Carlos Domínguez, piloto apagafuegos.

Carlos Domínguez, piloto apagafuegos. Cedida

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Carlos Domínguez, piloto contra incendios en alerta máxima: "Tenemos que estar en el aire en menos de 10 minutos"

El viento y el calor han sido las principales causas de los incendios que calcinan España, según este piloto que se dedica a apagar fuegos en Portugal y que ya lo ha hecho en Turquía y Chile.

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El infierno provocado por los incendios forestales en España tiene su explicación en la ola de calor y las condiciones meteorológicas de los últimos días, dice el piloto apagafuegos Carlos Domínguez Delgado, de 31 años, en conversación con EL ESPAÑOL.

"En invierno ha llovido mucho y eso ha hecho que crezca mucho pasto. Ha llegado el verano muy rápido con temperaturas muy altas y bastante viento en las zonas afectadas. En España lo que ha pasado es que hay incendios muy agresivos y muy rápidos por consecuencia del calor y el viento", detalla Domínguez desde la base aérea de Portimão, en el sur de Portugal.

Mientras habla con EL ESPAÑOL, Domínguez está preparado con su traje de aviador, cerca de su avión anfibio con capacidad para 3.000 litros de agua. Está pendiente de cualquier alerta porque en Portugal también se vive un drama ardiente. Hay seis incendios asfixiando ese país. Según la Autoridad Nacional de Emergencias y Protección Civil portuguesa, hay 1.200 efectivos desplegados para sofocar el fuego.

Carlos abordando su avión anfibio.

Carlos abordando su avión anfibio. Cedida

En España la situación no es para nada mejor. Los incendios de los últimos días ya han calcinado miles de hectáreas y cientos de personas han sido evacuadas en zonas de Madrid, Galicia, Castilla y León o Andalucía. Algunos han sido provocados como el de Tarifa, el del Valle del Tiétar y otros en Galicia. Incluso, un hombre ha muerto en Tres Cantos tras sufrir quemaduras en el 98% de su cuerpo.

El Ministerio del Interior confirmó que un millar de efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) se encuentran desplegados en varios puntos críticos del país para atender la emergencia.

"Si se junta la ola de calor con un viento agresivo, el fuego avanza mucho más rápido y es peligroso para los bomberos terrestres", señala Domínguez. De hecho, en Ourense, dos bomberos de la brigada de la localidad ya sufrieron quemaduras de consideración mientras trabajaban y tuvieron que ser atendidos in situ por el 061. Por ahora, permanecen con pronóstico reservado.

10 minutos

La función de los pilotos apagafuegos como Carlos es de suma importancia para sofocar este tipo de siniestros. "Cada incendio es único y tienes que luchar contra él de una manera adecuada", señala este hombre natural de Barcelona.

Empezó a los 23 años en el mundo de la aviación y desde entonces tenía claro que quería dedicarse a apagar incendios. Ahora ya cuenta con dos años dedicado a esta profesión. Ha ido apagando fuegos en los cielos de Turquía, Chile y Portugal. También ha volado en Argentina y España.

"Nuestra misión es estar preparados para salir lo antes posible", indica mientras describe cómo es su trabajo a bordo del avión anfibio. Apenas suena la alarma, Carlos debe informarse en dónde es el incendio que deberá sofocar.

Este es un avión anfibio pilotado por Carlos mientras descarga agua.

Luego aborda el avión, sale a la pista de despegue, recoge agua en cualquier río, lago o pantano que tenga de camino y pone rumbo al lugar del siniestro. "Tenemos que estar en el aire en menos de 10 minutos. Llegamos al incendio, descargamos agua, nos vamos al pantano que esté más cerca, cargamos agua y volvemos a descargar", detalla.

El avión anfibio es ágil y permite hacer maniobras en sitios complicados. "Es lo más parecido a un caza de la Segunda Guerra Mundial, pero aquí en vez de tirar bombas tiramos agua", describe.

La descarga de agua se hace desde los 20 metros de altura. A veces más porque depende de las condiciones del terreno. Y mientras desciende para sofocar el fuego, Carlos debe controlar la aeronave por la fuerte turbulencia además de vigilar los obstáculos cerca a baja altura.

Carlos tiene dos años como piloto apagafuegos.

Carlos tiene dos años como piloto apagafuegos. Cedida

En todo momento se está comunicando con los bomberos terrestres y coordinándose con los servicios de emergencia para saber en donde es más oportuno descargar el agua. "Es como una partida de ajedrez contra el incendio", dice Carlos.

Su trabajo no es sencillo. Requiere de mucha precisión y cálculos que debe hacer en segundos. Cada milésima cuenta porque el fuego no usa un reloj y calcina todo lo que esté a su paso. "Tienes que salir con esos 3.000 litros de agua con todas las montañas que tienes alrededor. Tienes que hacer cálculos mentales y muy rápido", detalla.

Normalmente va solo en el avión y se ayuda con una tableta digital en la que lleva toda la información del incendio, de los puntos de agua que tiene más cerca, de la fuerza del viento, de las montañas y condiciones del terreno.

Lo que más le gusta de su trabajo es "poder volar este avión tan magnífico y estar conectado con la naturaleza. Volamos entre montañas, amerizamos en lagos mientras recogemos agua, volamos entre paisajes alucinantes y todo eso para protegerlo. Es la naturaleza, la palanca del avión y el piloto. La sensación de las tres juntas".

Carlos en sus inicios en la aviación.

Carlos en sus inicios en la aviación. Cedida

De Turquía a Chile

Carlos se apuntó a estudiar Aviación en la academia Aero Link en 2018. "Desde el primer momento tuve muy claro que quería dedicarme a la lucha contra incendios", relata. Él siempre ha sido un apasionado de los deportes extremos.

En 2022 se graduó de la academia y se fue a Argentina para completar las horas de vuelo que le faltaban. "Me fui con una mochila y mis ahorros a buscar suerte ahí y poder volar aviones de patín de cola para ganar más experiencia. Me fui hacia el sur, de aeroclub en aeroclub probando suerte", cuenta.

En Argentina logró hacer más de 3.000 aterrizajes y despegues en diferentes terrenos, y se preparó en vuelos de baja altura, de montaña, de patín de cola y con vientos fuertes. Gracias a su preparación, le llegaron ofertas para irse a trabajar como piloto en África y Asia, pero prefirió irse a Turquía a apagar fuegos en 2024.

"Allá hice 230 horas de vuelo en cinco meses. Volaba entre tres y cinco horas al día", recuerda. Luego se fue a Chile durante el verano austral y este año ha llegado a Portugal en donde estará todo el verano. Después se irá por dos meses más a Sudamérica.

En el vecino país está viviendo lo que para él es su sueño: apagar fuegos desde el aire. "Una de mis partes favoritas es terminar la misión y volver al atardecer con el naranja de las nubes".