Miguel Morales nació en Dúrcal, Granada, y desapareció en 1984; las autoridades señalan que falleció el pasado octubre durante la DANA de Valencia.
El misterio de Miguel Morales, el yesero que murió dos veces: su hijas lo 'enterraron' en 1994... y tras la dana de Valencia
Fue dado por muerto en Granada hace más de tres décadas. Sin embargo, su cuerpo fue encontrado en Quart de Poblet el pasado noviembre.
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Las hijas de Miguel Morales aún no son capaces de salir de su estupefacción. En 1984, su padre desapareció sin dejar rastro. Se dejó el DNI en su casa de Dúrcal, en Granada, de donde era originario y, desde entonces, no tuvo ningún tipo de movimiento bancario ni dio señales de vida. Diez años después, en 1994, fue dado por muerto. Tanto ellas como su esposa tuvieron que 'enterrarlo' en sus corazones para siempre. Lo que no sabían es que su padre en realidad fallecería casi cuatro décadas después, con 72 años, durante las inundaciones de la dana de Valencia.
Su cuerpo fue encontrado en noviembre en Quart de Poblet, en un campo de naranjas. Se había ahogado a raíz de las fuertes lluvias torrenciales que, el pasado 29 de octubre, azotaron la Comunidad Valenciana y se cobraron 221 vidas, siete sólo en esta localidad cercana a Alaquàs y Paiporta.
"Pensábamos que se trataba de una equivocación, porque la última vez que se fue no volvió más", aseguran Sara Morales y su hermana en declaraciones recogidas por Las Provincias. "Como desde 1984 no se supo nada de él y el fallecimiento fue declarado oficial desde el 1 de agosto de 1994, después de que un juez lo dio por muerto... No obstante, siempre tuvimos el gusanillo de preguntarnos, ¿estará vivo?".
El último movimiento bancario de Morales era de los años ochenta. Antes de la dana, nunca había ido al médico, no tenía historia clínica. No solicitó la pensión de jubilación. "Incluso el DNI que se dejó en casa era de esos antiguos". El caso del misterioso yesero es una incógnita, y sus familiares apuntan a que ya en los años ochenta padecía algún tipo de problema mental –pasó por el psiquiátrico– y que, ya en Valencia, vivía como un sintecho, lo que pudo facilitar que fuera arrastrado por las riadas.
La policía les contactó en noviembre para informarles de su deceso. "Nos dice la Guardia Civil que tenían el cadáver identificado como nuestro padre". La propia jueza forense los llamó horas después para confirmar la noticia: asfixia mecánica por sumersión en medio lodoso. "Ahí ya vimos que era real. No había fallo porque eran sus huellas dactilares". Acto seguido, se pusieron en contacto con una funeraria de Valencia y trasladaron a Granada las cenizas.
"La sensación es como de alivio por haberlo encontrado y también un poco de coraje interior, porque no sabíamos que estaba en Valencia, hubiéramos ido a verlo de saber que estaba allí, para que nos dijera por qué no había dado señales de vida en todo este tiempo", concluyen las hermanas.