Macarena Olona, ex diputada de Vox y víctima de sus miembros más radicales en las redes sociales.

Macarena Olona, ex diputada de Vox y víctima de sus miembros más radicales en las redes sociales. Arte E.E. Gtres, EP

Reportajes

La 'History X' contra Macarena Olona: así atacan los 'trolls' de Vox a los 'apestados' del partido

Manuel Mariscal, vicesecretario de comunicaciónn, es uno de los principales impulsores de la estrategia social para destruir a los exmiembros del partido. 

19 febrero, 2023 01:32

Es el grupo privado de Twitter #VoxPorEspaña 1 esta misma semana. Se trata de una de las muchas tertulias virtuales donde anónimos tuiteros radicales, barras bravas del partido de Santiago Abascal, se sincronizan con muchos de sus cargos públicos y orgánicos para viralizar sus mensajes. El chat está numerado porque hay, al menos, hasta #VoxPorEspaña 8. Existen otros como Chicasvox52 o numerosos escuadrones de Los nuestros primero donde diputados y trolls alternan como acodados al final de una barra.

En estos foros conviven diputadas en el Congreso como Malena NevadoMaría Estévez o Inés Cañizares con algunos tuiteros ilustres. El presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán, o el portavoz de la formación en las Cortes aragonesas, David Arranz, con perfiles como Rodolf Hess. También Jorge Buxadé y diputados como Rafa Lomana, Onofre Miralles o Francisco José Contreras con cualquier otro miembro del autodenominado Facha Team o Team Vox.

No están ahí, precisamente, para hablar de La España invertebrada de Ortega. La actividad es frenética y requiere verdadera militancia. Por el contenido de sus mensajes, a veces, la red o cualquier algoritmo pseudomasónico los censura. Son las 19:08 y la usuaria @IcarVox se queja de la desaparición de sus 11.000 seguidores. "Twitter supercontrolado por el lado oscuro", estima Topomares, un enfermero sevillano para quien Macarena Olona es "una miserable" a quien "los adjetivos se le quedan cortos". Mientras los encuentra, inmerso en plena búsqueda de calificativos, la describe como "una Judas de la política" que estuvo "infiltrada desde el minuto uno". A @IcarVox, por cierto, le devolvieron sus preciados followers el jueves. 

Macarena Olona y Santiago Abascal, durante un mitin de campaña en Andalucía, el pasado junio.

Macarena Olona y Santiago Abascal, durante un mitin de campaña en Andalucía, el pasado junio. Europa Press

"Hay grupos más lights en los que están metidos los diputados, pero también otros donde ya no están ellos, o sólo algunos, los más valientes", cuenta a EL ESPAÑOL un miembro de estos chats a los que ha tenido acceso este periódico. ¿Quién coordina todo esto? "El vicesecretario de Comunicación, Manuel Mariscal, con algunos colaboradores muy estrechos como Isidoro Sevilla [responsable nacional de Comunicación Interna] y Pablo González Gasca [responsable de Marketing Digital]".

Convertido Twitter casi en un coto privado, endogámico, de políticos, periodistas y pseudónimos, desplegar campañas diarias es un hecho común en todos los partidos. Vox, sin embargo, penaliza a los desertores como ningún otro. También Podemos. Nadie hace prisioneros en una organización donde las ideas son dogmas y las discrepancias, capitulaciones. El de Macarena Olona es el ejemplo más ilustrativo. Casi tácitamente se le ofreció la omertà como única salida para evitar un atentado civil a manos de quienes otrora la encumbraron.

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La propia Olona bautizó este fenómeno como Vox History X. Un juego de palabras con aquella película protagonizada por Edward Norton donde un quinceañero neonazi de Los Ángeles las pasa canutas para desvincularse del movimiento una vez salido de la cárcel. Así se siente la ex diputada tras su fracaso electoral en Andalucía y su posterior abandono, precipitado por la enemistad y celos, así descritos por su entorno, que hacia ella profesa Javier Ortega Smith.

La nueva versión de Olona, más almibarada, menos beligerante, ha descolocado a parte del electorado de Abascal. Aún más a sus hordas enmascaradas, desplegadas en un feroz proceso de exclusión. Sus entrevistas desde entonces, denunciando la falta de democracia interna, o su aparición este domingo en el programa de Jordi Évole no han hecho sino ahondar en la herida.

Españabola y Garriga

Fue una nota de audio y se hizo viral en septiembre del año pasado, en ella se soltaba comentarios despectivos hacia Macarena Olona. 

El episodio colmó el vaso de la paciencia de Olona, que denunció en redes la vinculación directa de Españabola, un tuitero con especial carisma entre el Facha Team, cosido a base de humoradas adobadas con lenguaje milenial, y Vox. Se trata del nick bajo el que se esconde un asesor de Ignacio Garriga, secretario general del partido, en el Parlament de Cataluña. 

El influencer lanzaba campañas nada sugerentes, ya eliminadas, a través de su canal en Telegram. "A por la hija de p*** de Macarena Olona", la echaba a los perros. Abascal tuvo que pedir públicamente que cesaran los ataques. También en los grupos a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL Vox ha pedido a sus trolls mesura con su ex portavoz parlamentaria. Una recomendación a menudo ignorada. 

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Expulsado una y otra vez de la red social por el contenido vejatorio de sus mensajes, Españabola llegó a tener escrita en su biografía de Twitter AHTR [para quienes no vieron Memorias de un skin, Adolf Hitler Tenía Razón]. Un personaje a la altura de Chema de la Cierva, aquel pirado elevado a los altares por rapear insultos contra el Gobierno cuando se suponía que iba a contar su experiencia con un radar traicionero.

El partido, lejos de marginarlos, los mima. Incluso llama basadetes a quienes vociferan sus reflejos pavlovianos contra todo lo que odian con mensajes efectivos. Tal es el cariño hacia Españabola, el hitleriano, que el diputado Víctor Sánchez del Real, sentado junto a Manuel Mariscal, lo saludó en una comisión parlamentaria.

Santiago Abascal, Macarena Olona, Javier Ortega Smith y Tomás Fernández.

Santiago Abascal, Macarena Olona, Javier Ortega Smith y Tomás Fernández. E.E.

"Mando desde aquí un saludo al Team Facha y especialmente a Españabola. Son un grupo de chavales que han vuelto locos a la progresía y a todos los analistas haciendo verdaderas gamberradas. Son chavales universitarios y de instituto. Ustedes se hacen verdaderas construcciones mentales muy interesantes cuando son gente divirtiéndose y apasionados de la política". 

Tanto que algunos, como Juan García-Gallardo, el jinete de los tuits zafios, optan a vicepresidencias de comunidades autónomas así como Mariscal, principal arquitecto de este sistema de comunicación, llegó a diputado. A García-Gallardo, pese a hacer fortuna en los medios de comunicación algunos de sus mensajes adolescentes, el equipo de comunicación de Vox borró a contrarreloj muchos otros comprometedores, según ha podido saber este periódico.

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La persecución, el American History X versión Vox, también ha sido denunciado por otras figuras del partido como el juez Francisco Serrano, cabeza de cartel al Parlamento de Andalucía en noviembre de 2018. También otros afiliados de Cáceres, como reveló este periódico, presuntamente espiados por un guardia civil vinculado al partido.

El "supremacismo moral" de Vox

"El problema de Vox es que critica demasiado, que es supremacista moral. Llegó un momento en que empecé a detectar todo eso y, por aplicar mi criterio, a empezar a dar problemas. Ellos le llaman verso suelto no a los que somos críticos, sino a los que entendemos que estamos al margen de ciertos radicalismos", cuenta María de los Ángeles Barroso en conversación con este periódico.

Barroso fue número dos de Vox en Las Palmas hasta julio de 2021. Sus discrepancias organizativas con la estructura provocaron una campaña mediática contra ella. "Yo dirigía un centro de menas [menores no acompañados] que era, y sigue siendo, el buque insignia de Canarias. Era un centro muy disciplinado y recto donde vivían 44 chicos. Tengo pruebas de que compañeros, cargos orgánicos de Vox, informaron sobre mi condición de afiliada de Vox" para meterla en problemas.

A Barroso, asegura, la acusaron de ser agente del CNI, de ser "una podemita disfrazada de verde" o que estaba contratada por Pablo Iglesias para "hacer una investigación en los centro de corte yihadista". También publicaron fotos con su identidad en redes sociales que le granjearon amenazas "yihadistas". Escoltas de la Brigada de Información de la Policía Nacional la acompañaron durante 72 días.

"También decían que yo le daba droga a los chicos y que facilitaba las violaciones. El tiempo todo lo cura, pero menoscabaron mi imagen personal. Dimití de mi cargo porque la situación me sobrepasó". El diputado por Las Palmas, Alberto Rodríguez, asegura, la disuadió de hablar con la prensa para defenderse. "Que cuenten lo que quieran", instaba. "También me obligaron a poner en la ejecutiva a un ex presidiario, un policía local condenado por torturas y después indultado parcialmente", relata.

¿Puso en conocimiento de la dirección nacional lo que ocurría? "Claro, pero me engañaron. Se puso en contacto conmigo el director territorial, Marcos Cruz, también Javier Ortega Smith, que vino a Las Palmas, y el mismo Abascal, cuando ya había dimitido de mi cargo". Según Barroso, en la dirección nacional del partido esperaron a que los delitos de injurias y calumnias, con un plazo de prescripción de entre seis meses y un año, caducaran. Desde Bambú, madrileña sede del partido, le prometieron que "depurarían responsabilidades".