Personal artístico del teatro Lara.

Personal artístico del teatro Lara. LUCÍA ROMERO

Reportajes

La reforma laboral de Díaz no cambia la vida de Rocío o Marga, artistas a la espera de su estatuto

Desde finales de marzo, un decreto-ley reconoce como artístico el trabajo de técnicos y auxiliares.

4 abril, 2022 01:59

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En la llamada Ciudad de la Imagen, a las afueras de Madrid, el vestíbulo de una productora recuerda al de cualquier otro centro de trabajo. Podría pasar por el recibidor de un hospital. Salvo que el trajín no llega envuelto en batas blancas, sino que es de todos los colores. Hay actores que cruzan la sala vestidos de época y regidores que, enfundados en negro, llevan un micrófono pegado a la oreja. En los corchos, a la vista de quien pase por allí, están los horarios y los planes de rodaje. Un cartel proclama en letras mayúsculas que habrá vacaciones por Semana Santa. Y otro justo al lado, firmado por la CNT, reza: “¡Respeto! Soy figurante, soy compañero”.

Entre esos figurantes está Sergio, que trabaja unas dos jornadas a la semana. Siempre le llaman de un día para otro. Descuelga el teléfono por la tarde y, como cuenta, madruga mucho a la mañana siguiente: “El horario nunca se cumple, así que nunca sé cuándo llegaré de vuelta a casa. Si toca rodaje, doy el día entero por perdido”. Así, desde hace diez años. Muchas veces, le toca vestirse para la cámara con su propia ropa, si le dan indicaciones de cómo debe ser esta. En los meses buenos cobra 700 €. En los malos, menos de la mitad. Aunque parte de su gremio celebra el futuro Estatuto del Artista, del que el Gobierno ya ha aprobado algunos tramos, para él este texto resulta problemático. Hasta este mismo viernes, la retención del IRPF para los figurantes era solo del 2%. Al equiparar su trabajo con el de otros artistas, esa cantidad ha subido al 15%. En un oficio donde reina la precariedad, no es plato de gusto perder de vista ese dinero, aunque sea hasta la próxima declaración de la renta.

Ahora mismo, y a grandes rasgos, el trabajo de los artistas en España aún se rige por una norma de 1985. Por ello, tanto el Ejecutivo como los grupos parlamentarios llevan desde 2018 trabajando en un documento nuevo. Será ese Estatuto del Artista, al que podría quedarle un año de recorrido, y que aún anda a saltos entre el Ejecutivo, las Cortes y las asociaciones profesionales.

Un nuevo futuro

Con todo, un real decreto-ley aprobado el pasado 22 de marzo ya ha asentado algunas de sus medidas principales. Gracias a él, se ha creado un nuevo contrato laboral artístico. Este deberá justificar claramente los motivos por los que, cuando toque, la contratación se realice de forma temporal y no indefinida. Si el Estado detecta que se han encadenado contratos efímeros, o que se ha cometido cualquier fraude, el empleado pasará a ser fijo.

En aquellos casos donde la contratación no sea puntual, pero sí por temporadas, el trabajador deberá ser reconocido como indefinido o fijo discontinuo: un contrato muy habitual en los empleos asociados a una estación del año, como el que tendría el socorrista de una piscina. Por primera vez, este es un paraguas bajo el que cabrán técnicos y auxiliares, y también quienes creen contenidos fuera de los escenarios y en las nuevas tecnologías. Las indemnizaciones al final de un contrato suben de siete a 12 días. Son normas que entraron en vigor el 1 de abril y que están dirigidas a los trabajadores del espectáculo y el audiovisual.

El decreto-ley también prevé condiciones especiales para los autónomos que ganen menos de 3.000 € al año. Por último, cuando el Gobierno acabe el Estatuto del Artista al completo, este también atenderá a compositores, escritores, traductores y otros oficios creativos. Una de sus medidas estrella será permitir que los autores mayores, y que cobran una pensión por jubilación, no deban renunciar a ella si quieren seguir percibiendo derechos de autor o creando obra nueva. Pero eso aún tendrá que esperar.

Marga, regidora en un gran teatro público, lleva unos seis años alternando varios tipos de contrato. Con la llegada de la reforma laboral, el pasado diciembre, algunos de sus empleadores le dijeron que quizá tendrían que dejar de contar con ella. Ya había encadenado demasiados contratos temporales y, además, este mismo 31 de marzo desaparecía la contratación por obra y servicio. O la hacían fija, o a la calle. Y la calle parecía más probable.

Ahora, gracias al nuevo contrato artístico que ha aprobado el Gobierno, y que ha entrado en vigor solo un día después, las productoras podrán volver a hacer lo que la reforma laboral se estaba llevando: la podrán contratar puntualmente. “Este decreto nos ha salvado del desempleo. Pero, a la vez, deja la puerta abierta a los trabajos eventuales, lo que hace es condenarnos a la temporalidad. Yo he tenido contratos de un día o dos”, reflexiona Marga. Ella sueña con un puesto de carácter indefinido, claro. O que se reconozca su antigüedad, si en algún momento salen oposiciones y plazas en alguno de los teatros públicos en los que ha trabajado.

El personal técnico del Teatro Lara, en plena faena.

El personal técnico del Teatro Lara, en plena faena. LUCÍA ROMERO

La letra pequeña

¿Y qué ocurre al otro lado, el de las compañías? Para Fernando, bailaor y autor de sus propias piezas de flamenco, el decreto-ley no cambia mucho las cosas. Él delega todas las contrataciones en una gestora. Esta empresa gestiona los ingresos de sus espectáculos y paga a todos los miembros de su equipo. Incluido él, como director. De esta forma, ha logrado contratarse a sí mismo y a sus compañeros sin grandes dolores de cabeza: “Es la solución a la que acudimos las compañías independientes y que no ganamos mucho, pero nos negamos a cobrar o pagar en negro”. Él apenas ganó 400 € con su último espectáculo.

El contrato de Rocío, técnica de maquinaria sobre las tablas, solo dura hasta finales de abril. Está afiliada a un sindicato y se ha leído el decreto-ley hasta la letra más pequeña: “Esta norma dice que se podrán hacer prórrogas a los contratos temporales, pero no por cuánto tiempo. Por tanto, ¿no están ayudando a las empresas a esquivar los contratos fijos? Y algunas prestaciones crecen en algunos casos, pero la indemnización más alta que nos llegarán a dar, siempre que vengamos de trabajar al menos 18 meses, será de 20 días por año trabajado. ¿Por qué no pueden ser 33 días, como ocurre con cualquier otro empleado?”.

Hay algo, eso sí, que ella celebra de la nueva norma. El decreto-ley concede a técnicos y auxiliares las condiciones de cotización a la seguridad social, algo más ventajosas, que hasta ahora solo tenían quienes actuaban frente a la cámara o sobre las tablas. Al tratarse de un gremio con una alta temporalidad, se les permite elegir entre dos opciones. La primera es cotizar en base a los días trabajados, y que por cada jornada laboral se compute un día cotizado. La otra opción, ya que en los contratos muy breves los salarios suelen ser algo más altos, al menos en relación con la hora trabajada, es cotizar en base al salario percibido, y que de una jornada de trabajo puedan salir varios días cotizados a la seguridad social.

LUCÍA ROMERO

Aunque el Ministerio de Cultura publicó hace unas semanas un informe sobre nuestra industria cultural y sobre los hábitos del consumo en cultura de los españoles, no parece haber dedicado uno a la temporalidad en el gremio del espectáculo. Y de vuelta en el doliente mundo de la figuración, frente al vaivén de trajes de colores, Juan Javier lamenta: “Hay meses en los que no he trabajado absolutamente nada. Si ruedas mucho durante unos días y se te ha visto demasiado en pantalla, la productora te aparta un tiempo para que el espectador no lo note”.

Como cuenta, hasta ahora su oficio ni siquiera figuraba en las leyes, así que quedaba a merced de los jueces si los figurantes eran artistas o auxiliares. A él le gustaría que el futuro Estatuto del Artista concretara algunos puntos que este decreto-ley ha dejado en el aire. Como un plus por rodar de noche, por ejemplo. A veces, las jornadas son de siete de la tarde a siete de la mañana.

Tras preguntar al Ministerio de Trabajo por qué han aumentado las retenciones para el colectivo de la figuración, tan vulnerable, este nos recuerda que el grueso del estatuto aún se está redactando, y que el decreto-ley busca tratar de forma más equitativa a los distintos trabajadores de las artes escénicas y el espectáculo. El ministerio no admite, en ningún caso, que esta norma venga a tapar los huecos dejados por la reforma laboral aprobada en diciembre.

Muchos figurantes, apuntan ellos mismos, llegaron al gremio tras la crisis de 2008. Durante esta otra crisis, la del Covid, ha habido etapas en las que estos han tenido que tirar de su tiempo libre para hacerse una PCR. O han madrugado y pasado frío en la calle, esperando en fila para la prueba de antígenos que les ofrecía la productora. Si daban positivo, les tocaba volver a casa y sin cobrar esa jornada.

El personal técnico del Teatro Lara, en plena faena.

El personal técnico del Teatro Lara, en plena faena. LUCÍA ROMERO

“Este oficio es duro hasta cuando no lo estamos ejerciendo. Siempre estamos pendientes del teléfono. Si nos escriben buscando gente y no respondemos al momento, perdemos ese trabajo y hasta la próxima”, reflexiona Payal.

Según la figurante, la equiparación que propone este decreto-ley no resolverá las brechas más concretas: “Grabamos en invierno lo que, en principio, parecerá verano. Así que estamos en tirantes, esperando durante horas un rodaje que quizá nunca llegue, en plena calle y de noche. Pasamos mucho frío. Mientras, los actores sí cuentan con una carpa para entrar en calor. El trato no siempre es bueno. Escuchamos comentarios hirientes, de menosprecio a nuestra labor. Ojalá la ley reconociera lo duro de este trabajo”. Respeto, pedían aquellos carteles.