mucha trascendencia a lo que hacíamos. Simplemente hacíamos música porque nos divertía.

Era pura diversión que iba acompañada de éxito. Cada vez tocábamos en sitios más grandes. Íbamos a México y llenábamos… Todo sucedía de un modo muy natural, también dentro de una vorágine de fiesta continua. Una auténtica locura fue el inicio. Nada estaba premeditado y nada se pensaba demasiado. Amos del piano bar sale con una foto, ni videoclip, y lo colgamos en Youtube. No se pensaba en casi nada y funcionaba. Y eso es lo que ha cambiado: ahora le das mil vueltas a todo, a cada estrategia, ahora estamos trabajando con un equipo, Ac-qustic, que nos ayuda con el tema discográfico y con las redes sociales, porque estamos un poco boomers ya… 

Willy Bárcenas durante la entrevista.

Willy Bárcenas durante la entrevista. David Morales

P.– Pero hay que estar ahí. 

R.– Hay que estar ahí, pero es un coñazo, ¿eh? No las redes, sino que todo haya que venderlo tanto como si fuese un producto. Y la música o el arte no deberían ser un producto. A mí me gustaba más cómo era antes, pero ahora hay que currar más en otras cosas que no son sólo hacer canciones y dar conciertos, y en ello estamos. 

P.– No voy a preguntarle por su opinión sobre lo que pasó con sus padres. Ya lo ha contado muchas veces, ha dicho que no le parece bien, pero que entiende que sucediera porque era normal antes. Además creo que ha sido sincero.

R.– La verdad que sí. 

P.– Pero sí me gustaría saber qué tiene de herencia personal. Qué tiene en su madurez Guillermo Bárcenas de su padre, y qué de su madre. 

R.– Uno hereda un montón de cosas. Y se hace mayor cuando se da cuenta de que se parece mucho.  Soy una mezcla de los dos. Creo que la parte más sociable y extrovertida la tengo de mi madre. Pero luego tengo un mundo interior, solitario, o ese amor por la montaña, que he heredado más de mi padre. Sobre todo en gestos lo noto, y también la gente que convive conmigo: mi mujer me dice muchas veces ‘ese gesto es tan de tu padre...’. Todos heredamos incluso cosas que no nos gustan. 

P.– Su madre debe de ser de armas tomar. Estaba abroncando al tipo que les apuntaba con una pistola durante el secuestro que sufrieron en su casa porque había dejado un cigarro sobre una mesa, y la iba a estropear. ¿Cree que ha heredado algo de ese aplomo, quizá materializado en el escenario? Esa cosa de mantenerse entero, aunque le estén viendo 2000 personas, o aunque le apunten con una pistola.

R.– Sí. Esto suena un poco de tipo duro y no es que yo me esté dando piñas todo el día, pero  no me asusto fácilmente. Tengo un carácter echado para delante, y eso sin duda lo he sacado por mi madre. Yo creo que sin aplomo y sin seguridad en mí mismo no hubiera podido llegar hasta aquí. No tanto por la música, sino por no haber podido soportar la presión, y yo la he soportado y hasta la he toreado en algún momento.

Me importa lo que piensa de mí la gente que me conoce, pero la gente que no me conoce y piensa que soy un gilipollas me da igual. Sé lo que soy y lo que significo para la gente que me conoce, y a partir de ahí el que me quiera insultar, tenga prejuicios, me odie o diga que mi música es una mierda… Me da igual. La música va por gustos, pero sé que mi música no es una mierda. Y está hecha con el mismo cariño que otros artistas de otros géneros. En los inicios, afrontar esos insultos si no tienes… 

P.– ¿Insultos? ¿Pero por la calle o en el escenario?

R.- Es verdad que en el escenario no hemos tenido grandes cosas, pero en la calle sí ha habido alguna y a mí me importa tres huevos. Cuando además ves que hay una parte de gente que te apoya también te vienes tú arriba y hace que lo malo te importe mucho menos. Mientras estaba todo lo malo, el grupo crecía, y de repente me estaba dedicando a algo que no pensé nunca, y viviendo un sueño que no conocía, pero que sí que era todo un sueño. 

P.– Supongo que eso le daba gasolina para afrontar toda la otra parte. 

R.– Sin duda. Yo lo pasaba mal con lo que tenía en casa y con todas esas situaciones, pero la música conseguía que me olvidase durante un fin de semana de ello y que lo supiese llevar. Luego es verdad que había subidones, bajones, subidones, bajones, pero creo que dentro de lo que cabe lo he llevado bastante bien. 

P.– Al escenario se sube por primera vez con 18 años y en Noviembre, el grupo de su primo. ¿Qué siente ahí? ¿Cómo podemos explicarle a quien no lo haya probado esa corriente que sube por el cuerpo cuando estás en un escenario?

R.– Vamos a ver, yo he sido siempre, antes de la música, muy showman. No siendo pesado, pero muchas veces he sido el centro de atención, el que se sube a la barra en un bar y empieza a cantar como un loco, no sé…

Guillermo busca entre los discos de la tienda.

Guillermo busca entre los discos de la tienda. David Morales

P.– ¿Al que le echaban la bronca en el Toni2?

R.– Al que le echaban la bronca en el Toni2… Entonces ese alma de showman, de frontman, creo que la he tenido siempre. Y sobre todo la descubro ahí, con Noviembre, la primera vez que subo a un escenario. Salgo ciego perdido para quitarme los nervios, suena como el culo, tocamos fatal, pero creo que el público que estaba allí se lo pasó muy bien de verdad. Y recuerdo llamar al día siguiente uno a uno para preguntarles cómo lo habían pasado, y me fueron contando lo que había hecho. Y la verdad es que eso llena, me acuerdo de dar vueltas por casa diciendo ‘quiero otro concierto ya’.

P.– Había probado el venenito del escenario. 

R.– Eso es. Pero eso se acaba cuando me voy a estudiar Cine a Nueva York y me olvido un poco. Pero allí me compro una guitarra, aprendo a tocarla más o menos (no bien, sigo sin saber tocarla bien), y me da el gusanillo de hacer canciones. Y a la vuelta de todo nace Taburete.

P.– Bueno, antes de eso formáis Jardineros, ¿no? Y subís un vídeo para el programa Punto Pelota, con una canción. Le he escuchado decir que en ese vídeo estaba feo y gordo. Me llamó la atención porque creo que objetivamente es un tipo bastante guapo. Me preguntaba si tenía o tiene complejos. Inseguridades de artista.

R.– Yo siempre he tenido inseguridades, y gordo he estado. Yo engaño mucho, y vestido no lo parezco, pero he estado gordo. Ahora estoy muy bien y hago ejercicio todos los días, pero yo he sido muy desganado, he llevado muchos años una vida muy crápula, de acostarme tardísimo, levantarme tarde, mucha comida basura, ha habido épocas en mi vida en que no he hecho absolutamente nada de deporte…

Y a mí me afectaba salir al escenario cuando me veía mal, estaba más pendiente de meter tripa, de tal, de cual, que de proyectar y de cantar. Ahora ya llevo dos años cuidándome más, sobre todo a raíz de El desafío, y he encontrado una felicidad en el deporte diario. La comida me cuesta más, me encanta todo y tal, pero el deporte y la vida sana… Por eso estoy tan bien, también mentalmente. Sé que es gracias a eso. 

P.– Creo que eso nos revela como mayores, porque estamos teniendo todos ya el mismo discurso. También Antonio Orozco me decía que había descubierto el deporte como pilar fundamental. 

R.– El deporte para cuidarme, sí. Pero también estoy escalando muchísimo, he empezado a hacer descenso en bici y deportes así un poco más de riesgo, y toda esa dopamina que me ha dado durante años la fiesta ya no me interesa tanto y me la he llevado un poco a esto. A veces tengo que parar un poco porque necesito emociones fuertes continuamente. Soy un poco ansias, creo que tengo que aprender a disfrutar más del presente y del momento. Soy la típica persona que está de viaje en algún sitio que te cagas y estoy disfrutando, pero por la noche ya estoy mirando cuál es el siguiente viaje que voy a hacer. Eso a veces te impide disfrutar, y tengo la suerte de que tengo muchos momentos que merecen ser disfrutados, así que ahí estoy, trabajando en ello. 

P.– Eso que decía me ha llevado a la frase de una amiga: la montaña está llena de exadictos. Porque al final la montaña también da una descarga muy fuerte, muy adictiva. 

R.– Completamente. Pero la dopamina que te da la fiesta tiene un bajón después, es una realidad. Y la montaña no, es una felicidad real. La otra es un engaño realmente. Aunque también está bien disfrutar de la fiesta, pero la selecciono más. Digo, oye, hoy es un día que me apetece disfrutar y pasármelo bien. Sobre todo me gustan las fiestas en casa, coger una guitarra, un piano… Eso me divierte, ya no me llama ir a discotecas, eso ya lo he dejado atrás. 

P.– Tampoco podrá, imagino.

R.– Pero nunca me gustaron realmente. He ido porque tocaba, pero donde esté una casa y una timba de póquer, una jam, o incluso ver películas... Disfruto ya de otra manera. 

Willy durante la entrevista.

Willy durante la entrevista. David Morales

(Guillermo pide otro café, y ofrece la misma taza al camarero para que lo sirva). 

P.- Me gustan algunas de sus letras. Siempre le he defendido como letrista ante quienes le juzgaban, o prejuzgaban, por toda su historia. Y me interesa cómo se le ocurrieron algunos versos, si lo recuerda. Por ejemplo “y acuérdate de las caravanas/ de los coches pitando a una bala”. 

R.- Esto ya ha prescrito, me imagino. Te puedo decir que la bala era un coche rojo que yo tenía, y que fui muy cafre con el coche. Alguna vez me di la fuga con él, por eso las caravanas de coches pitando a una bala. Pero bueno, ha pasado mucho tiempo. 

P.– ¿Que siempre huye sin dejar encima sus cartas?

R.– Sin dejar la matrícula a la vista. 

P.– Mira por dónde lo hemos desentrañado, no me imaginaba. Pero Guillermo Bárcenas es ya un tipo más responsable, ¿no?

R.– Sin lugar a dudas, nada que ver. Con 18, 19 y 20 años hemos hecho mucho el loco, incluso con el coche, con cosas que ahora piensas y dices madre mía… Pero todos hemos sido jóvenes, algunos más locos que otros, y yo lo he sido especialmente. He sido un poco animal a veces.  

P.– “Y en las cantinas cómo bailan, cómo cantan/ se han olvidado a qué huele la luna”. Es una curiosa sinestesia. 

R.– Esa letra está escrita toda de forma improvisada, no está pensado. Son frases que me iban viniendo, la primera parte está escrita por Antón, pero mi parte está toda improvisada y no podría explicarla. Aunque también te tengo que decir que en los inicios era una manera de cubrirme, de no mostrar mis cartas de lo que sentía. Me sentía vulnerable porque recibía muchos ataques. Lo hacía todo de una manera muy metafórica y que cada uno interpretase lo que quisiese, aunque yo sabía lo que quería decir en la inmensa mayoría de los casos.

P.– Está bien cuando no sabes exactamente qué quieres decir. Sabina dice que le pasó eso con Peces de ciudad: “No sé qué estaba escribiendo, pero era justo lo que quería decir”.

R.– Yo lo he dicho mucho, que las canciones muchas veces las escribe ese ser artista, y una vez escrita la analizas y te das cuenta de todo lo que querías decir. Lo has dicho de una manera improvisada, pero había algo dentro de ti escribiéndolo que luego lo sabes traducir cuando la canción ya está hecha. 

P.– Eres el canal.

R.– Sí, eres médium entre la inspiración y la canción. 

P.– ¿Lee poesía? Más allá de la de su mujer, supongo, que es poeta.

R.– La verdad es que no. He leído muy poca poesía. Soy un gran lector, pero siempre me ha gustado la novela. La poesía la descubrí con Loreto, hay veces que me dice ‘mira este poema de Ángel González’, y lo sé valorar, pero no me sale coger un libro de poesía. 

P.– ¿Y de narrativa entonces?

R.– Me gusta muchísimo… Entiendo que el español es un poema mucho más rico que el inglés. Y cuando lees a Delibes, o lees a Javier Marías, dices ‘esto es muy difícil hacerlo en inglés’. Pero yo soy muy fan de la literatura americana del siglo XX. Soy muy de Thomas Pynchon, Cormac McCarthy, Don DeLillo, Philip Roth o Kurt Vonnegut, que es uno de mis autores favoritos.

Y cuando no sé qué leer, mi autor favorito de toda la vida es Stephen King. Porque a veces quieres leer cosas más profundas, pero cuando quieres leer una novela bien escrita, las de King tienen una trama espectacular, pero además tienen calidad literaria. Y estoy leyendo también mucha literatura española (Guillermo saca una lista en el móvil y explica que cada año apunta las pelis que ve, los libros que lee, los videojuegos que prueba, y las montañas que sube). El libro que más me ha gustado este año ha sido Pedro Páramo, de Rulfo. Me ha vuelto loco, me he comprado todos sus libros. Hay tanto que leer… Y yo tengo tantas ganas de leerlo todo, de verlo todo… 

P.– ¿Y musicalmente tiene alguien que le guste? Contemporáneo. 

R.– Musicalmente siempre he sido más de música en español, pero con los años me he abierto muchísimo, también a escuchar géneros que no me llamaban. La gente que dice que escucha de todo no suele escuchar realmente nada, pero en mi caso es cierto. 

Willy Bárcenas.

Willy Bárcenas. David Morales

P.– Venimos de la tienda de vinilos y se ha llevado desde Manolo y Ramón, El dúo dinámico, a Judas Priest.

R.– Sí, es que nuestro batería es un loco del metal y he ido a algún concierto con él para ver también otros estilos, y vas descubriendo cosas nuevas y géneros que no te llamaban. Así actual que me guste tampoco hay tanto. Me gusta mucho Arde Bogotá. Y en directo me ha sorprendido mucho Guitarrica, aunque el disco no me había gustado tanto.

P.– ¿Y del autotune qué piensa?

R.– Bueno, hay música en la que pega. Pero yo no soy mucho de música de autotune, no lo consumo porque cuando le doy oportunidades no me gusta. Seguro que hay grandes cosas, al final un Quédateee (Guillermo canta) lo bailamos todos y fenomenal. Pero me parece un poco artificial, y creo que se están perdiendo las voces, las buenas voces. Un cantante tiene que saber cantar bien, y noto como que ya es lo de menos, pero para mí sigue siendo algo importantísimo. Yo me enamoré de la música con Nino Bravo y gente así.  

P.– Y ahora me ha contado que está tomando clases de canto.

R.– Llevo dos.

P.– ¿Por qué ha tomado esta decisión?

R.– Porque es mi instrumento y lo que no puedo ser es un gañán: “No, no, yo no doy clase” (imita voz de garrulo). Yo voy a mejorar, voy a aprender a dosificarme en un concierto, a aprender técnica… Todo lo que tengo es de manera natural, pero si quiero tener una carrera larga, que es lo que espero, hay que empezar a cuidarse ya. Tengo 36 años y aún soy joven, pero estamos en ese punto en el que hay que empezar a cuidarse. Y las dos clases fenomenal, las estoy compaginando con aprender a tocar el piano, que creo que me va a abrir todo un mundo a la hora de componer. Estoy un poco oxidado con la guitarra, y necesito otro sonido. A todo lo que me pueda hacer mejor le quiero dedicar un tiempo a la semana. 

P.– Maruja Torres habla de afilar el oficio. Cada uno el suyo. Si no estamos muertos. 

R.– Sin lugar a dudas. Y a veces creo que me hubiese venido bien algún susto. Porque he enlazado giras de salir de fiesta como un loco, concierto tras concierto, y nunca me he quedado sin voz. Me hubiese venido bien. Ahora que ya no salgo de fiesta como antes, ni muchísimo menos, y que me cuido más he dicho ‘ahora es el momento de hacer las cosas bien’. De calentar antes de un concierto cuando no lo he hecho en mi vida, porque yo he salido a pelo bebiéndome cuatro copas con hielo, fumando...

Willy Bárcenas.

Willy Bárcenas. David Morales

P.– No sé cómo podía. Tiene que tener algo portentoso en la garganta, o en los pulmones… 

R.– Sí. Dios o la vida o el universo me ha dado unos dones y hay veces que me digo ‘no los malgastes’. No seas gilipollas y cuídate, que tienes la base. 

P.– Lo de los amigos. Siempre los menciona antes de cantar Amos del Piano Bar. ¿Qué es la amistad aún hoy para Guillermo Bárcenas, a los 36? 

R.– Los Amos del Piano Bar son mis amigos de toda la vida, y lo siguen siendo. Tengo muy buenos amigos difuminados por todos lados, es algo que me decía Patxi, nuestro trompetista, hace poco. Y la verdad es que he tenido la suerte de conocer a gente muy buena y de tener muy buen ojo. No me he llevado decepciones. Yo me he llevado patadas de gente que no me conoce, pero los míos han estado conmigo siempre.

Y aunque he conocido gente nueva y he hecho buenos amigos, mi núcleo son mis amigos del colegio, y sigo siendo como soy en parte por ellos. A mí nadie me ha tratado de una manera diferente porque nos vaya bien en la música o por triunfar, sigo siendo el mismo. Si me tienen que pegar un vacile, me cae el mismo que hace diez años. Y eso es lo que me ha dado no volverme un idiota. Hay gente a la que la fama en dos años le cambia, le vuelves a ver y dices hostia, este tío qué cambiado está. 

P.– En qué se ha convertido. 

R.– Yo creo que el que me conoce de siempre puede decir: veo al Guillermo del colegio. Más mayor, pero hablo igual, soy igual. Cambiando cosas, pero sigo siendo el mismo. 

P.– Y tampoco le dejaron de lado en los malos momentos, supongo.

R.– Todo lo contrario. Fueron un apoyo absoluto en todo lo que necesité. Desde apoyo psicológico a necesitar dinero y pedirle que te lo den. Siempre hemos estado muy unidos y seguimos siendo un grupo de catorce amigos inseparable. 

Willy Bárcenas.

Willy Bárcenas. David Morales

P.– Catorce, son.

R.– Sí. En el grupo de Whatsapp somos catorce. Cada uno va haciendo su vida, se casa, los niños… pero seguimos ahí. Sabemos que cualquiera que tenga un problema, vamos a estar encima de él para apoyarle en todo momento. Aunque sigue costando con los amigos, a mí me pasa, somos como muy tíos, ¿no? El otro día me decía la mujer de un amigo: ‘Habla con él, que está jodido’. Y yo no tenía ni idea de que estaba jodido. Muchas veces la amistad también está en que tienes tus problemas y lo más natural sería hablar de ellos, pero muchas veces lo hemos enfocado desde estoy con ellos, no hace falta hablar de esto. Vamos a disfrutar, a divertirnos, a hablar de otra cosa… 

P.– A mí eso me parece maravilloso.

R.– Pero a veces hay que abrirse un poco más. En lo malo, me refiero. 

P.– Sí, pero desde el punto de vista femenino yo siempre digo que me parece una suerte. Porque vosotros tenéis la caja de la nada a la que podéis iros un rato. Nosotras cuando tenemos problemas quedamos para hablar de ellos y está muy bien, pero tampoco salimos de ahí. Así que en cierto modo envidio esto que me dice. 

R.– Completamente, la caja de la nada. Por lo general hombres y mujeres somos distintos en eso. Decimos cuatro chorradas, un brindis, una cerveza y a disfrutar. Y es verdad que vosotras sois más de volver, de retomar… 

P.– Un equilibrio entre ambos estaría muy bien. ¿Y el amor romántico? Canta en Vino y Cemento “si tengo que volver a elegir, renuncio a parte de mí por ti. ¿Hay que renunciar necesariamente a cosas, a parte de nosotros mismos, por estar en pareja?

R.– Creo que sí. Creo que uno no puede tener la misma vida que tenía… La esencia tiene que ser la misma, no puedes convertirte en otra persona por estar con alguien. Pero mejorar, ser mejor persona sí. Si lo que te hace feliz es el amor de esa persona, pues a lo mejor hay que prescindir de cosas un poco tontas. Entonces sí. Pero sin cambiar, y sin volverse un bragas. 

P.– Si tuviera un hijo, ¿qué quiere enseñarle? 

R.– Tengo muchas ganas de tener un hijo, la verdad. Y me apetece verle crecer, tampoco marcar yo su camino. En las generaciones anteriores creo que los padres tenían una idea más clara, ‘quiero que mi hijo estudie esto’. Yo creo que hay que enseñarle a ser buena persona, a ser generoso, a ser agradecido, darle unos valores importantes en la vida y, a partir de ahí, verle crecer. A mí me encantaría que fuese del Madrid. 

P.– ¡Ya está pensando en la filiación deportiva!

R.– Sí, y que le guste la montaña, que le encante esquiar y poder enseñarle, que le encante el cine porque yo soy un fanático, un enfermo del cine. Pero luego al final lo que no se puede es presionar. Que sea buena persona, eso es lo que yo espero. Y sobre todo que sea feliz, sin que sea un mimado. Me da la sensación de que igual se mima demasiado ahora a los niños. Me gustaría tener un punto intermedio, no ser un padre coñazo, pero enseñar que no todo se puede conseguir a la primera…

P.– Difícil equilibrio, sobre todo cuando se tienen posibles para dárselo a la primera.

R.– Claro, todo eso lo estoy diciendo sin tener hijos, que luego a ver cómo soy yo. Que a lo mejor los tengo más malcriados que nada. Pero bueno, esa es mi idea antes de tenerlos.

P.– Qué le pediría ahora a la vida, a mayores. 

R.– Es muy evidente, pero de verdad, estoy en un momento tan bueno ahora que lo que pido es que no pase nada, que todo se quede así. Vivo muy tranquilo. Que la salud no golpee ni a mí ni a los míos. Musicalmente deseo que El perro que fuma sea un éxito, que nos dé muchas alegrías. Y sobre todo lo que espero es poder dedicarme a esto toda la vida. Me encanta hacer canciones, dar conciertos. Me encanta esta vida, así que lo que pido es que no desaparezcamos del mapa. Pero vamos, que si tuviéramos un público mucho más pequeño, si fuera hacer giras en salitas pequeñas de 50, 100 personas pudiendo vivir de ello, también sería feliz. Esto es mejor para mí que cualquier oficina. 

P.– Estudió ADE, pero entiendo con esto que no echa de menos una vida más reglada.

R.– No, no hubiese podido. Yo ya antes de que naciera Taburete, ya estaba mirando para sacarme el curso de guía de montaña. Me quería ir a Pirineos, o a cualquier lado a ser profesor de esquí. Estar en una empresa, en un trabajo así… Prefiero otra cosa aunque gane menos. Me dices ¿banca de inversión, aunque gane un montón de pasta, o guía de montaña en Gredos? Y me voy de guía de montaña. 

P.– Al perro que fuma. 

R.– Al perro que fuma a hacer la placa muchas veces.