La tripulación del Bribón, el velero que patronea Juan Carlos.

La tripulación del Bribón, el velero que patronea Juan Carlos. Arte EE

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La tripulación que ha esperado a Juan Carlos dos años en Sanxenxo: sus 5 campeones del mundo

Todos los tripulantes del Bribón 500 cuentan con un palmarés internacional en deportes náuticos. En junio defenderán el título mundial con el Emérito como patrón.

21 mayo, 2022 04:05
Sanxenxo

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El barco ha sufrido cambios, pero los bribones siguen siendo los mismos. Son la familia que se elige, los amigos cercanos que protegen en la adversidad, que aman de forma incondicional y que disculpan todos los desmanes. Su convivencia se remite a dos escenarios: la mesa donde sirven mariscada y la cubierta de un velero. Así lleva siendo desde hace más de treinta años, cuando Juan Carlos todavía era “Primero” y caminaba sin ayuda de bastón.

En aquellos tiempos la gente todavía canturreaba aquello de que, por el hecho de ser Rey, había ciertas cosas que se podían perdonar. Lo de campechano se usaba como halago, la corte nocturna de rubias y morenas era más un símbolo de estatus que de vergüenza y los deslices fiscales se perdonaban, o se hacía como que no existían. Desde entonces las cosas han cambiado, pero no para ellos. Sobre las tablas del Bribón los tripulantes envejecen, pero en realidad siguen igual. Esperando a su patrón.

Son Pedro Campos, Alberto Viejo, Roi Álvarez, Iñaki Castañer y Jane Abascal. Son las cinco personas que el rey Emérito se iría a una isla desierta, por la amistad y porque, seguro, serían capaces de improvisar una balsa con la que escapar. Junto a ellos, otros tres indispensables para la historia del Bribón: el armador Josep Cusí, el capitán (cuidador) Eduardo Marín y el táctico canadiese Ross McDonald. Estos dos últimos también han acompañado al rey a bordo este fin de semana.

El rey Juan Carlos, junto a la tripulación del Bribón, este viernes en Sanxenxo.

El rey Juan Carlos, junto a la tripulación del Bribón, este viernes en Sanxenxo. Mónica Ferreirós

“Tres gallegos, un malagueño y un cántabro, que casi parece el principio de un chiste”. Así definía Pedro Campos, por teléfono, a la tripulación del velero más famoso de España. Dos años después de tomar la caña por última vez, los bribones son los últimos amigos de Juan Carlos, esos con los que puede camaradear, reír y competir sin que por ello dejen de llamarle “señor”, tratarle de usted y dispensarle un trato especial. Los amigos reales, de la realeza, son así. 

Los gallegos

Aunque al velero le hemos seguido diciendo "el bribón", sin más concreción, en realidad ha habido muchos. Diecisiete, para ser exactos, todos con Josep Cusí como armador. El más moderno es el Bribón 500, el actual, es de clase 6 metros -aunque en realidad tiene 11 metros de eslora-, mucho más pequeño que los anteriores. Como él, ninguno de sus tripulantes es todo lo que parece. Ni siquiera los más conocidos.

Todo el equipo gira en torno a él. Se llama Pedro Campos Calvo-Sotelo, pero el segundo apellido no lo dice demasiado, cosa de ser sobrino de un expresidente del Gobierno. Es el más conocido del grupo dentro y fuera de Sanxenxo, donde es presidente del Náutico y copatrón del Bribón. Su dupla histórica con Juan Carlos, a quien conoció en los 80 con las regatas como punto en común, no ha dejado de estrecharse desde entonces, uno llevando el timón y el otro la táctica. También es su anfitrión cada vez que visita las Rías Baixas.

Individualmente, decir que es una leyenda del deporte es quedarse corto. Ha ganado diecisiete mundiales y es hasta el momento, el único patrón en la historia de la vela mundial en conseguir cinco campeonatos del mundo consecutivos, dos de ellos en el mismo año y en categorías diferentes. Con la excepción de Cusí, es también el mejor amigo de Juan Carlos y el máximo responsable de que cambiara las aguas de Mallorca por las de Galicia.

Juan Carlos I y Pedro Campos, en una foto de 2001.

Juan Carlos I y Pedro Campos, en una foto de 2001. E.E.

Campos es la piedra angular del equipo, el que patronea en ausencia del Emérito y el dominador de la caña del barco. Empresario y presidente del Club Náutico de Sanxenxo, es el principal responsable de que el Bribón cambiara el banderín de Barcelona a Sanxenxo, donde se mantiene en la actualidad. Es, además, el nexo de unión de los gallegos y los demás, alrededor de los que formó el grupo actual. 

Él fue quien se encargó, uno a uno, de ir presentándole a Su Majestad a cada uno de los que luego serían sus tripulantes más fieles. Alberto Viejo, paradójicamente el más joven de la tripulación, recuerda cómo él y su mujer quedaron paralizados cuando Campos los reunió por primera vez. "¿Qué, os vais a quedar ahí parados?", tuvo que animarles Juan Carlos. Desde entonces, este abogado afincado en Vigo lleva más de 20 años compartiendo cubierta con el Emérito.

Viejo es, de hecho, uno de los que no estaba confirmada su asistencia. El pasado mes de enero, mientras entrenaba a bordo de un barco de clase Swan 36 en la Ría de Vigo, resbaló y se quedó enganchado debajo del casco de la embarcación hasta que sus compañeros percibieron su ausencia. Ahora se encuentra bien, recuperado y dispuesto a revalidar el título mundial, su sexto, siempre a la proa del Bribón.

Lo mismo ocurre con el coruñés Roi Álvarez, gerente del Real Club Náutico Sanxenxo y uno de los mejores amigos de Campos. Conoció al Emérito también en el ambiente de las regatas, en los años noventa, antes de que la pareja escalara en la junta directiva del club. Desde entonces ha destacado como piano y trimer de spi en la embarcación, cuidada y mantenida por el también gallego Eduardo Marín. Esto no quiere decir que sean del círculo cercano, pero sí de esas personas a las que confiar la vida en la mar. Que no es poco.

De izquierda a derecha: Alberto Viejo, Roi Álvarez, Ross MacDonald, Pedro Campos y el rey Juan Carlos.

De izquierda a derecha: Alberto Viejo, Roi Álvarez, Ross MacDonald, Pedro Campos y el rey Juan Carlos. E.E.

Los de fuera

Una pareja de socios del Náutico de Sanxenxo llama cariñosamente “los de fuera” a todo el que nace al este del Navia, pero dicen que no discriminan. “No todos tienen la suerte de ser gallegos”, bromea él, cercano a la junta directiva del club. Se refiere, claro, al bribón nueve veces campeón del mundo Iñaki Castañer (Málaga), uno de los encargados de sustituir a Juan Carlos durante su ausencia deportiva en 2021.

Castañer, que ha navegado tanto con el Emérito como con su hija Elena en varias ocasiones, formó parte también de la tripulación del Aifos con el rey Felipe VI como patrón durante la Copa del Rey de Vela en aguas baleares. Toda su vida, de hecho, está dedicada al mar, y trabaja como asesor tanto de amateurs como de deportistas profesionales de la navegación, además de gestor de equipos. En la actualidad es CEO de I. Castañer Yachts Brokerage and Charter y representante de North Sails, marca líder en la fabricación de velas. “Y luego está el cántabro”. 

El rey emérito, en las regatas de Sanxenxo en septiembre de hace tres años.

El rey emérito, en las regatas de Sanxenxo en septiembre de hace tres años. Gtres

En un equipo tan cargado de talento no podía faltar una de las figuras más reconocidas de la navegación en España. “El cántabro”, claro, no podía ser otro que Jane Abascal, el hombre que consiguió el primer oro olímpico para la vela y el deporte español. Fue durante los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, y desde entonces ha dedicado toda su vida a la Federación Español, tutelando a prácticamente todos los campeones que han salido de sus filas.

“Ninguno está hecho un mozo, pero en su clase son los mejores”, comparte un veterano regatista sobre la tripulación del Bribón 500 y compañía. Hace hincapié, precisamente, en Campos y el intermitente Ross McDonaldel canadiense, "que son unos cracks". Si algo tienen en común todos ellos, además de su afición por la mal y la vela, es por lo que se han ganado la confianza del Emérito: ser discretos y no hablar de lo que sucede ni dentro ni fuera del barco, al menos cuando Juan Carlos está a bordo.

Porque Sanxenxo, sea sobre las tablas o sobre las piedras, huele a monarquía. Hay quien dice que hasta el Emérito se quiere empadronar ahí, cosa difícil dado que vive en Abu Dabi y, cuando va, siempre se queda en casa de Pedro Campos. A Macarena Olona no le salió bien. Sea como fuere, la Ría de Pontevedra es su hogar de adopción, su refugio entre amigos. El único lugar en el mundo donde no quedan monárquicos, sólo juancarlistas.