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Cuando la princesa Sofía de Anhalt-Zerbst llegó a Rusia en 1744 para casarse con el heredero al trono, nada parecía presagiar que se convertiría en una de las gobernantes más recordadas de la historia. El hecho de ser extranjera y pertenecer a la nobleza de un pequeño principado alemán la obligó a esforzarse para ser aceptada en su nuevo país.

Para ello aprendió rápidamente el ruso, se integró en la corte y se convirtió al cristianismo ortodoxo, recibiendo el nombre con el que iba a pasar a la historia: Catalina. Cuando su marido, el zar Pedro III, demostró su incapacidad para gobernar, dio un golpe de Estado que su esposo aceptó de buen grado.

Durante sus 35 años de gobierno, Rusia se extendió en todos los frentes, ganando territorios en el Báltico y logrando acceso al Mar Negro, lo que convirtió al imperio ruso en la potencia hegemónica de Europa oriental.

Pero Catalina no lo consiguió sola, tuvo a su lado a un español que se convirtió en protagonista de la historia de Rusia de la segunda mitad del siglo XVIII, y que llegaría a fundar la tercera ciudad más importante de Ucrania, el mayor puerto del sur del imperio: Odesa. Su nombre era José de Ribas y Boyons, y es el personaje principal que articula la novela de Cruz Sánchez de Lara En la corte de la zarina.

Un napolitano español

Su padre era Miguel de Ribas, un barcelonés de familia noble que sirvió como mariscal y director del ministerio de Fuerzas Navales y Armadas en el Reino de Nápoles, bajo dominación española en aquella época, y lugar de nacimiento de José, el 13 de septiembre de 1751.

El joven José tenía un don para los idiomas, dominando en poco tiempo hasta seis: castellano, italiano, latín, inglés, francés y alemán. Con 16 años se alistó en la Guardia Napolitana y tan solo cuatro años después ya era mayor, lo que llamó la atención de Aleksey Orlov, hermano de uno de los múltiples amantes de Catalina la Grande, desplegado en misión secreta como agente doble en Italia.

Aleksey Orlov.

Aleksey Orlov. Wikimedia Commons

Orlov ofreció a José unirse a su servicio como ayudante e intérprete, una oferta que el español no pudo rechazar. Durante su viaje a San Petersburgo, la capital imperial, participó en la campaña que los rusos mantenían contra el Imperio otomano, destacando en numerosas batallas, siempre en vanguardia y viviendo las situaciones más arriesgadas.

Uno de esos combates fue la legendaria batalla de Chesme, en 1770, donde la flota rusa destruyó a la otomana, permitiendo el paso de la infantería por el Danubio, lo que permitiría a los rusos hacerse con Crimea.

Una amistad real

José llegó a San Petersburgo en 1772, aprendió ruso, se alistó en el Cuerpo de cadetes de tierra con el rango de capitán y se casó con Anastasia Sokolova, ayudante de cámara de Catalina la Grande. La ceremonia se celebró en 1776 en la iglesia del palacio imperial de Tsarkoye Selo, en las afueras de San Petersburgo con la presencia de la zarina, que posteriormente se convertiría en madrina de las dos hijas del matrimonio y en amiga de José.

En 1783, tras ser ascendido a brigadier, entró al servicio del príncipe Grigori Potemkin, con quien viajó al sur de Ucrania para rematar la conquista de la península de Crimea y construir la futura flota del Mar Negro y su puerto base principal, Sebastopol.

Al mando de los cosacos

Durante este nuevo conflicto con los otomanos y tras una brillante victoria en la batalla naval del estuario de Dnieper, le fue concedido el mando de una flotilla de barcos recién creada en cuyo interior transportaba a los Zaporovsky, una infantería de marina de élite compuesta en su mayoría por cosacos con una devoción absoluta por Catalina.


Al mando de estas unidades que causaban pavor en el frente, el ya general español, fue tomando una a una todas las fortificaciones del entorno próximo a Estambul, entre ellas, la población de Khadjibey, cuya caída causó tal impacto en Europa que los británicos llegaron a alarmarse ante el avistamiento de varias flotas rusas por el Mediterráneo.

Fundacion de Odesa

"Consciente del potencial de la bahía de Khadjibey, José propuso a la zarina la construcción de un gran puerto en ese lugar. Catalina aceptó la idea y, el 27 de mayo de 1794, promulgó un edicto que le encargaba la construcción y el desarrollo de un centro portuario y comercial, bautizado como Odesa en homenaje a la antigua factoría griega de Odessos."

Grigori Potemkin.

Grigori Potemkin. Wikimedia Commons

En un tiempo récord de dos años levantó la nueva ciudad y, tras ser nombrado su gobernador, atrajo a nuevos pobladores con exenciones de impuestos y tierras gratuitas para construir sus casas. En 1799, la ciudad ya contaba con más de 4.500 habitantes y con el tiempo se convirtió en la principal puerta marítima del sur de Rusia.

Águila de Catalina

Entre todas sus victorias, quizá una destaca sobremanera: la toma de la fortaleza de Izmail, un emplazamiento en el Danubio clave para los otomanos y considerado inexpugnable. Creyendo en la posibilidad de tomarla al asalto, José remontó el río junto a sus Zaporovsky, dejando en su camino más de un centenar de naves otomanas destruidas.

Pero cuando se preparaba para atacar la fortificación, sus superiores le ordenaron detenerse, ya que veían imposible una victoria. José envió cartas a Potemkin explicándole su estrategia y dio vía libre al español para el asalto. No solo tomó la fortaleza, sino que, desde aquel día, pasó a formar parte del selecto círculo de las "águilas de Catalina", los mejores hombres de la zarina.

Su amistad con Catalina y con el poderoso príncipe Potemkin, además de sus exitosas victorias militares, le catapultaron hasta el vicealmirantazgo de la flota imperial, pero la muerte de la zarina truncó su imparable progresión.

El final del héroe

El zar entrante Pablo I lo llamó a San Petersburgo, donde fue sometido a un proceso judicial por malversación durante la construcción de Odesa, pero los cargos fueron desestimados. Fue víctima de conspiraciones palaciegas que redujeron la confianza del zar y le apartaron de sus cargos, por lo que se cree que participó en una conspiración para dar un golpe de Estado que nunca se produjo.

Escultura de José en el monumento a Catalina en Odesa.

Escultura de José en el monumento a Catalina en Odesa. Wikimedia Commons

Poco después, José enfermó gravemente y comenzó a sufrir fiebres crónicas, falleciendo el 2 de diciembre del año 1800. Algunos historiadores creen que fue envenado ante el temor de que durante sus delirios revelase quienes habían sido los golpistas frustrados.

Memorias de Odesa

Está enterrado en el cementerio Smolensk de San Petersebrugo. En su lápida se puede leer: "Tomó una fortaleza inexpugnable y construyó una magnífica ciudad". Acumuló en vida las principales condecoraciones rusas, como la Orden imperial y militar de San Jorge, la de San Vladimiro, la de San Alejandro Nevski o la de San Juan de Jerusalén.

Con el paso de los años, su memoria se fue desdibujando, no solo en España, donde es un desconocido, sino en la propia Rusia, aunque si hay un lugar donde jamás le olvidaron es en Odesa, la ciudad que él mismo levantó.

En 1994, con motivo del 200 aniversario de su fundación, la ciudad le dedicó una estatua de bronce en la que porta una pala en una mano y un plano en la otra. La avenida principal de Odesa lleva su nombre, a pesar de que en varias ocasiones las autoridades soviéticas intentaron sustituirlo por otros más acordes con los héroes bolcheviques, pero los ciudadanos siempre se han negado.

También en su ciudad, en el monumento que se levantó en honor a la emperatriz Catalina II, una de las figuras que acompañan su pedestal tiene un nombre español escrito en cirílico que desde hoy ya todos conoceremos: Vicealmirante I.M. DE RIBAS