Santiago Abascal, líder de Vox.

Santiago Abascal, líder de Vox. Arte EE / EP

Reportajes VOX

Los fuegos regionales de Vox: de Baleares a Canarias "molesta que pase todo por Madrid"

En Cantabria, Extremadura, Madrid, Gijón o Huesca el partido de Abascal también tiene frentes abiertos. 

10 febrero, 2024 03:33

"Son películas de ciencia ficción de los medios de comunicación, que no tienen vergüenza, no tienen límites", lanzó Santiago Abascal el pasado 27 de enero, como colofón de la Asamblea General Extraordinaria que el partido celebró en Madrid. Fue una de las ideas mollares del discurso de reelección del líder de Vox: las divisiones internas no existen en su partido y son tan sólo una invención del establishment. "Llevamos un año escuchando hablar de divisiones, con publicaciones de todo tipo [...]. ¿Qué táctica, qué estrategia permite que exista una corriente interna? No la hay, no la ha habido nunca". 

A primera hora del lunes, sólo 48 horas después de su alegato, el partido saltó por los aires en las Islas Baleares. Cinco de los ocho diputados autonómicos conseguidos el pasado 28 de mayo —uno de ellos, Xisco Cardona, ya abandonó la formación hace unos meses— rompieron unilateralmente con la dirección nacional del partido.

Lo hicieron expulsando del grupo parlamentario a los dos diputados restantes, los últimos fieles a la jefatura de Madrid. La portavoz Idoia Ribas, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades registraron un escrito en la Mesa del Parlamento donde solicitaban la expulsión del grupo parlamentario de la presidenta de Vox en Baleares, Patricia de las Heras, y del presidente de la Cámara autonómica, Gabriel Le Senne.

Aunque esta semana, tras calmarse los ánimos, la rebelión se ha zanjado con los cinco diputados que provocaron la crisis cediendo y readmitiendo a los diputados Gabriel Le Senne y Patricia de las Heras en el grupo. A cambio, Vox desde Madrid ha revocado la suspensión cautelar de militancia que pesaba sobre ellos.

Santiago Abascal, líder de Vox, durante la Asamblea General Extraordinaria que el partido celebró el pasado 27 de enero en Madrid.

Santiago Abascal, líder de Vox, durante la Asamblea General Extraordinaria que el partido celebró el pasado 27 de enero en Madrid. Alejandro Martínez Vélez EP

Díscolos contra fieles, una constante en política capaz de devorar partidos, sobre todo, en sus primeros años de vida, que Vox está experimentando por toda España. Los esfuerzos de la dirección nacional por apagar los fuegos internos han sido en vano en muchas ocasiones. No sólo en Baleares.

También en CanariasCantabriaExtremadura o Madrid el partido mantiene importantes cismas abiertos. Sucede lo mismo en ciudades como Gijón o Huesca, donde también son públicas las desavenencias. 

"Hay mucho descontento por parte de muchos diputados autonómicos porque todo tiene que pasar por Madrid", asegura en conversación con EL ESPAÑOL una fuente con trienios en Vox. La centralización del partido es conocida, pero "Bambú [donde se ubica en Madrid la sede nacional] se empeña en decidir el voto incluso en cuestiones que no sabía que existían".

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La secuencia es siempre parecida. Abascal envía como emisarios a dirigentes de su total confianza que tratan de cerrar las cuitas internas imponiendo sus candidatos más afines. Como publicó este periódico, entre las elecciones autonómicas del 28-M y las generales del 23-J, una delegación formada por los diputados Ignacio Hoces y Ángel López Maraver y la asesora Montserrat Lluís visitaron Mallorca para conocer la situación de primera mano. El problema se cerró en falso. La salida al Congreso de Jorge Campos, quien había sido el candidato de Vox al Govern, no generó estabilidad alguna.

Cismas en Tenerife y Santander

Menos conocida es la situación en las Islas Canarias, donde el partido está totalmente roto en Tenerife después de que la lista electoral cayera el pasado 23-J. En contra del criterio del Comité Ejecutivo Provincial, Madrid decidió imponer a Alejandro Gómez como cabeza de lista en detrimento Manuel Molina, entonces presidente provincial, ahora fuera del partido. Su elección provocó la deserción automática de gran parte del resto de candidados. 

"Es un lío que se viene magullando desde la elecciones autonómicas y locales, pero cuando estalla la bomba es en las generales", cuentan en conversación con EL ESPAÑOL fuentes de Vox Tenerife con mando en plaza. "En su momento, Gómez había sido destituido por Javier Ortega Smith y Tomás Fernández [hasta octubre de 2022, secretario general y vicesecretario de Organización, respectivamente] y dejó de colaborar del partido", sigue la misma fuente. 

"Para sorpresa de todos, lo pusieron de número uno al Ayuntamiento de Tenerife en las municipales. El enfado fue ya monumental cuando, el mismo día que toma posesión de su acta, es nombrado candidato a las generales", narra la imposición de Bambú. Un gran número de candidatos rehusaron ir en las listas y la candidatura cayó.

"Cuando sucedió todo esto, María Ruiz [vicesecretaria de Organización], que nunca había venido a Tenerife, viene para hablar con todos los candidatos y simpatizantes", sigue la fuente consultada. La dirección nacional volvió a errar en su intento de apaciguar las aguas. ¿El método? Igual que en Baleares, imponer a su candidato más afín. 

Vox se querelló contra su representante electoral en la provincia tinerfeña, Dévora Rodríguez, por administración desleal, delito electoral y delito con ocasión de impedir el ejercicio de derecho cívicos. El partido difundió la imagen de Molina y Rodríguez por sus redes sociales oficiales, acusándolos de haber "secuestrado" la candidatura. Hace dos semanas, la Justicia dio la razón a Rodríguez y desechó la querella del partido de Abascal. 

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Fue Ignacio Hoces, vicesecretario de Coordinación Parlamentaria, quien viajó hasta Santander días antes de Navidad para cerrar la crisis abierta en el seno de la formación en Cantabria. Como publicó El Diario Montañés, Hoces intentó apaciguar las disputas entre Emilio del Valle y Leticia Díaz, diputados autonómicos en la trinchera oficilialista, y sus compañeros en el grupo parlamentario del Parlamento cántabro Cristóbal Palacio y Armando Blanco, en la otra.

El grupo parlamentario sigue unido y ni Palacio ni Blanco han desertado todavía. "Existen pensamientos e ideas distintas sobre cómo tiene que organizarse el partido, y eso genera divergencias", reconoció Palacio al mismo medio regional citado.

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En Extremadura, la consejera Camino Limia dimitió a principios de octubre por diferencias con la dirección nacional. Fue Kiko Méndez-Monasterio, asesor áulico de Abascal, quien designó a todo su equipo. El partido, que experimentó una crecimiento importante en la región durante la eclosión nacional de Vox, ha perdido importantes activos tanto en Badajoz como en Cáceres en los últimos tres años.

Las escaramuzas han sido constantes. "Le están dando bola a los que vienen del PP o de poner a parir a Vox 24 horas antes", se queja en conversación con este periódico una fuente local de Vox. "La mujer de Higuero fue interventora del PP en las últimas elecciones", añade.  

Óliver Suárez, 'tránsfuga' en Gijón

La salida de Limia del Ejecutivo liderado por la popular María Guardiola coincidió con la expulsión de Vox del tripartito formado en Gijón tras las elecciones del pasado 28 de mayo. Fue entonces cuando el concejal de Vox Óliver Suárez renunció a su acta de concejal y comunicó su baja de la formación para pasar a ser edil no adscrito en el consistorio gijonés.

Su decisión de abandonar el partido y permanecer al frente de la empresa de festejos municipal la acompañó con una posición decisiva para Carmen Moriyón, alcaldesa de la ciudad y presidenta de Foro Asturias. "No voy a permanecer en un partido que me considera desleal por apelar al diálogo para reconducir un acuerdo de gobierno y frenar el regreso de las izquierdas", argumentó. Desde entonces, la izquierda lo tacha de "tránsfuga" y la derecha de "traidor". 

Óliver Suárez, concejal en el Ayuntamiento de Gijón, el pasado 27 de diciembre.

Óliver Suárez, concejal en el Ayuntamiento de Gijón, el pasado 27 de diciembre. Europa Press

En Huesca, Antonio Laborda, concejal de Vox en el ayuntamiento de la capital oscense desde 2009, abandonó el partido en noviembre. Una decisión fundamentada en el "nulo apoyo recibido por parte de la dirección nacional de Vox, el grupo parlamentario en las Cortes de Aragón, la comisión gestora provincial y los compañeros del grupo municipal". 

No obstante, el voto de Laborda, ahora concejal no adscrito en el Ayuntamiento de Huesca, es clave en el equilibrio de fuerzas de la ciudad. El PP gobierna la ciudad en minoría, con 12 de los 25 ediles. La marcha del portavoz y su sintonía con el PP daría al partido un voto clave para dotar a la legislatura de mayor estabilidad.

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En Madrid, por su parte, sendas mayorías absolutas del PP en comunidad y capital han minimizado el papel de Rocío Monasterio y Javier Ortega Smith en Asamblea y Ayuntamiento, respectivamente, desde el pasado 28 de mayo. En Bambú, sede nacional de Vox, son conscientes del problema.

La falta de tirón frente a la hegemonía popular en la capital y la necesidad de fraguar nuevos liderazgos parecen asignaturas inabordables para Abascal, empeñado en renovar el proyecto en Madrid. Se trata, sin embargo, de un relevo demasiado delicado por el peso simbólico de Monasterio y Ortega Smith en el auge de Vox