Paquili lleva más de 50 años vistiendo a las Vírgenes de los pasos de Semana Santa.

Paquili lleva más de 50 años vistiendo a las Vírgenes de los pasos de Semana Santa. Cedida

Reportajes

Paquili, de bordar para Loewe, Balenciaga y Victorio & Lucchino a vestir a las Vírgenes de los pasos de Semana Santa

Aprendió a confeccionar con 21 años para que 'su' Virgen, la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Cerro, tuviera ropa bordada.

Más información: Los hosteleros de Andalucía se quejan de tener que retirar sus veladores en Semana Santa: "No es grato, pero hay que convivir".

Publicada

Francisco Carrera Iglesias (68), más conocido como Paquili, es, tras 47 años de trayectoria, uno de los bordadores más importantes de la ciudad de Sevilla. Toda una vida dedicada a la costura le ha valido para ser considerado un referente en este mundo, además de ser reconocido también en la industria de la moda por marcas como Loewe, Victorio & Lucchino o Balenciaga.

"He tenido la gran suerte desde hace unos cuarenta y tantos años de trabajar para Loewe, donde me encargaron una colección de mantones de Manila, con Delpozo, también he sido jefe de taller de Victorio & Lucchino y ahora, para la exposición de Balenciaga, he confeccionado unos zapatos. Todo ello me ha abierto otros campos que nos han sacado del arte sacro y me ha descubierto un mundo de posibilidades nuevas", reconoce Paquili a EL ESPAÑOL.

El oficio de bordador le llegó de manera totalmente fortuita. De niño conoció, por devoción de su familia, la Semana Santa y, cada día, cuando iba junto a su familia a ver a la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Cerro, Paquili se dio cuenta de que 'su' Virgen no cambiaba de vestimenta durante casi todo el año y no tenía ornamentos sagrados bordados.

El bordador Francisco Carrera Iglesias, más conocido como Paquili.

El bordador Francisco Carrera Iglesias, más conocido como Paquili. Cedida

"Por la devoción de mi familia, inculcada, decidí aprender a bordar para que mi Virgen del Cerro tuviese ternos bordados. Mi inquietud no iba a nivel profesional, simplemente a nivel emocional, pero gracias a esa parte emocional descubrí lo que era el bordado en oro y me cautivó de por siempre. Yo no estudié nada relacionado con el bordado, sino que estudié arte y oficio. Es ahí donde aprendí a dibujar, que me ha servido para saber bordar, pero nunca pensé dedicarme de forma profesional al bordado".

Primer encargo

Fue precisamente para la misma Virgen por la que comenzó a bordar, a quien le realizó su primer trabajo. Aunque no fue remunerado, la emoción que sintió al ver su obra puesta en ella fue indescriptible. Gracias a ella encaminó su vida en lo sentimental, afectivo, devocional y, sobre todo, profesional. "Mi primer trabajo remunerado fueron unos broches bordados para la Hermandad de la Virgen de las Mercedes, de Mairena del Aljarafe, Sevilla, pero cuando veo la saya que le hice, noto todas las imperfecciones. Sin embargo, esas carencias técnicas están compensadas por el amor con el que la confeccioné".

Para Paquili, todos sus encargos son retos desafiantes, sin embargo, recalca su última obra: las tocas de Nuestra Señora de la Esperanza, de la Hermandad de la Macarena. Se trata de una reproducción de la toca de Juanita Reina, quien fuera la Reina de la Copla. "Cuando es una reproducción, tiene que ser una reproducción fiel. Este trabajo ha tenido una complejidad técnica tremenda porque los materiales que se utilizaron cuando se hizo la toca hoy día no se hacen y hemos tenido que encargarlos para hacerla".

Paquili preparando una Semana Santa.

Paquili preparando una Semana Santa. Cedida

Pese a su edad, el bordador no concibe que se dirijan a él con otro nombre que no sea Paquili. Desde pequeño le han llamado así en su familia y, con el paso del tiempo, se ha convertido en un distintivo que no quiere que desaparezca. "Me entró la curiosidad de por qué me llamaban así, porque de mi familia a nadie se le dice así, y sólo encontré a una persona con el mismo nombre en México".

A pesar de ser un nombre afectivo, no considera inapropiado que lo utilicen en contextos laborales. "Como ya voy siendo un poco mayor, siempre me preguntan cómo dirigirse a mí, si por Francisco o por Paquili. Todo el mundo me quiere mostrar su respeto y su cariño, pero no saben cómo llamarme y Paquili es el distintivo por el que se me conoce", reconoce el bordador al periódico.

Mantener el arte sacro vivo

La principal problemática para preservar la herencia artística religiosa es la ausencia de escuelas. Las nuevas generaciones sólo tienen la posibilidad de instruirse en los talleres, donde es difícil acceder porque dependen exclusivamente de las necesidades del taller. "Queremos que las generaciones que vienen detrás de nosotros lo aprendan a la perfección, pero no podrá ser sin escuelas. Tampoco ayuda el mundo en el que vivimos actualmente, el de la inmediatez y las redes sociales.

Hay gente que es mañosa y que se cree que porque hace un tutorial en YouTube, esto ya está aprendido. Se aprende a base de años y de constancia. También hay una parte que es fundamental para conservar este arte y es que tiene que ser algo muy vocacional y que tú tengas ese don especial", explica Paquili a este periódico.

El manto de una Virgen bordado por Paquili.

El manto de una Virgen bordado por Paquili. Cedida

El bordado sevillano está reconocido a nivel mundial y, tras más de siete siglos practicándolo de manera ininterrumpida, sería una gran decepción que desapareciera. Lo que diferencia el bordado sevillano del resto es el volumen de este, que está hecho a realces- técnica artesanal de bordado en la que se crean volúmenes y relieves sobre la tela, haciendo que el diseño tenga un efecto tridimensional-.

"La escuela que existe del bordado en Sevilla son los propios talleres, que han sabido salvaguardar y mantener una tradición artística y que eso, afortunadamente, nos ha dado un rédito y un nombre. En otros sitios se borda en oro, pero no llegan al nivel de excelencia y de calidad que se tiene en Sevilla. En otras provincias el bordado artesanal en oro desapareció en los años 50 y ahora lo han vuelto a recuperar, pero es que en Sevilla se ha mantenido ininterrumpidamente. Eso te da un grado de la excelencia que existe en el bordado sevillano".

A pesar de lo arcaico de este arte, Paquili destaca por saber combinar tradición e innovación. La ejecución sigue siendo la misma, pero el diseño se ha modificado y han dado paso a la digitalización, sobre todo a nivel de recuperación de piezas antiguas ya desaparecidas. "Gracias a la digitalización de las fotografías antiguas se pueden recuperar piezas y diseños que hoy en día ya no existen, como nosotros hemos hecho, por ejemplo, con la saya de la Virgen del Patrocinio, que desapareció en un incendio".

A través de un documento gráfico se ha podido digitalizar y extraer las fotografías para obtener el diseño. Todo ello se ha ido perfeccionando, pero el proceso de realización es el mismo que se viene ejecutando desde hace seis siglos.