Nely, propietaria de la cafetería La Esencia, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
El drama de Nely, hostelera en Torre Pacheco: "Estos días he ingresado la mitad de la caja, a las 6 tenía que bajar la persiana"
Muchos establecimientos del municipio están echando el cierre antes de su horario habitual "por precaución", asumiendo pérdidas económicas.
Más información: La primera víctima de la cacería de Torre Pacheco es un menor español, de madre vasca y padre marroquí, señalado por un bulo.
En Torre Pacheco, en pleno verano, no es fácil encontrar un lugar donde sentarse a comer. Pero estos días es aún más complicado por culpa de la inseguridad que generan las protestas y tensiones que se están produciendo en el municipio desde la semana pasada tras la paliza a un jubilado y la posterior 'cacería' de inmigrantes promovida por grupos ultra.
Como consecuencia, los pocos negocios que se mantienen abiertos se están viendo obligados a echar el cierre antes de lo habitual, para evitar problemas derivados de los disturbios nocturnos.
Es el caso de Nely, la propietaria de la cafetería La Esencia, situada en el corazón del barrio de San Antonio, en plena 'zona cero' de los disturbios. De hecho, ante su puerta se despliegan todas las noches desde el pasado viernes varios vehículos de Policía Local y Guardia Civil que custodian el barrio, para evitar altercados.
"Normalmente cerramos entre las 22 y las 23 horas, y ayer [este martes] a las 18 bajamos la persiana, por los rumores de que iba a venir gente de fuera y de que iba a haber palos".
Nely, sirviendo un café en su establecimiento.
Pregunta.– ¿Esta situación le está haciendo perder clientela?
Respuesta.– Los clientes no se van porque entienden la situación, pero vienen menos. Dinero sí que se pierde. Ayer mismo hice la mitad de la caja que hago normalmente.
Y luego con todo el follón, la gente no quiere salir, no se sientan, prefieren quedarse en casa porque no saben lo que pueden cruzarse en el camino. Y por la tarde, como están todas las calles cerradas, la gente se va a otro sitio.
A base de mucho trabajo, Nely ha conseguido captar una clientela fiel que entra y sale del establecimiento como si fuera su casa. Su negocio es una cafetería en la que solo sirve bebidas y alguna que otra tapa.
Lo que más destaca de su clientela es su amplia diversidad. De hecho, esta hostelera nacida en Ecuador conversa con el periodista mientras atiende en la barra conversan, con naturalidad, vecinos españoles y marroquíes.
Nely posa con tres clientes, españoles y marroquíes, en su cafetería: La Esencia.
Y es que esta vecina del barrio de San Antonio lleva abriendo las puertas de su negocio a todo el mundo desde 2015, y asegura que en el barrio "nunca se había vivido una situación similar": "Aquí no hay problemas de convivencia, sino delincuencia, que no es lo mismo. Hacen falta más patrullas, más policía que vigile de vez en cuando la zona".
Ante esta situación, estos días lo tiene claro: "Vamos a estar cerrando antes de nuestra hora, en cuanto llegue la Guardia Civil, por evitar problemas. Esta situación nos da mucho respeto porque no sabemos lo que puede pasar".
A 10 minutos andando, en la Plaza del Ayuntamiento de Torre Pacheco, se encuentra otro negocio que lleva solamente un mes y medio abierto: el Foodmix Don Julián, regentado por Gisela, una joven española natural de este municipio eminentemente agrícola.
"Estas primeras semanas abiertos nos ha ido bastante bien", afirma la encargada de este establecimiento que afirma sin dudar que hace "los mejores perritos calientes de la zona".
Gisela (d) encargada del establecimiento Foodmix Don Julián, posa para EL ESPAÑOL junto a Sergio, camarera; e Irali, cocinera.
Sin embargo, todo iba viento en popa hasta que los disturbios han hecho mermar la clientela, incluso pese a que se encuentra en una de las plazas más concurridas de Torre Pacheco.
Aunque, al contrario de lo que han hecho otros negocios, Gisela asegura que se han esforzado en seguir abiertos, de manera que son de los pocos que han mantenido sus puertas abiertas en su horario habitual: todos los días de 8 a 23 horas.
Pero eso no ha impedido que hayan pasado varias jornadas complicadas. "Durante dos días hemos perdido entre un 60 y un 70% de la clientela", explica Sergio, camarero. "La gente que regularmente viene, no lo ha hecho por miedo. Todos los negocios de la zona estamos igual. Los vecinos no salen".
Y eso ha sido un golpe importante para este pequeño proyecto de emprendimiento, que en una noche normal atiende, de media, a "unas 50 personas".
"Este martes la cosa fue mejor, porque aunque hemos perdido clientela habitual, la gente que ha venido a la manifestación, y sobre todo los periodistas nos han hecho remontar un poco", asegura Sergio.
Pero la gran afluencia de cámaras y reporteros durante los últimos días, sumado a las tensiones, lleva a que muchos empresarios y hosteleros no quieran dar la cara ante los medios, bien por miedo a que esto afecte negativamente a su negocio, o por insatisfacción con algunas coberturas informativas.
"Tú sabes cómo son las redes. Cualquier cosa se malinterpreta y pueden venir a fastidiarte el negocio. En seguida tienes el follón", explica el camarero de Foodmix Don Julián.
Aunque tanto él como Gisela se muestran optimistas y esperan que dentro de un par de días el municipio recupere la normalidad y puedan volver a seguir sirviendo sus salchipapas, perritos y hamburguesas como lo habían estado haciendo antes de esta crisis.
Cerrado desde el sábado
Por otro lado, algunos de los negocios que se han llevado estos días la peor parte de las tensiones han sido los negocios regentados por marroquíes.
Es el caso de Allal, vecino marroquí que lleva "casi 20 años viviendo en España", y los siete últimos, al frente de la cafetería Al-Karama, ubicada también en el barrio de San Antonio.
De hecho, por culpa de los disturbios, lleva "desde el sábado" sin poder abrir su negocio "para evitar problemas": "Estos días, la calle estaba vacía, eso no es normal por aquí. La mayoría de la población está dentro de sus casas porque tienen miedo".
La cafetería Al-Karama, este miércoles; lleva cerrada desde este sábado.
Una preocupación que este padre de familia transmite, sin pretenderlo, en el tono de su voz. No en vano, estos días ha podido ver muy de cerca los estragos que han causado los enfrentamientos entre jóvenes de ascendencia marroquí y grupos de ultraderecha.
"El domingo entraron casi 50 personas a un kebab que hay cerca de mi cafetería, y lo rompieron todo. Ninguno de los que lo hicieron es de Torre Pacheco".
Allal tuvo la suerte de escaparse de las consecuencias de este tipo de actos de polarización, aunque por prudencia, accede a hablar con el periodista con la única condición de no ser fotografiado.
De manera que estos acontecimientos afectan de manera similar a los trabajadores de esta localidad, con independencia de su origen o ascendencia. "No sabemos cómo se podrían solucionar las cosas", concluye Allal. "Los que causan todos los problemas no son de Torre Pacheco, llevamos aquí años y no habíamos tenido ningún problema entre nosotros".