La residencia Nuestra Señora de la Caridad, en Illescas (Toledo)

La residencia Nuestra Señora de la Caridad, en Illescas (Toledo) Jaime Susanna

Reportajes

La residencia de los horrores de Illescas, con 92 de 130 infectados de Covid: el origen del brote

El coronavirus que se ha cobrado 24.957 vidas en los asilos de España, un 49% del total de fallecidos desde el inicio de la pandemia.

5 enero, 2021 02:06

Petra cumplió 94 años este domingo. Ni sus seis hijos, ni sus 13 nietos, ni sus cuatro bisnietos pudieron felicitarla en persona. La mujer está contagiada de Covid-19 en su residencia de mayores de Illescas (Toledo). Petra es una de las 92 personas contagiadas de su asilo, donde viven cerca de 130 residentes. Bienvenidos a la tercera ola del coronavirus.

“Ahora mismo está regular”, explica Caridad, hija de Petra. Su madre no tiene enfermedades previas, más allá de las dolencias propias de alguien que roza el siglo de edad. “En invierno suele tener neumonías y anda mal”, cuenta. Pero Petra está lúcida y es perfectamente consciente del mal que padece: el virus que se ha cobrado 24.957 vidas en las residencias de mayores de España, según los últimos datos oficiales del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas. “Es como la guerra, pero sin ruido”, le ha dicho la nonagenaria a su hija hace unas horas por teléfono.

Los asilos han sido y son los focos más preocupantes de contagio desde que empezara la pandemia. El 49% de los muertos por coronavirus se han dado tras los muros de las residencias, contando con aquellos que tenían diagnóstico en firme o con síntomas compatibles. Ahora mismo, cerca del 70% de los residentes de la residencia de Illescas están infectados, aunque la mayoría son asintomáticos.

Caridad, vecina de Illescas de 65 años. Tiene a su madre de 94 años ingresada en la residencia con Covid.

Caridad, vecina de Illescas de 65 años. Tiene a su madre de 94 años ingresada en la residencia con Covid. J.S.

Pasan pocos minutos de las dos de la tarde y el sol brilla radiante en el cielo de la localidad toledana. Antonio, de 71 años, fuma plácidamente un puro tras la verja de la residencia. “Soy casi el único que se ha salvado”, celebra el jubilado. No tiene la Covid, pero la mayoría de sus compañeros sí. “Somos unos 130”, cuenta de memoria. Hace meses que no sale de allí. Estas navidades ha cenado solo en su cuarto.

“Desde septiembre no les dejan salir”, cuenta María, hija de otra infectada que se ha acercado a la valla del asilo a dejar algunas cosas para su madre, de 87 y asintomática, “de momento”. La mujer no tiene ningún reproche hacia la residencia Nuestra Señora de la Caridad. Ninguno de los consultados por este medio lo tiene. El comportamiento de la residencia, dependiente de Mensajeros de la Paz, ha sido ejemplar. El propio organismo, contactado por este periódico, no se explica cómo ha podido entrar el virus en la residencia.

“Solo puede ser por un trabajador”, deduce Caridad. “Son los únicos que entran y salen”. Los familiares tienen vetado el acceso desde hace meses y los residentes tienen vetada la salida, ni para ver a allegados en Navidad ni nada. Los años 20 de este siglo tienen estos drásticos giros de guion: los hogares convertidos en prisiones por un mal que nos supera.

Rebrote con vacuna

Todo hace indicar que las residencias seguirán dando titulares para rato, aun con la esperada vacuna. El pasado domingo se decretó otro brote de Covid en una residencia de Baleares donde sus residentes y trabajadores ya han recibido la vacuna de Pfizer, según informó la Consellería de Salud del Gobierno insular.

El asilo en cuestión es el DomusVi Costa d’en Blanes. El coronavirus ha atacado a 55 usuarios y 6 profesionales. Por ello, la residencia ha sido totalmente aislada y ha trasladado a 21 de los usuarios a diversos hospitales.

Hace menos de una semana, el pasado 30 de diciembre, fueron vacunados los residentes y el personal. Aun así, entra dentro de la normalidad que pueda aparecer un brote después de la vacunación: el proceso de inmunización es progresivo y la inmunidad total no llega hasta pasada una semana de la administración de la segunda dosis.

Un trabajador sale de la residencia de Illescas con un EPI.

Un trabajador sale de la residencia de Illescas con un EPI. J.S.

En Baleares han muerto 217 personas dentro de las residencias en lo que va de pandemia. En Castilla la Mancha -donde está Illescas-, han sido 2.863 los fallecidos, según los datos oficiales de la comunidad actualizados a día 23 de diciembre y recogidos por RTVE. El 70% de los fallecidos por Covid en esta comunidad han sido dentro de las residencias.

La palma en estas cifras se la lleva, como cabía esperar, Madrid. Solo en la comunidad capitalina han muerto 6.038 ancianos en residencias. Es la cifra más alta de España con diferencia y, además, con una peculiaridad. Los últimos datos disponibles se remontan al 28 de septiembre del año pasado.

La comunidad gobernada por Isabel Díaz Ayuso es la que más desactualizada tiene esa cifra, también con diferencia. Muchas comunidades (el País Vasco, Galicia, Cantabria, Cataluña…) actualizaron sus datos este pasado fin de semana. La segunda más tardona es la Región de Murcia, que los actualizó a finales de octubre.

Juego de competencias

Todas estas cifras reflejan el año más convulso que han conocido las residencias de ancianos. En 2020 tampoco faltó una buena dosis de bronca política por la situación de los asilos. Nos remontamos al primer estado de alarma, cuando muchos ancianos moribundos no pudieron llegar a un hospital en la Comunidad de Madrid. Al poco de conocerse la existencia de ese funesto triaje —elegir quién vive y quién muere— llegó el rifirrafe: el vicepresidente Pablo Iglesias decía que era culpa de Ayuso; y el PP y Vox, que era de Iglesias.

La ley —el decreto del estado de alarma— daba la razón a Iglesias. El Gobierno de la Comunidad de Madrid era (y es) el responsable de la gestión de las residencias públicas de mayores. El llamado “mando único” del Ministerio no afectaba a los asilos. Por tanto, la responsabilidad de no derivar a ancianos a hospitales recae, en última instancia, en Ayuso.

Desde el propio Gobierno de la comunidad surgieron voces críticas de lo que estaba pasando en las residencias, de ese terrible triaje. El consejero de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid, Alberto Reyero (de Ciudadanos) calificó esa medida de “inmoral” y “eventualmente ilegal”, en unas conversaciones privadas que reveló El País. Esas declaraciones de Reyero fueron usadas por el propio Iglesias como arma arrojadiza hacia Ayuso.

El vicepresidente amenazó con llevar la gestión de Ayuso a los tribunales. “La gente no va a perdonar lo que ha hecho la señora Ayuso en la Comunidad de Madrid y lo que se ha hecho en otras comunidades”, declaraba Iglesias en junio en TVE. La amenaza, por el momento, solo se quedó en eso.

"De momento"

En esta inagotable búsqueda de culpables, el Covid ha vuelto a crecer. Las residencias de Illescas y Baleares son el ejemplo perfecto. Una, cerrada a cal y canto durante meses y, aún así, cae. La otra, con todos los residente vacunados, también cae en un rebrote.

Un trabajador descarga bombonas para la residencia de Illescas.

Un trabajador descarga bombonas para la residencia de Illescas. J.S.

En España hay más de 5.000 residencias de ancianos entre públicas, concertadas y privadas. Tras estos muros han muerto, recordemos, más de 24.000 personas por la Covid, sin distinción de si las gestiona Ayuso, Domus o Mensajeros por la Paz. Es casi la mitad del total de fallecidos en nuestro país en toda la pandemia.

En Illescas, no hay que lamentar todavía ningún fallecido, aunque ya hay varias personas hospitalizadas, según han relatado familiares a este periódico. “De momento”, repite María, hija de una contagiada, como quien frena sus esperanzas. Su madre, de 87 años, es asintomática, “de momento”. No hay ningún fallecido, de momento. No vuelve el confinamiento domiciliario, de momento. Bienvenidos a la tercera ola.