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Daniel Calvo es un orfebre con espíritu de artesano, de aquellos que, en otra época y bajo otro signo, tallarían las sombras en maderas dormidas y cincelarían los ecos de la piedra. La vida moderna, no obstante, lo llevó por el camino del artista práctico de pasiones heredadas. Su padre, uno de los cuatro socios de la legendaria firma de alta joyería Carrera y Carrera, le infundió la pasión por este oficio vinculado al oro y a las piedras preciosas. En su juventud le gustaban, así lo confiesa, el dibujo, los pósteres de Iron Maiden, las infografías de cine y el art déco; hoy, a sus 50 años, es la paciente mano que, con delicadeza y esmero, diseña y pule las joyas de lujo que usan celebridades como Taylor Swift, Madonna o Jennifer Lopez.

Las vitrinas de su nueva boutique madrileña, recién inaugurada con motivo del 140 aniversario de la marca, acogen broches con forma de ginko, elegantes anillos de delicadas manos que evocan a la diosa romana Bonadea; tras ellas hay un Bestiario que rinde tributo a la naturaleza y a la indómita fuerza de los animales salvajes. Una colección, Elements, presenta a una sirena articulada de zafiros azules, aguamarinas y brillantes; otra muestra a un pavo real con plumas con diamantes verdes cuyo precio oscila entre los 200.000 y los 300.000 €.

Piezas con gemas como el peridoto o aquella bella rareza llamada turmalina y, por supuesto, cientos, miles de diamantes, pueblan los escaparates de su tienda. Entre ellas se pasea, con su pelo cano, la barba nívea como la de los sabios maestros griegos, su camisa color crema a juego con las paredes y un chaleco de plumas azul, Daniel Calvo, el director creativo de la marca, el responsable de las colecciones.

Daniel Calvo en su recién inaugurada boutique de Carrera y Carrera en Madrid.

Daniel Calvo en su recién inaugurada boutique de Carrera y Carrera en Madrid. David Morales E. E.

"La joyería ha pasado de lo artesanal a lo industrial", juzga el orfebre mientras contempla las gemas verdes que reposan en las cuencas de un leopardo dorado, insignia de la casa. "Todo se parece, pero si pones una de nuestras piezas en un escaparate, cualquier cliente la reconoce como de Carrera y Carrera. Las demás, en su mayoría, carecen de personalidad".

La marca centenaria es sinónimo de arte y significado en un mundo donde la joyería, como tantos otros sectores, se ha plegado a una industria de producción masiva y despersonalizada de la que pocos escapan. "Vivimos en una era donde se venden productos con aura divina que no valen su precio; cosas sencillas a nivel de producción que llegan a mucha gente con un bajo coste pero que, a través del marketing de emociones, lucen como productos de lujo sin serlo. Las marcas quieren crear estatus con cosas que no valen nada más allá de su inversión en marketing. La gente no tiene gusto; son las marcas las que crean las modas".

Por ello, la casa madrileña apuesta el éxito de su resurrección a su legado artesanal. "Nos hemos impuesto 'no tener un tiempo para terminar una joya'. Están acabadas cuando... están acabadas", explica.

Mientras la mayoría de marcas priorizan la optimización de costos y la homogeneización del diseño, Carrera y Carrera preserva la identidad de sus piezas a través del oficio tradicional: la cera modelada a mano, el cincel que da volumen, la paciencia que sólo el tiempo permite.  "Si pones una de nuestras piezas en un escaparate, cualquier cliente la reconoce como de Carrera y Carrera", considera Calvo. La diferencia no es estética, sino conceptual: cada pieza no es un objeto, sino una obra de arte con alma propia.

Detalle de una de las creaciones de Daniel Calvo para Carrera y Carrera.

Detalle de una de las creaciones de Daniel Calvo para Carrera y Carrera. David Morales E. E.

Marca de celebrities y monarcas

La historia de Carrera y Carrera nace en 1885. Bullía por las calles de España la sensación de cambio de época. Los titulares de prensa anunciaban a todo lo ancho la muerte de Alfonso XII, el inicio de la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y la ratificación del Pacto de El Pardo. Fue en aquella época de efervescencia industrial y cambios sociales cuando un joyero originario de Alcalá de Henares, Saturio Esteban, aterrizó en Madrid con la ambición de crear un taller de joyería que suministrara piezas de lujo a las familias madrileñas más acaudaladas. El bohemio Barrio de las Letras, otrora corazón del Siglo de Oro, se convirtió en su centro de operaciones y, sus vecinos, en sus principales clientes.

El éxito fue notable e inmediato, y para que el linaje de los Carrera continuase con el negocio, el hijo de Saturio, José Esteban, viajó a París para estudiar los oficios de lapidario y de tallador de gemas, áreas en las que se especializó y cuyos conocimientos importó al taller de su abuelo. Si Saturio fue la mente pensante al frente del negocio, años después se hicieron cargo del mismo los descendientes de su hijo, entre los cuales se encontraban Manuel Carrera y el primo de este, Juan José Carrera (del apellido compartido proviene el nombre de la firma). Tenían dos socios, Antonio Calvo y Carlos Mellado. Los cuatro, aunque especialmente Manuel y Antonio, contribuyeron a la expansión internacional de Carrera y Carrera en los años 60.

Primero lo hicieron al perfeccionar sus diseños para transformarlos en alta joyería destinada a clientes cada vez más selectos; luego, fomentaron su presencia internacional presentando sus creaciones en reputadas ferias de joyería de lujo.

Hacia mediados de 1960 Manuel y Antonio apostaron por combinar la tradición artesanal con diseños más vanguardistas. Creó piezas inspiradas en la naturaleza, como flores, animales y temas culturales españoles. Fue así como sedujo a Balduino de Bélgica y a Fabiola de Mora, para quienes diseñaron y crearon su tiara nupcial. Este hito monárquico, combinado con su presencia en ferias como la Baselworld de Suiza, atrajo la atención de otras monarquías y celebrities. El boca a boca magnificó la reputación de la pequeña joyería. Ya no era la tienda de joyas de la bohemia Madrid; era una de las 30 marcas de alta joyería más prestigiosas del mundo.

Detalle del arca que Carrera y Carrera creó para conmemorar el aniversario del descubrimiento de América.

Detalle del arca que Carrera y Carrera creó para conmemorar el aniversario del descubrimiento de América. David Morales E. E.

Detalle del arca, una de las obras más valiosas y exclusivas de la marca de alta joyería, elaborada en los años 90.

Detalle del arca, una de las obras más valiosas y exclusivas de la marca de alta joyería, elaborada en los años 90. David Morales E. E.

Durante los años 80 y 90, Carrera y Carrera consolidó su posición en mercados clave como Japón, Rusia y Oriente Medio. En 1985 presentó al entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald reagan, una escultura hecha de plata y calcita a la que bautizaron como 'El Rodeo' y que a día de hoy aún puede verse en la Casa Blanca. En la década siguiente, los de Carrera crearon el 'Arca del V Centenario', que conmemoraba el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, y que fue presentado en el Palacio Real de Madrid en presencia de la reina Sofía.

Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Grace Kelly y, en tiempos más recientes, Madonna, Taylor Swift o Lady Gaga, han llevado, y llevan, algunas de sus creaciones. Siempre son celebridades de primer nivel. "A Anne Igartiburu, por ejemplo, le hicimos la corona de su boda; Jack Nicholson llevaba en una gala las joyas de Carrera y Carrera. Verlos con ello, a título personal, no me despierta nada especial, ya que todas las personas, famosos o no, son iguales a mis ojos", asegura el diseñador.

La resurrección de una leyenda

Volvamos al joven Daniel Calvo que barría el taller de su padre y aprendía las técnicas de fundición antes de diseñar joyas. ¿Cómo acaba aquel estudiante de Publicidad en uno de los maestros el diseño de joyería de lujo de España? Como le ocurrió a Proust, por culpa de los recuerdos de la infancia. Una reminiscencia que, en el caso de Calvo, huele a tabaco, a soldadores de acera y a madera.

"Tenía 5 años. Aún recuerdo cómo mi padre me llevaba al taller de Carrera y Carrera los sábados antes de ir a comer. En aquella época aún se podía fumar en el trabajo. El olor a cigarrillos combustionados en los ceniceros, que los joyeros comenzaban pero nunca terminaban, se fundía con el de la fundición. Quizás no era un aroma embriagador, pero tenía algo mágico. Los puestos de los joyeros, los utensilios, los diseños: todo eso me atrapó".

Han pasado 45 años desde aquella memoria y hoy es él quien está al frente de aquel negocio que llegó a tener presencia en 57 países. Sin embargo, recuerda Calvo, Carrera y Carrera cerró sus puertas en 2019 por una serie de desavenencias entre los inversores. El padre de Daniel ya había abandonado Carrera y Carrera en el año 2000 para montar su propia joyería, Magerit, y sus hijos se habían unido al negocio para aprender el oficio.

"Ocurrió hace cuatro años, justo antes de la pandemia. Liquidamos Magerit y Carrera y Carrera estaba muerto. A mi hermano Antonio se le ocurrió entonces aunar las dos marcas. Era una empresa con historia, querida y muy atractiva. Al final, piensa que mi familia trabajó allí durante más de 50 años. Queríamos recuperarla y mantener su estilo original". Así lo hicieron, y desde 2022, la histórica firma volvió a nacer capitaneada por los herederos de Antonio Calvo.

Daniel Calvo posa en la nueva boutique de Carrera y Carrera en la calle Ortega y Gasset, en Madrid.

Daniel Calvo posa en la nueva boutique de Carrera y Carrera en la calle Ortega y Gasset, en Madrid. David Morales E. E.

"La marca se ha recuperado y estamos rehaciendo el camino. Primero, empezaremos por la tienda de Madrid y continuaremos en el Paseo de Gracia de Barcelona. Poco a poco, recuperaremos el enorme mercado que teníamos. En realidad es una empresa que sigue posicionada en todo el mundo, porque aunque se cerraran sus tiendas, siempre hemos mantenido el wholesale, es decir, la venta a tiendas de joyería que tienen nuestro productos. Así funcionamos desde que recuperamos la marca".

Al otro lado de la estancia se encuentra el gigantesco Arca del V Centenario del descubrimiento de América que Carrera y Carrera. La obra maestra, cincelada en plata por, al menos, siete orfebres, fue presentada en el Palacio Real de Madrid en presencia de la reina Sofía. "Es una obra de arte, ¿verdad?".

Mientras lo pregunta, se pone de cuclillas frente a un mueble bajo sobre el que luce una escultura de bronce bañada en plata de una pantera que forma parte de la colección VIDA. La obra combina arte figurativo con motivos naturales.

"Es una obra expresionista que nace de una causalidad. Un día me llevé al equipo creativo al Museo de Ciencias Naturales y coincidió que había una exposición de animales en peligro de extinción. Esta obra, que no está a la venta, es un homenaje: por eso en el rostro del animal hay talladas gacelas, águilas, búfalos, cebras, hasta una veintena de animales. Parte del rostro parece que desaparece, como si fuera humo, lo que hace referencia a su extinción. Esa es mi forma de crear: siempre con un sentido y un significado".