Adrián Irago
Publicada
Actualizada
  • 1 de 16

    Varios penitentes recorren el interior de la antigua Iglesia de Santa María de Oímbra, en Ourense (Galicia, España), durante la 'Procesión de los Penitentes' que se celebra el Jueves Santo. A la misma acudieron este año una decena de ofrecidos. En las décadas de los 70 y 80 llegaron a duplicarse esas cifras, según indicó Juan, el sacristán de la Iglesia de este municipio desde hace más de 40 años. "Yo también fui penitente hace más de 40 años y llegamos a procesionar cerca de 30 penitentes", sostiene.

    Adrián Irago
  • 2 de 16

    Un penitente besa los pies del Cristo crucificado, cuando se inicia la 'Procesión de los Penitentes' desde el interior de la antigua iglesia de Santa María de Oímbra, en Ourense, durante la celebración del Jueves Santo.

    Adrián Irago
  • 3 de 16

    Agachado, uno de los miembros de este antiguo rito avanza sobre sus manos y rodillas en un pasaje de esta procesión de Jueves Santo en la parroquia orensana de Oímbra. Sus palmas, muñecas y rótulas van amortiguadas para salvar un trayecto de más de 2 kilómetros, en el que permanecen con el pañuelo que tapa su rostro y la corona de laurel sobre sus cabezas.

    Adrián Irago
  • 4 de 16

    Esta particular procesión desciende por un antiguo camino pedregoso, por el que los acompañantes -en su mayoría mujeres- hacen de guía y alumbran el recorrido con una vela sobre un candelabro adaptado.

    Adrián Irago
  • 5 de 16

    Los fieles de la parroquia acompañan, vela en mano, a los penitentes arrodillados durante la procesión. Las luces de candelabros y antorchas sirven de iluminación en el recorrido nocturno.

    Adrián Irago
  • 6 de 16

    Además de con el rostro oculto y caminando sobre manos y rodillas, los penitentes realizan el recorrido de la procesión descalzos

    Adrián Irago
  • 7 de 16

    La procesión discurre en riguroso silencio por pasajes, caminos y calles de esta parroquia gallega que se sitúa a escasos kilómetros de la frontera con Portugal

    Adrián Irago
  • 8 de 16

    Otro de los penitentes carga con la cruz a cuestas durante todo el itinerario de la procesión hasta su regreso a la iglesia

    Adrián Irago
  • 9 de 16

    Al finalizar el recorrido, la fila de penitentes pasa ante la Cruz, expuesta bajo el altar de la iglesia, para dar por finalizada la procesión del Jueves Santo en esta parroquia de la comarca de Verín.

    Adrián Irago
  • 10 de 16

    Una mujer tapa la imagen de Jesucristo crucificado con un manto tras terminar la procesión. Hasta el Domingo de Resurrección, en la iglesia mantienen tapadas todas las figuras santas con mantos de distintos colores (siempre rojo, hasta el día de resurrección que lo cambian a negro).

    Adrián Irago
  • 11 de 16

    La aldea de Vilar do Courel, en Lugo, realiza cada año su tradicional Vía Crucis, una humilde representación de la pasión y muerte de Cristo que recuperaron los feligreses de la zona hace más de dos décadas. Xulio, vecino de esta aldea que pertenece al municipio de Folgoso do Courel, es el encargado de interpretar la figura de Jesucristo.

    Adrián Irago
  • 12 de 16

    Vecinos de Vilar y otros núcleos de población aledaños acuden a esta procesión que ha vuelto a celebrarse al caer la tarde del Viernes Santo y en la que se recorren las 14 estaciones acompañados de antorchas. Además, el viacrucis se recuperó en 2023 tras un incendio que arrasó la zona.

    Adrián Irago
  • 13 de 16

    Representación de la primera caída de Jesucristo en el camino hacia el monte Calvario, donde fue crucificado.

    Adrián Irago
  • 14 de 16

    La lluvia, tan habitual en esta zona, no ha impedido que se celebre de nuevo este Vía Crucis al que acuden decenas de vecinos de diferentes parroquias.

    Adrián Irago
  • 15 de 16

    El viacrucis finaliza con la crucifixión y muerte de Jesús en la cruz, cuyas estaciones son representadas en el entorno de la ermita de San Roque de la aldea, que está situada bajo uno de los castros más importantes de la Sierra do Courel.

    Adrián Irago
  • 16 de 16

    Varios vecinos guardan, tras la procesión, la cruz en la antigua ermita de la aldea, una capilla dedicada a San Roque que mantiene el aspecto de décadas pasadas y la huella del paso de los tiempos.

    Adrián Irago
Adrián Irago