Pescadores faenando en una imagen de archivo.

Pescadores faenando en una imagen de archivo.

Reportajes ACUERDO EN BRUSELAS

José y los más de 20.000 pescadores en peligro por el acuerdo de la UE sobre la pesca: "Nos ahogan"

El Gobierno ha aceptado la limitación de la pesca de la merluza un 8% en el Atlántico y la reducción de jornadas de faena en el Mediterráneo.

16 diciembre, 2021 06:03

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José Antonio Pérez Sieira tiene 59 años y lleva desde los 15 en un barco de pesca. Es el patrón mayor de la Cofradía de San Pedro de Ribeira (La Coruña), donde amarran 450 barcos pesqueros. Los más grandes van hasta el banco del Gran Sol frente a Irlanda donde pasan semanas faenando. Pero la mayoría de ellos son palangreros que salen a capturar merluza en las aguas españolas del Cantábrico y que, tras salir a pescar de sol a sol, traen este preciado pescado a las lonjas gallegas.

Es en el Cantábrico y en la zona que abarca desde Finisterre hasta el Golfo de Cádiz donde el Consejo de Pesca de la Unión Europea (UE) ha limitado, con vistas a 2022, las capturas de esta especie de pescado un 8%. "Es un desastre absoluto", advierte Pérez, en conversación con EL ESPAÑOL. El acuerdo se alcanzó el pasado martes con el visto bueno del ministro Luis Planas e incluye una disminución del 5% de capturas de lenguado, el mantenimiento de la cuota del abadejo y la subida de la del jurel un 11,6 % en los mismos caladeros.

Para Pérez no supone ninguna sorpresa una situación que se produce año tras año en el mes de diciembre, cuando Bruselas fija los cupos de pesca de cada uno de los países miembros. Las cuotas de merluza han bajado sostenidamente en los últimos años y en porcentajes parecidos al que se impone para el 2022. "Cada año desguazamos más barcos, la flota cada vez va a menos porque no nos dejan pescar", se queja Pérez, que también preside la Federación Gallega de Cofradías de Pescadores.

José Antonio Pérez, pescador y presidente de la Federación Gallega de Cofradías

José Antonio Pérez, pescador y presidente de la Federación Gallega de Cofradías Cedida

Bajo el paraguas de esta organización operan 4.000 barcos en la mayor región pesquera de Europa, Galicia, y dependen decenas de miles de empleos directos e indirectos que cada vez están en mayor peligro como consecuencia de las directrices comunitarias. "Hay que pagar el gasóleo y el mantenimiento de los barcos, los salarios, que no son fijos, sino que dependen de lo que se pesca... Con suerte, un día traemos a puerto 300 kilos de merluza pero, si el precio está a 2,5 euros, de poco sirve. Y encima nos dicen que tenemos que pescar menos. No podemos sobrevivir. Nos están ahogando", protesta Pérez.

El pescador gallego señala que el "Gobierno es muy conformista". En sus palabras, España se resigna a aceptar la reducción de cupos año tras año porque el planteamiento inicial de la UE es siempre una disminución del doble de la que se termina imponiendo. De hecho, la propuesta de Bruselas para la merluza este año era bajar el cupo un 18,5%, por lo que, según Pérez, que se reduzca un 8% se ve incluso como una "victoria".

Preocupación en el Mediterráneo

Si la situación es dañina para las flotas pesqueras del Norte y del Golfo de Cádiz, en el Mediterráneo, el aldabonazo del Consejo de Pesca europeo es aún mayor. Allí no se imponen cupos para especies, sino algo mucho peor: la limitación de jornadas en las que se puede faenar. Así, el acuerdo firmado el martes incluye una reducción anual de los días de pesca en el Mediterráneo de un 8%. Es algo a lo que el Gobierno sí se opuso, pero este no consiguió reunir a una minoría suficiente de países para evitar que el acuerdo prosperase.

En Vilanova i la Geltrú, el primer puerto en capturas de Cataluña solo por detrás de Barcelona, con 3.401,4 toneladas de pescado anuales, la situación es crítica. Jaume Carnicer, pescador desde los 16 años y patrón mayor de la Cofradía de Vilanova augura que al oficio de la pesca en una localidad de tradición milenaria como la suya le quedan dos años.

"No es una intuición. Hemos hecho estudios en los que contabilizamos los costes y, con las medidas que están tomando, nos quedan dos años de oficio. Si pudiéramos desguazar barcos, aquí desaparecían dos tercios de la flota. Habría pescadores de 50 años que dedicarían sus últimos años laborales a otra cosa", dice Carner en conversación telefónica con este periódico.

Pescadores como él están saliendo a faenar una media entre 170 y 175 días al año. El plan plurianual de Bruselas que arrancó en 2020 pretende terminar en 2024. Para entonces, al ritmo de los porcentajes de reducción que se aplican desde el año pasado, los días de faena pueden quedar reducidos a 160. Cuando arrancó el plan plurianual, de 2019 a 2020, la media estaba entre los 210 y los 190 días. "¿A qué empresa le dicen qué días puede trabajar y qué días no?", protesta Carner.

Jaume Carner, patrón principal de Vilanova i la Geltrú

Jaume Carner, patrón principal de Vilanova i la Geltrú Garraf News Media

El primer año, la reducción de jornadas fue de un 10%, el segundo de un 7,5% y para 2022 será del 6%, aunque Carner explica que es realmente de un 8%. "El 6% es una bonificación si los arrastreros cambian el tipo de redes que usan y si se ajustan a los nuevos requisitos, los cuales cambian todos los años", dice. Todos los porcentajes son acumulativos, es decir, que aplican sobre las primeras cifras definidas al inicio del plan plurianual, no sobre las del año anterior. 

Para Carner, en definitiva, los cupos, la limitación de las jornadas o los requisitos técnicos son trabas que se amontonan para impedir el ejercicio de su oficio. "Nos quieren extinguir pero, en lugar de hacerlo directamente, lo alargan unos años para que no sea tan doloroso", añade.

Al igual que Pérez en Galicia, se queja de que no le salen los números. "Cobramos a la vieja usanza, por lo que pescamos. Si hay días que nos impiden pescar, no se cobra. Si, además, te exigen una formación de seis u ocho meses antes de embarcarte en un pesquero, si, además, le sumas que es un trabajo duro y peligroso, te das cuenta de que no hay relevo generacional. Esto se acaba", lamenta el pescador.

En el caladero mediterráneo español, donde la mayoría de actividad pecuaria la concentran pescadores artesanales y pequeñas empresas familiares, operan 580 barcos. En total, entre hombres en el mar, lonjas, cámaras frigoríficas y transporte, hay 17.000 empleos que están en peligro de desaparecer, según denuncian las cofradías.

Pescadores en extinción

La intención de la Comisión Europea detrás del control de la pesca es mantener la explotación sostenible de las especies en los caladeros del continente. Es decir, que la actividad pesquera no agote los recursos hasta un punto de no retorno en el que las especies no se puedan regenerar por sí mismas. Para determinar el número de días que se aconseja pescar o los cupos para cada especie, diferentes organismos científicos elaboran informes sobre los cuales decide posteriormente la Comisión.

Sin embargo, los porcentajes de este año se han aplicado sin informes científicos que hayan evaluado las medidas tomadas hasta ahora, y tras un periodo excepcional por la pandemia donde el sector pesquero no ha operado con normalidad. Es de lo que protesta Javier Garay, presidente de la Confederación Española de Pesca (CEPESCA), que atiende a EL ESPAÑOL regresando de Bruselas.

Pescadores cuelgan carteles de protesta en sus barcos.

Pescadores cuelgan carteles de protesta en sus barcos. EFE

"Solo pedimos que se mantengan los porcentajes y los cupos hasta que afloren nuevos estudios científicos", dice Garay. Sin embargo, la raíz del problema parece ser política. El responsable europeo de pesca, Virginijus Sinkevicius, tiene una agenda ecologista en la línea general de la presidenta Ursula von der Leyen y el vicepresidente Frans Timmermmans, según denuncia el presidente de CEPESCA.

Desde Garay hasta pescadores como Carner o Pérez están de acuerdo con que los recursos tienen que ser sostenibles. Son los primeros interesados: "Es nuestro modo de vida, cómo no vamos a querer que no haya pescado en el mar", dice Carner. El hombre explica que ellos mismos se han autorregulado durante años: han decidido dejar de pescar algunas temporadas, han salvaguardado algunas zonas... "Pero luego, viene Europa y lo echa todo por los aires", lamenta el marinero.