Imagen de una persona infeliz.

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Por qué a los 47 años eres la persona más infeliz del mundo: las tesis de los expertos

Un estudio realizado por el economista David G. Blanchflower así lo ratifica. EL ESPAÑOL habla con un psicólogo que explica los motivos. 

13 diciembre, 2022 02:49

¿Cuál es el momento más infeliz de nuestras vidas? Si se pide a unas cuantas personas que respondan a esa pregunta, posiblemente cada una de ellas elegirá momentos variados vinculados a experiencias propias nada positivas. Sin embargo, en términos de análisis, más que lo específico, interesa encontrar lo general. ¿Existe un momento en el que se toque pie en término de bienestar y en el que las personas sean, de entrada, menos felices?

Un estudio realizado por el economista David G. Blanchflower, de la Universidad de Dartmouth, ha concluido que sí se puede poner una suerte de cifra y hora a la etapa más deprimente de nuestra existencia: son los 47 años. De forma más concreta, la peor edad para ser feliz son los 47 años y los dos meses.

Y, aunque pueda parecer un dato sorprendente si se piensa en la angustia adolescente y las emociones que se sentían en esos años, Blanchflower esgrime unos cuantos argumentos para explicarlo. En esencia, la felicidad a lo largo de la vida funciona como una curva con forma de “u”. Pasamos de los momentos más felices de nuestros primeros años a un decaimiento antes de tocar fondo a los 47 y luego recuperamos, volviendo a ser nuevamente felices en las décadas finales de la vida.

Sus estadísticas parten del análisis de lo que ocurre en un total de 148 países –su muestra incluye tanto países desarrollados como en vías de desarrollo y usa como fuente de información datos oficiales, como los Eurobarómetros– y el patrón, asegura, aparece en todos. “El bienestar tiene forma de u en edad”, asegura en las conclusiones de su estudio.

Pero, ¿por qué la edad afecta de este modo a la felicidad o la infelicidad? En otro estudio sobre la cuestión, Blanchflower señala que a la gente de mediana edad les costó ajustarse a los efectos de la crisis económica de hace una década, pero aun así apunta que la curva es bastante universal (y por tanto no está tan conectada con el contexto). Según sus datos, la salud mental es peor en la mediana edad, pero también el sentir dolor o soledad. “Parece que hay una crisis de la mediana edad”, indica en sus conclusiones.

Mujer triste en una ventana.

Mujer triste en una ventana.

Si las cosas cambian después de tocar ese fondo es porque las personas se adaptan, porque asumen que las aspiraciones inalcanzables son eso, inalcanzables, o porque se empieza a valor lo que sí se tiene. Así la u empieza a desarrollar su segunda línea ascendente, porque ganamos en satisfacción ante lo que hemos vivido y el dónde estamos.

¿Una edad más infeliz? 

Al otro lado del teléfono, Manuel Oliva, psicólogo clínico de Center Psicología, puntualiza a EL ESPAÑOL qué es la felicidad y qué no. No entra a valorar las conclusiones del estudio, porque explica que no lo conoce en profundidad, pero sí explica un elemento clave que puede poner en cuestión si hay o no edades más felices e infelices. “La felicidad son momentos, no es un estado”, apunta. Esto es, puedes sentirte feliz con algo que está pasando y luego con otra cosa, pero no se va a convertir en una suerte de estado permanente. ¿Podemos estar felices siempre? “Eso no existe”, recuerda.

De hecho, a Oliva le sorprende que el punto más bajo de esa gráfica esté en los 47 años, porque sentir felicidad está muy conectado con la incertidumbre. “La incertidumbre nos lleva a la anticipación de problemas futuros”, apunta (y sí, no cuesta comprender que pensar en los problemas del mañana no hace que nos sintamos especialmente bien), y los 47 son una edad ya en la que se ha llegado a una cierta estabilidad vital, lo que a su vez conduce a una incertidumbre ante el futuro mucho menor.

Mujer triste junto a un sofá.

Mujer triste junto a un sofá.

Incluso, si pensamos en las famosas crisis de los 40, el psicólogo apunta que su existencia no está tanto vinculada con la edad en sí sino con nuestras expectativas. En resumidas cuentas, no es que cuando soplas las velas de tu tarta de tu 40 cumpleaños se active la crisis porque es lo que toca, sino que más bien todo viene marcado por plantearse qué esperabas haber conseguido o estar haciendo en esos años y cuál es tu realidad.

Aun así, cabe preguntarse si esta necesidad por marcar edades más tristes o felices tiene algo que ver con cómo ser felices se ha convertido en una meta a cumplir cueste lo que cueste. ¿Estamos obsesionados con la felicidad?, preguntamos al psicólogo. “Absolutamente”, reconoce Manuel Oliva, “y es un error. Hemos pasado a quitar de la vida el sufrimiento y el dolor”, añade, recordando que eso es también parte de la existencia humana. Aprenderlo es crucial para enfrentarnos a la vida, algo que cada vez ocurre menos con las generaciones más jóvenes, a las que se protege contra todas esas fuentes de tristeza. “Sufrimos por no sufrir”, resume.

Cómo mejorar nuestra felicidad

Sin perder de vista que la felicidad no es un estado sino una reacción a momentos, sentirse mejor –o al menos intentarlo– parece algo digno de hacer en estos tiempos. Los últimos tres años –primero con la pandemia y luego con la incertidumbre de este arranque de 2022– ha impactado duramente en la sociedad. “El estrés no ha dado tregua”, diagnostica Oliva. El estrés, explica, nos lleva primero a mantenernos en estado de alarma. Si se prolonga, nos empuja a ser resistentes. Pero si sigue y sin trazas de resolución, simplemente nos agota. Estás cansado a todos los niveles.

¿Podemos hacer algo para sentirnos mejor y para aliviar esa presión? Modificar hábitos y maneras de afrontar las cosas sí puede ayudar a aliviar la salud mental. Manuel Oliva recomienda “intentar vivir el presente de la mejor manera posible, vivir lo que el día ofrece” y también reducir el estrés optando por controlar mejor nuestros hábitos y aprendiendo estrategias para reducirlo. Igualmente, este es el momento de “tratar de recuperar actividades de ocio” y de “estrechar el apoyo social y familiar” que durante la pandemia descuidamos, porque ayudarán a amortiguar el estrés en el que vivimos. Así se logrará un respiro y quizás lograremos acercarnos a esa felicidad que tanto buscamos.