El lugar de los hechos en la urbanización Can Gordey de La Bisbal del Panadés (Tarragona).

El lugar de los hechos en la urbanización Can Gordey de La Bisbal del Panadés (Tarragona). Google Maps

Reportajes

“Ha sido él”: la mujer quemada en Tarragona, como Ana Orantes, señaló a su pareja antes de morir

Los Mossos han detenido este lunes a un hombre de 37 años en La Bisbal del Penedès acusado del homicidio de una mujer de 50. 

27 abril, 2021 14:54

Noticias relacionadas

Los Mossos han detenido este lunes a un hombre de 37 años en La Bisbal del Penedès (Tarragona) acusado del homicidio de una mujer de 50. Al parecer, el detenido prendió fuego a su pareja. Todo hace indicar que estamos ante un nuevo caso de violencia machista que ha terminado en asesinato. 

El hombre llamó a Emergencias asegurando que se trataba de un intento de suicidio, pero cuando los servicios de emergencias llegaron, la mujer señaló a su pareja como el responsable de los hechos. “¡Ha sido él!”, clamó la mujer en presencia de agentes y sanitarios.

La víctima fue trasladada en un helicóptero medicalizado hasta el hospital Vall d'Hebrón de Barcelona, donde terminó falleciendo por sus graves quemaduras. De confirmarse que el hombre asesinó a la mujer, sería el noveno asesinato machista en España en lo que va de año, y el segundo en Cataluña tras la muerte de Jordina M.P. en Manresa (Barcelona). Este suceso recuerda peligrosamente al famoso asesinato de Ana Orantes, que fue quemada por su exmarido en diciembre de 1997.

Según ha informado la Policía de la Generalitat, los hechos se produjeron sobre las cinco de la tarde de este lunes, momento en que los Mossos fueron requeridos para dirigirse a una casa ubicada en el número 52 de la calle de Foix, en la urbanización Can Gordey de La Bisbal del Panadés.

Se trata de una urbanización de chalés donde predominan las segundas residencias. La casa donde han ocurrido los hechos pertenece a los padres de la víctima, según han declarado varios vecinos al periódico El Caso. Ni víctima ni presunto asesino estaban empadronados ahí.

Al llegar al lugar, los agentes localizaron a la víctima en estado crítico, pero aún con vida, y a su pareja, que permanecía en la casa, con lesiones leves. Fuentes cercanas al caso, que se encuentra bajo secreto de sumario, han indicado a Efe que habría sido el propio hombre quien alertó a los servicios de emergencia de las quemaduras que sufría la mujer, alegando un posible intento de suicidio.

El hombre, que tenía lesiones leves también por quemaduras, fue trasladado al hospital de El Vendrell (Tarragona) y se encuentra ya en los calabozos de la comisaría de la policía catalana en esta localidad. Los Mossos prevén, dada la gravedad del delito, que se agote el plazo de 72 horas para que el detenido pase a disposición del juez, acusado inicialmente de homicidio.

El caso de Ana Orantes

El caso recuerda peligrosamente al asesinato de Ana Orantes por parte de su marido, José Parejo, que también la quemó viva. Ocurrió en diciembre de 1997 en Cúllar Vega (Granada) y marcó un antes y un después en los casos de violencia machista. Faltaban todavía seis años, en 2003, para que se empezaran a contabilizar de forma oficial los asesinatos de mujeres (e hijos) a manos de sus parejas o exparejas.

Las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas desde entonces son 1085 (a falta de que se confirme este último caso), pero antes hubo muchas, como Ana, que no llegaron a figurar en esta trágica estadística que no para de crecer lentamente.

Ana Orantes en su paso por la televisión andaluza, donde contó su maltrato 13 días antes de ser asesinada.

Ana Orantes en su paso por la televisión andaluza, donde contó su maltrato 13 días antes de ser asesinada.

El caso de Ana Orantes fue especialmente notorio porque antes de ser asesinada por su exmarido, contó su maltrato en el programa de televisión De tarde en tarde, emitido por Canal Sur. Durante más de media hora, la mujer expuso el infierno que había vivido durante años, dando un paso adelante cuando no era habitual que las mujeres denunciaran maltrato doméstico.

“Tenía once hijos, no tenía donde irme, porque yo no podía irme con mis padres ni con nadie. Yo tenía que aguantarlo, que aguantar que me diera palizas sobre palizas, ¡palizas sobre palizas!, un día sí, otro no y en el del medio. Que me dijera todo lo que él quería”, contó Ana, para estupor de los espectadores. “Yo le tenía pánico, yo le tenía miedo, yo lo tenía horror”.

Las palabras de Ana no dejaron indiferente a nadie. La nueva novia de su exmarido rompió con él y desató la ira del hombre. Varios testigos contaron a la Guardia Civil que Parejo prometió vengarse. La víctima temió por su vida en sus últimos días. El desenlace es de sobra conocido, el peor posible.

Por la espalda

En la tarde del miércoles 17 de diciembre de 1997, solo 13 días después de que se retransmitiera la entrevista, José Parejo asesinó a su exmujer. El hombre la esperó en las puertas de su domicilio con un bidón de gasolina. Cuando llegó, se aproximó sigilosamente por la espalda de Ana y la roció con gasolina. Acto seguido, le prendió fuego con un mechero. Parejo vio fríamente arder a su mujer hasta que se aseguró que había muerto.

José Parejo, el asesino de su exmujer, Ana Orantes.

José Parejo, el asesino de su exmujer, Ana Orantes.

Fue una de las nietas de ambos, de unos 12 años, quien se encontró el cadáver de su abuela todavía carbonizándose. Esta avisó a los vecinos, que llamaron a la Policía. Nada se pudo hacer ya por su vida. Tenía 60 años. Por su parte, José Parejo se entregó un par de horas más tarde en un cuartel de la Guardia Civil.

En diciembre de 1998, un año después del suceso, la Audiencia Provincial de Granada condenó a José Parejo a 17 años de cárcel y el pago de una indemnización de 30 millones de pesetas (unos 180.000 euros) a sus hijos.

El asesino nunca volvería a pisar la calle. En noviembre de 2004 sufrió un infarto en la cárcel de Albolote (Granada) y murió a las pocas horas en el Hospital Ruiz de Alda de Granada. Tenía 69 años. Su cuerpo fue incinerado y ninguno de sus ocho hijos acudió a su entierro. De hecho, tres de ellos se cambiaron el primer apellido para no llevar el de su padre.