Manuel, durante el juicio y cuando fue arrestado.

Manuel, durante el juicio y cuando fue arrestado.

Reportajes

El crimen del electricista que mató con una pala a su hijo para hacer daño a su exmujer

  • Manuel acabó con la vida de su niño para vengarse de su expareja, que había iniciado otra relación.
  • Dejó a su hijo tirado en un bosque de eucaliptos y se marchó. La Fiscalía ha solicitado prisión permanente revisable. 
  • El electricista que mató a su hijo de 11 años
24 septiembre, 2018 18:04

Noticias relacionadas

La Fiscalía ha solicitado prisión permanente revisable para Manuel Mirás, presunto parricida acusado de matar a su hijo golpeándolo con una pala metálica el Día de la Madre en la localidad coruñesa de Oza-Cesuras. El electricista habría cometido el crimen por venganza y para hacerle daño a su exmujer, de la que se divorció siete años antes. “Te voy a dar donde más te duele”, le dijo, en alguna ocasión. Y, ese 7 de mayo de 2017, culminó su ajuste de cuentas.

Un padre mata a su hijo con una pala

Por esa razón, el Ministerio Público considera que cometió el crimen con “la única finalidad de causar daño psíquico a su exmujer por no haber aceptado reanudar la relación con él” tras el divorcio. Es más, que “ideó un plan y lo ejecutó fríamente, sin importarle la vida de su hijo y asegurándose de que el menor no fuese socorrido”. La fiscal, además, ha solicitado que no pueda acercarse a 500 metros de su expareja y que no se pueda comunicar con ella por ningún medio durante los cinco años más que la duración efectiva de la pena de prisión permanente revisable. Por último, que abone 1675.000 euros a su exconyuge. A partir de ahí, se le juzgará por delito de asesinato y de lesiones psíquicas, con el agravante de parentesco.

Asesinato presuntamente premeditado


Eso es lo que se le pide casi un año y medio después del crimen, pero la sentencia no es firme. Queda por dilucidar qué pena cumple. Lo que reverbera todavía es lo ocurrido aquella maldita semana. El día 5, Manuel, electricista de profesión –aunque entonces en paro–, fue a recoger a su hijo y lo llevó a la casa de A Coruña donde residían su madre y hermanos. Después, el día 7, estuvo tomando un refresco, primero sólo y más tarde con su hijo. Eran las 13:00 horas y todo transcurría con normalidad. Sin embargo, en su cabeza ya bullía lo que iba a suceder a continuación.


Marcos reservó una habitación en un hostal de la zona y se fue con su hijo hasta las inmediaciones de una casa abandonada en A Barra, Rodeiro, en el término municipal de Oza dos Ríos-Cesuras. Una zona boscosa y recóndita elegida adrede para cometer el crimen. Allí, le propinó, con una pala, unos golpes “de forma inesperada y sorpresiva”. El menor no lo podía intuir y la zona “impidió cualquier posibilidad de reacción del menor o el auxilio de terceras personas”, una circunstancia buscada por el acusado “para asegurar el resultado que pretendía: la muerte de su hijo y el daño a su expareja”.


Al niño le asestó golpes con una pala metálica en la cabeza, con tal intensidad, que le produjeron heridas y fracturas en el cráneo, provocando hemorragias y contusiones internas. La muerte fue inmediata. El cuerpo fue encontrado por los agentes en un bosque de eucaliptos, en un lugar de difícil acceso.

Un cámara graba en el lugar donde fue cometido el crimen.

Un cámara graba en el lugar donde fue cometido el crimen.


Cometió el crimen. Buscó esconder el cadáver, aunque finalmente lo dejó tirado en los alrededores y se fue a tomar un refresco antes de marcharse. Lo mató cerca de la casa en la que vivieron sus abuelos paternos. Su madre, además, era natural del pueblo. Sus tíos, de hecho, todavía viven allí. El lugar ha quedado manchado por el crimen.

Amenazas en redes


La razón del crimen, en este caso, parece clara, según la acusación. Manuel se divorció de su mujer en octubre de 2009. Y, ese mismo año, el acusado fue condenado por continuas coacciones el 23 de septiembre de 2009. Le impusieron penas de nueve meses de prisión y la prohibición de aproximarse y comunicarse con su mujer durante tres años. Tras la separación, le habría mandado mensajes “de contenido amenazante y alarmista a su exmujer”.


A aquello le siguió otra denuncia en 2013 por amenazas a través de las redes sociales, pero las diligencias previas fueron archivadas al no quedar acreditada su autoría. Precisamente, a través de las mismas redes sociales, en 2017, según la acusación, le dijo al hermano de su exmujer: “La última palabra no está dicha en esta historia; el daño ya lo hicisteis hace tiempo y las dos únicas cosas que podían hacer daño, por suerte o por fortuna, no están en vuestras manos… todo en esta vida tiene un punto final… el caso es que nos guste a todos”.

Manuel, durante el juicio.

Manuel, durante el juicio.


En 2011, su expareja inició una nueva relación. Por eso, según la acusación, él ideó un plan para “causarle daño psíquico por no haber aceptado reanudar la relación con él”. Y lo ejecutó conforme a lo establecido, “fríamente, sin importarle la vida de su hijo” y “asegurándose de que el menor no fuese socorrido por terceras personas”.


Estos son los hechos que presenta la acusación. La defensa pedirá en el juicio una eximente completa y, de ser aceptada, su internamiento en un psiquiátrico. Para rebajar la pena, anunció también que planteará una serie de peticiones subsidiarias y atenuantes “por las graves alteraciones psíquicas” de Marcos. La pena, por tanto, está por dilucidar. El daño, sin embargo, ya está hecho.