Las pequeñas Anna y Olivia Gimeno, desaparecidas el pasado 27 de abril en Canarias.

Las pequeñas Anna y Olivia Gimeno, desaparecidas el pasado 27 de abril en Canarias. E.E.

Reportajes

La jueza cree que Tomás mató a Anna y Olivia en su casa antes de llevarlas al barco y arrojarlas al mar

Olivia Gimeno murió a causa de un edema agudo de pulmón, según las primeras conclusiones de la autopsia practicada este viernes.

12 junio, 2021 14:47
Rafa Martí Jaime Susanna

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La jueza que instruye el caso de la muerte de Olivia y Anna Gimeno considera probable que las niñas estuvieran ya muertas cuando Tomás Gimeno las arrojó al mar, según el auto publicado este sábado por el Jugado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar (Santa Cruz de Tenerife). El escrito afirma que Gimeno "presuntamente" les dio muerte en su casa y se las llevó dentro de sendas bolsas de deporte a su barco, desde donde, después, las arrojó al mar. 

La autopsia ha demostrado que Olivia murió a causa de un edema agudo de pulmón, según las primeras conclusiones del Instituto Anatómico de Tenerife. Esto se produce cuando hay una acumulación anormal de líquido en los pulmones. Es decir, que según las primeras conclusiones, la pequeña de seis años murió ahogada. Pero ese encharcamiento también pudo producirse por otras causas, como una sobredosis de ansiolíticos, lo que explicaría la hipótesis que baraja el juzgado.

Aún quedan pendientes los análisis toxicológicos, biológicos e histopatológicos, que determinarán si la menor fue sedada antes de ser arrojada al mar, según ha informado en Tribunal Superior de Justicia de Canarias. 

El cuerpo de la niña fue hallado este jueves a 1.000 metros de profundidad en el mar tinerfeño, tras su desaparición el pasado 27 de abril. Tomás Gimeno, padre de Anna y Olivia, arrojó al mar a las pequeñas metidas en dos bolsas de deporte atadas al ancla de su lancha, según la hipótesis pricipal que baraja la Guardia Civil. 

El hallazgo se produjo a tres millas náuticas de la costa, dentro de la zona de búsqueda delimitada por la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Santa Cruz de Tenerife de la Guardia Civil, entre el Puertito de Güímar y Santa Cruz de Tenerife.

En esa misma zona se encontró en los primeros días de la búsqueda la lancha a la deriva del padre con restos de sangre. Este había zarpado del puerto deportivo Marina Tenerife, a pocos kilómetros de la capital isleña.

Los servicios de búsqueda encontraron en cuerpo sin vida de la pequeña Olivia, de seis años de edad, en el interior de una de las bolsas. La otra bolsa estaba vacía y todas las sospechas apuntan a que ahí estaba Anna, de un año, aunque todavía no hay rastro de ella.

El hallazgo se produjo después de una batida del robot submarino desplegado desde el buque Ángeles Alvariño del Instituto Español de Oceanografía a lo largo del jueves. Una vez encontradas las bolsas, el cuerpo de Olivia Gimeno fue trasladado a tierra firme, donde llegó al Instituto Anatómico Forense de Tenerife, en la Laguna alrededor de las 18 horas.

La autopsia terminó este viernes a las 15 horas aproximadamente. La autoridad judicial asegura que aún no tiene el informe por escrito y que "no se facilitará ningún dato hasta que dicho informe" esté en su poder.

Un plan muy cuidado

Las bolsas halladas por la Guardia Civil amarradas al ancla en el fondo marino respaldan la hipótesis de que Tomás Gimeno, de 37 años, se fugó con las niñas en su embarcación y, a poca distancia de la costa, las arrojó al mar atadas al ancla. Esta posibilidad había crecido desde el martes, cuando el sónar del mismo barco oceanográfico encontró a la misma profundidad desde la superfície -1.000 metros- un edredón y una botella de oxígeno pertenecientes a Gimeno.

El cuerpo de Olivia ha aparecido después de que la Guardia Civil sopesase la hipótesis de que el padre se hubiese lastrado también al fondo del mar atado a un peso de plomo de ocho kilos. Estas fueron las primeras conclusiones de criminalística tras encontrar los objetos de Gimeno. Sin embargo, esto no deja de ser una hipótesis ya que todavía no hay rastro de Tomás ni de la menor de sus hijas, Anna, de solo un año.  

Todo indica que Tomás tenía perfectamente planeado el secuestro y posterior asesinato de sus hijas. El 27 de abril las recogió en casa de su madre, Beatriz Zimmerman, con la promesa de que las devolvería a la hora de la cena. Nunca llegaron. En la última conversación que mantuvo la expareja él fue muy claro: “No vas a volver a ver a las niñas jamás. Tampoco a mí. Yo me haré cargo de ellas para que estén bien cuidadas”.