Alvaredos (Lugo)
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Hay mucho de sagrado en la Ribeira Sacra, que recibe a sus visitantes con una fina lluvia entre colores verdes. En esta región de la zona sur de Lugo y el norte de la provincia de Ourense se esconde un gran secreto gallego con acento estadounidense: el de una bodega familiar y completamente artesanal que, aún levantándose en Alvaredos, un pueblo prácticamente deshabitado, celebra los reconocimientos de las mejores revistas especializadas en vino del mundo.

Su historia nace con Antonio López Fernández, un quirogués que con 12 años siguió la estela de su padre y su abuelo y se marchó a Nueva Jersey. Allí logró tener un próspero negocio de chapería automovilística. Pero durante algunos regresos estivales a Galicia pensó en la idea de volver, de recuperar una conexión con el pueblo que le vio nacer. "No tan sólo en el ámbito personal, sino también social. Esto se estaba quedando cada vez más vacío, sólo tres familias vivían de manera permanente en el pueblo", explica.

Eran los años noventa cuando, mirando fijamente hacia las laderas del río Sil, recordó los viñedos de su abuelo, Fructuoso López. Y pensó, ¿por qué no? Lo demás es una historia de dedicación pero sobre todo de convención. En 2010, recuperó parte de esos viñedos y adquirió otros aledaños. Y si bien conocía el sector y había visto en la uva una forma de recuperar el tiempo y el espacio perdido, no todo sería tan fácil.

Vistas del río Sil desde los viñedos de Antonio López. Todos tienen nombres de familiares.

Vistas del río Sil desde los viñedos de Antonio López. Todos tienen nombres de familiares. Brais Lorenzo.

Antonio López Fernández posa para EL ESPAÑOL | Porfolio al lado de las barricas de roble francés.

Antonio López Fernández posa para EL ESPAÑOL | Porfolio al lado de las barricas de roble francés. Brais Lorenzo.

"Empecé por lo más complicado. En lugar de comenzar poco a poco, fui a lo más alto, a intentar convencer a otras empresas de que mi proyecto tenía sentido", cuenta desde el calor de su reformada casa en Alvaredos, donde residen 5 habitantes. Un pequeño libro, autoeditado, con fotografías del pueblo y los motivos por los cuales se debería invertir en su idea le acompañó de vuelta a Estados Unidos. "Y le robó el sueño, porque no se despegó de él", apunta Marimar Caballero, su esposa y fiel acompañante de este relato.

El potencial de Hobbs

En 2014 pensó que el New York Wine Experience sería un buen lugar donde convencer a potenciales socios. "Allí conocí a Paul Hobbs, él daba una conferencia y le di el libro. Yo pensé que lo tiraría a la basura y no se lo leería. Pero cuando me di cuenta se lo estaba llevando debajo del hombro", continúa Antonio. Para quienes no lo conozcan, Hobbs es uno de los más prestigiosos enólogos de América. Exportó antes que nadie el Malbec argentino a los Estados Unidos. Y Forbes lo describió como "el Steve Jobs del vino".

¿Cómo convencer al propietario, entre otras bodegas, de Viña Cobos, una de las más importantes y lujosas de la región de Mendoza? "Hablamos unas semanas después del festival y me dijo que sí había leído el libro y que no era una mala idea, pero que no le convencía. Entonces decidí preguntarle si le gustaría asesorarme, que le podía pagar por venir a Alvaredos para ayudarnos a establecer el negocio", recuerda.

Vista aérea de Alvaredos. En el centro se encuentra la bodega Alvaredos-Hobbs.

Vista aérea de Alvaredos. En el centro se encuentra la bodega Alvaredos-Hobbs. Brais Lorenzo.

Fachada exterior de la bodega Alvaredos-Hobbs.

Fachada exterior de la bodega Alvaredos-Hobbs. Brais Lorenzo.

El ofrecimiento tenía trampa. Antonio Fernández y también Marimar Caballero sabían que Paul Hobbs iba a caer rendido y enamorado en los viñedos gallegos. El estadounidense visitó Alvaredos aprovechando una escala en Madrid de camino a Francia. Había niebla. Antonio rezó para que el buen tiempo llegara y su potencial socio viera el paisaje. "Y de repente hizo un sol impresionante. Él agarraba la tierra y la olía. Todo parecía magia".

Aquellos días nació, en esencia, Alvaredos-Hobbs: una empresa de carácter familiar con la colaboración de una firma tan potente como la del enólogo americano. Pero también se forjó algo más importante: Antonio cumplió su ardiente deseo de rendir homenaje al pequeño pueblo y a su abuelo, y Marimar comenzó a restaurar casas abandonadas, bodeguitas y hasta un horno de pan donde ahora se encuentra la bodega.

En Alvaredos residen sólo tres familias. La intención de Antonio López y su familia es revitalizar el pueblo.

En Alvaredos residen sólo tres familias. La intención de Antonio López y su familia es revitalizar el pueblo. Brais Lorenzo.

Alvaredos, lugar mágico

Toda la pasión del matrimonio, residente de manera habitual en Nueva Jersey, se ve reflejada al entrar a Alvaredos, a una hora y cuarto en coche de Ourense. Días después del final de las fechas navideñas, la aldea se encuentra todavía completamente llena de alumbrado con figuras festivas. Semanas atrás, decenas de visitantes se acercaron a verlas, lo que motivó a medios de comunicación locales a acercarse y escribir acerca de Antonio López y su bodega.

Pero dejaron muchas cosas en el tintero. O quizás no fueron capaces de resolver el enigma de Alvaredos. En la edificación de la bodega —que es la unión de cuatro antiguas casas de piedra, mantenidas por su fachada original— envejecen miles de litros de un exquisito vino blanco de uva Godello y un aromático vino tinto de uva Mencía. Estas variedades autóctonas prosperan gracias al microclima de la Ribeira Sacra, donde las vides se aferran a laderas empinadas que parecen desafiar las leyes de la gravedad.

Cecilia Fernández (i) y Alba Rodríguez (d) posan para EL ESPAÑOL | Porfolio en el interior de la bodega de Alvaredos-Hobbs.

Cecilia Fernández (i) y Alba Rodríguez (d) posan para EL ESPAÑOL | Porfolio en el interior de la bodega de Alvaredos-Hobbs. Brais Lorenzo.

De ello se encargan cada día Cecilia Fernández, la enóloga responsable de Alvaredos-Hobbs —y una de las gallegas más reputadas del sector— y Alba Rodríguez, segunda enóloga que acumula experiencias por todo el mundo: trabajó en Francia, Argentina, Sudáfrica e Italia antes de aterrizar en esta pequeña y familiar bodega de la Ribeira Sacra.

"Nos esforzamos por mantener una producción limitada, porque queremos que cada botella cuente una historia", explica Cecilia Fernández mientras camina entre barricas de roble francés. Elegidas por sus notas sutiles y elegantes, son el hogar de los caldos mientras evolucionan. Aquí cada detalle está pensado: desde la elección de la madera hasta el tiempo exacto de maceración.

Cecilia Fernández extrae de la barrica una copa de vino blanco de variedad Godello.

Cecilia Fernández extrae de la barrica una copa de vino blanco de variedad Godello. Brais Lorenzo.

Fronteras lejanas

Hay que destacar que el mercado principal de la bodega se encuentra lejos de Alvaredos. Nueva York, Hong Kong y Singapur son destinos habituales de su producción, pero también hay planes de conquistar el mercado nacional. "En España estamos muy acostumbrados a vinos de precios bajos, pero eso no significa que no haya espacio para algo diferente. Queremos educar al consumidor y demostrar que el vino gallego puede competir con los mejores del mundo", afirma Alba Rodríguez

Lo cierto es que las mejores publicaciones del mundo del vino les dan la razón. La revista mensual Decanter puntuó con 95 puntos sobre 100 el Mencía de la bodega. La estadounidense Wine Enthusiast le dio 94 puntos al Godello. La muy prestigiosa Wine Spectator, además de darle 93 puntos a ambos tipos, le dedica media página al proyecto, sus fundadores y también sus uvas.

Cecilia Fernández, enóloga de Alvaredos-Hobbs, durante una revisión de los viñedos.

Cecilia Fernández, enóloga de Alvaredos-Hobbs, durante una revisión de los viñedos. Brais Lorenzo.

"El seductor Godello Ribeira Sacra 2018 está repleto de sabor, desde lichi y mandarina hasta jengibre y especias, todo ello unido por una acidez vigorizante. El llamativo Mencía Ribeira Sacra 2019 ofrece ricos acentos de moka a los sabores florales y de bayas características. Mencía es la uva tinta emblemática de la Ribeira Sacra, y esta versión utiliza uvas obtenidas a altitudes ligeramente más bajas en laderas orientadas al sur", apunta la publicación, que tiene más de 30 años de trayectoria y es considerada la más importante e influyente dentro de la industria del vino.

Actualmente, la producción de la bodega es de un 65% de blancos, con un total de 3.000 cajas producidas. Es decir, unas 36.000 botellas anuales. En los Estados Unidos las botellas de Alvaredos-Hobbs se encuentran por aproximadamente 100 dólares en tiendas especializadas. Pero en otros mercados, como el hongkonés, hay alguna botella en venta por 750 dólares. Se trata de ediciones muy limitadas de garnacha tintorera que, según el propio Antonio López, "debe ser la garnacha más cara del mundo".

Antonio López cata una de las botellas de Mencía con Garnacha Tintorera.

Antonio López cata una de las botellas de Mencía con Garnacha Tintorera. Brais Lorenzo.

Lo dice porque la garnacha —o grenache, en francés— siempre ha tenido la reputación de ser un vino barato al ser utilizado como una uva de mezcla debido a su alta productividad y su facilidad de cultivo. Nada que ver con lo que se exporta desde Alvaredos, un vino refinado, al que se le deja tiempo de reposo —incluso los blancos se venden con añadas de siete años, algo extraordinario en el sector—.

En España y otros mercados más cercanos, como el Reino Unido, las botellas parten desde los 45 hasta los 75 euros, dependiendo del año y de si es Godello o Mencía. En nuestro país se pueden adquirir comprando de manera directa en la bodega o en la página web.

Marimar Caballero (i) y Antonio López (d) durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. En las copas catan un Alvaredo-Hobbs de la variedad de uva Mencía del 2019.

Marimar Caballero (i) y Antonio López (d) durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. En las copas catan un Alvaredo-Hobbs de la variedad de uva Mencía del 2019. Brais Lorenzo.

Futuro optimista

El futuro de Alvaredos-Hobbs también incluye una fuerte apuesta por el enoturismo, entendiéndose esto el darle vida al pueblo. "Queremos que la gente venga y experimente este lugar: la historia, el vino, el paisaje, todo. Hay algo especial aquí que no se puede encontrar en ningún otro sitio", afirma Antonio mientras camina. "Ahora hay esperanza. Hemos visto a personas interesarse por las casas abandonadas y queremos que esto sea el comienzo de algo más grande", sentencia Marimar, desde la cocina de casa.

Exteriores de Alvaredos, alumbrado todavía con motivos navideños como iniciativa de Antonio, Marimar, Cecilia y Alba.

Exteriores de Alvaredos, alumbrado todavía con motivos navideños como iniciativa de Antonio, Marimar, Cecilia y Alba. Brais Lorenzo.

Mientras el sol cae sobre las colinas, la fina lluvia se convierte en intensa y las luces festivas comienzan a brillar, Alvaredos parece renacer. Antonio y Marimar lo observan con orgullo, conscientes de que no sólo han creado una bodega, sino también un legado. "El vino es nuestra forma de conectar el pasado con el futuro, de darle sentido al lugar donde nacimos y de asegurar que este pequeño rincón del mundo nunca se olvide".