Tomás Gimeno junto a su hija Anna, de un año.

Tomás Gimeno junto a su hija Anna, de un año. E.E.

Reportajes

La Guardia Civil paró a Tomás cuando Beatriz ya había ido al cuartel a avisar de la desaparición

La Benemérita ya tenía constancia de la desaparición cuando se topo con el presunto asesino, después de que arrojara a las niñas al mar. 

14 junio, 2021 02:10

Noticias relacionadas

Noche del 27 de abril de este año. 23:15 horas. Tomás Gimeno regresa a la Marina de Santa Cruz de Tenerife en su lancha tras, presuntamente, arrojar a sus hijas, Anna y Olivia, al mar. El filicida vuelve porque necesita cargar su teléfono móvil. El barco es pequeño, de seis metros de eslora, y con un pequeño camarote en la proa. Llegando al punto de amarre tiene un encuentro inesperado: se topa con una embarcación del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Tenerife.

Los agentes le dan el alto y le ordenan que atraque su barco. Una vez allí, proceden a sancionarle por incumplir el toque de queda, que por aquellas fechas seguía vigente. La Benemérita le pide la documentación a Gimeno, que necesita ir al coche a por ella. El trámite procede con total normalidad. El presunto asesino de sus hijas les dice a los agentes que va a dormir en la embarcación.

45 minutos antes de este episodio, Beatriz Zimmerman, madre de las niñas y expareja de Gimeno, había hablado con él por teléfono desde el cuartel de la Guardia Civil, después de que Tomás le dijera que no volvería a ver a sus hijas. Es más, hasta un agente habló con Tomás, para disuadirle de hacer ninguna locura.

El cuerpo armado ya tenía constancia de la desaparición de Anna y Olivia y, sin embargo, los agentes que se toparon con Gimeno en su barco se limitaron a multarle por incumplir el toque de queda y no por secuestrar a sus hijas. ¿Fallo de comunicación dentro de la Guardia Civil? La Benemérita asegura que la denuncia oficial no estaba interpuesta cuando se toparon con Gimeno, pese a que hay una diferencia de 45 minutos entre el aviso de Beatriz y el encontronazo de las dos embarcaciones.

Este es uno de los muchos detalles del suceso que se extraen del auto publicado este sábado por el Jugado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar (Santa Cruz de Tenerife), que relata paso a paso como Tomás Gimeno planeó y llevó metículosamente a cabo el asesinato de sus hijas.

Las pequeñas Anna y Olivia, presuntamente asesinadas por su padre, Tomás Gimeno.

Las pequeñas Anna y Olivia, presuntamente asesinadas por su padre, Tomás Gimeno. E.E.

El cuerpo de la mayor de ellas, Olivia, de seis años, fue hallado el pasado jueves en el interior de una bolsa de deporte a 1.000 metros de profundidad. El hallazgo se produjo a tres millas náuticas de la costa, dentro de la zona de búsqueda delimitada por la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Santa Cruz de Tenerife de la Guardia Civil, entre el Puertito de Güímar y Santa Cruz de Tenerife.

La autopsia ha demostrado que Olivia murió a causa de un edema agudo de pulmón, según las primeras conclusiones del Instituto Anatómico de Tenerife. Esto se produce cuando hay una acumulación anormal de líquido en los pulmones. Es decir, que según las primeras conclusiones, la pequeña de seis años murió ahogada. Pero ese encharcamiento también pudo producirse por otras causas, como una sobredosis de ansiolíticos.

De hecho, la juez que instruye el caso, considera muy probable que Tomás matara a las niñas antes de arrojarlas al mar. Lo hizo, según el citado auto, entre las 20 y las 21:05 horas en su finca de Igueste de Candelaria. Aún quedan pendientes los análisis toxicológicos, biológicos e histopatológicos del cuerpo de Olivia, que determinarán lo que le produjo el edema pulmonar.

Probar la lancha

Como ya se ha contado, aquella tarde del 27 de abril, Tomás acordó con su expareja pasar la tarde con sus dos hijas, de 17:00 a 21:00 horas. La pareja estaba separada pero todavía no había formalizado el régimen de visitas o de custodia de las niñas. Todo era de mutuo acuerdo.

Gimeno llegó a las 17 horas a la casa de Beatriz en Radazul y recogió a Anna. Después hizo lo propio con Olivia en la guardería. El hombre dejó a la mejor de ellas en casa de sus padres y a la mayor, en clases de tenis. A continuación se dirigió al puerto para probar su lancha y dejar atados los cabos de su plan. El motor arrancaba perfectamente. Todo iba según lo planeado. Recogida Olivia en las clases de tenis, se dirigió con ella a casa de sus padres. Donde estuvo con las niñas hasta las 19:26.

Tomás Gimeno y sus hijas Anna y Olivia.

Tomás Gimeno y sus hijas Anna y Olivia. E.E.

A las 19:47 llegó a su finca en Igueste de Candelaria. Tres minutos después fue el último instante en que se supo nada de las niñas. La misma niña mandó un mensaje de voz al móvil de su madre desde el de su padre. Y no se supo nada más de ella hasta el hallazgo el pasado jueves de su cuerpo sin vida.

Entre las 20 y 21:05 horas Tomás sedó a sus hijas con medicamentos y las asfixió con toallas, según el auto. Después depositó los cuerpos en sendas bolsas de basura y, estas, en bolsas de deporte. Las cargó en su Audi A3 blanco y abandonó la casa.

Una útima parada

Antes de ir al puerto, Tomás se dirigió a casa de sus padres con sus hijas en el maletero. Allí dejó, a escondidas, a su perro Oto, dos tarjetas de crédito con las respectivas claves y las llaves de otro coche de su propiedad: un Alfa Romeo Giulia.

Allí habló de nuevo con Beatriz, que había acudido al domicilio de su expareja a buscar unos cuadros y a sus hijas, pero se encontró que no había nadie en la casa. Tomás le respondió, con total frialdad, que iban a comer algo y que las llevaría más tarde a su casa.

El hombre llegó a las 21:27 al puerto deportivo Marina Santa Cruz. A las 21:51, Tomás reveló sus intenciones a su expareja: le dijo que no volvería a ver a sus hijas. Beatriz corrió a avisar a la Guardia Civil. Las llamadas se repitieron en los mismo términos, ya estando Beatriz en el cuartel, a las 22:30 y 22:40.

Para aquella hora ya era, con toda probabilidad, tarde. La jueza sitúa en torno a las 22:30 la hora en que Tomás Gimeno arrojó a sus hijas al mar. Su móvil dejó de dar señal a las 22:44. Se quedó sin batería, por lo que volvió a puerto. En su camino se topó con la Guardia Civil y, para su sorpresa, no fue detenido.